sábado, 16 de julio de 2011

Y todo seguirá igual

No importa el esfuerzo que hagamos por resolver nuestras dificultades, el problema no es resolverlos una vez, sino mantener la disciplina para solucionarlos de manera continua. Los problemas siempre estarán ahí, la resolución es constante, pero se nos olvida.

Nuestra cultura parece padecer un mal destructor. Aplaude la llegada de un héroe. Celebramos con júbilo un triunfo. Nos sentimos orgullosamente mexicanos un día, pero le fallamos al País el resto del año. Padecemos el desdén por la disciplina y el trabajo que significa mantener ese logro para continuar cosechando resultados.

Todavía no terminan los gobernantes en turno su tarea encomendada en los comicios y ya están buscando cómo seguir en el Gobierno sin saber para qué. En un país con una sociedad que aplaude un resultado y no el trabajo continuo, nuestros partidos y políticos manipulan el resultado de un hecho frente a la enorme lista problemas que han dejado sin resolverle a la sociedad. Le apuestan a que nos gusta celebrar un triunfo y no mantenernos en la cima.

Una analogía puede ayudar. El campeonato de futbol ganado por el equipo representativo de México Sub 17 mostró de nuevo la necesidad que tenemos en el País por héroes nacionales. No del tipo místicos o de ficción, sino héroes actuales, de carne y hueso.

Héroes que en momentos difíciles, de crisis, de peligro, de dificultades, sacan la casta, muestran valentía, valor e ímpetu, que arriesgan en los momentos críticos como cuando se va perdiendo, que entregan todo lo que pueden dar aunque se hayan descalabrado, que saben trabajar en equipo, y que nos hacen recordar que podemos ser los mejores.

No los mejores entre los peores o los mejores de los menos buenos, sino los mejores del mundo. Quizá extrañemos esa sensación de poder decir "somos los mejores", pero estos jovencitos de 17 años o menos nos lo recordaron a todos el domingo pasado.

Hay algunas características que vale la pena resaltar de este equipo campeón: la disciplina, el esfuerzo diario, el trabajo en equipo, pero sobre todo, la obediencia a la autoridad.

El campeonato que alcanzó el equipo mexicano Sub 17 es fruto de estas características que rodearon al grupo. Características que por cierto cualquier mexicano puede asumir y tener si queremos, pues sólo dependen de nosotros. Si estos jovencitos sólo contaran con talentos sobresalientes, pero no con estos cuatro elementos, difícilmente hubieran logrado levantar el trofeo de la Copa del Mundo.

Este campeonato no lo lograron trabajando duro un mes antes del torneo, sino con varios años de dedicación, esfuerzo y disciplina. Tampoco lo hubieran alcanzado si no hubieran desarrollado la capacidad de jugar en y por el equipo, no a base de esfuerzos desarticulados, sino coordinados, respetuosos; trabajando todos convencidos de la meta y la forma de conseguirla.

Por último, el acato a la autoridad es una variable fundamental de este logro juvenil. Los jugadores estaban listos para seguir las indicaciones que les hacía su director técnico, no reclamaban cuando les tocaba salir de cambio y los que estaban en la banca no hacían "circo" para entrar al juego. Contrasta esto con la actitud de un jugador uruguayo que al salir de cambio en la final, pateó un bote en actitud de reprobación por la decisión de su técnico. También esta obediencia a la autoridad se reflejó en cómo los jovencitos mexicanos obedecían las órdenes del árbitro aunque fueran dudosas y seguían adelante concentrándose en el juego.

Sin duda los mexicanos sabemos trabajar con eficacia y disciplina, y también sabemos trabajar en equipo. Sin embargo, debemos reconocer que la obediencia a la autoridad no es una de nuestras virtudes sociales. Sea por desconfianza, desorden, miedo o lo que usted quiera, pero a la autoridad se le cuestiona en México por todo, quizá por esa comodidad de exigir sin hacer nada que hemos heredado de tantos gobiernos paternalistas y mediocres, y que ubica a México en su actual realidad.

Para qué obedecer la ley si "creo" que el resto de los mexicanos no lo hace. Cómo hacer el máximo esfuerzo, si nuestros políticos se esmeran en enseñarnos que sin esfuerzo logran lo que quieren, como seguir circulando en diferentes puestos del Gobierno sin ofrecer resultados, y no pasa nada.

Los jóvenes futbolistas del equipo representativo Sub 17 nos volvieron a recordar como lo hemos visto en otros casos que sí podemos ser los mejores, no los décimos, no los terceros, sino los primeros del mundo, aunque se nos olvide o busquemos como de costumbre culpables fuera de nosotros.

"Yo soy yo y mi circunstancia" escribía en 1914 el filósofo español José Ortega y Gasset, pero a los mexicanos se nos olvida la segunda parte de esta frase. Y es que termina el filósofo escribiendo "y si no la salvo a ella no me salvo yo".

Es momento de salvar nuestras circunstancias, esforzarnos por cambiarlas con nuestro trabajo y honestidad sin culpar a nadie de no hacerlo; quizá entonces todo dejará de ser igual.

Vidal Garza Cantú
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México es un país con mucho potencial. Pero necesitamos que las reglas del juego cambien. Y una vez que cambien se respeten por todos, gobernantes y gobernados. Con disciplina y trabajo, podemos crecer en relativamente poco tiempo. Hoy la clase media es cada vez mayor. Hay muchos emprendedores y empresarios con talento en México, lo que necesitamos son nuevas reglas del juego que incentiven el crecimiento, no que castiguen a quien hace bien las cosas y premien a los que no cumplen con la ley y viven en la informalidad.
 
AMEPI AC

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