sábado, 30 de julio de 2011

Grilla en la economía

La clase política estadounidense juega hoy con el mundo al encontrar excusas políticas para dilatar una decisión inevitable.

Hacer o siquiera imaginar que la economía más fuerte del planeta se declare incapaz de pagar sus obligaciones de gasto público era algo impensable hace no poco tiempo.

Creo que no nos hemos dado cuenta de lo que implica. Una posible moratoria de pagos del Gobierno estadounidense sería como detener la marcha de la economía global en aproximadamente un 25 por ciento.

La realidad es que económicamente los Estados Unidos no tienen por qué detener sus pagos ni amenazar al mundo con ello. Tienen la capacidad única en el planeta de poder emitir dólares a un mundo sediento de ellos sin respaldarlos con garantía alguna.

Todo esto porque han logrado que la actividad económica del mundo dependa fuertemente de las transacciones que este gigante económico hace todos los días. Sólo por dar un ejemplo, diariamente Estados Unidos y México tienen transacciones por más de mil millones de dólares a través de sus fronteras.

Además a pesar de lo que le ocurra, el mundo no tiene ningún otro lugar en donde confiar más que en los Estados Unidos.

Ayer se aprobó en el Congreso estadounidense la propuesta republicana que aumenta el techo de endeudamiento y reduce el gasto público en casi mil millones de dólares en 10 años, pero horas más tarde, el Senado rechazó la medida. Esto abre las puertas para que el país más rico del mundo detenga algunos de sus pagos si el martes no hay acuerdo entre los legisladores y la Casa Blanca.

Lo que esto produciría paradójicamente sería un aumento en las tasas de interés en el mundo. Digo paradójicamente pues en teoría ese aumento haría que los capitales en lugar de salir del país con problemas presupuestarios como lo es Estados Unidos ahora, volverían a él, depreciando monedas como la nuestra y la de muchas otras naciones, aumentando el costo de liquidez de todos los países.

Para Estados Unidos esto debería de provocar una reducción en sus tasas de interés que ya de por sí son casi nulas, pero el temor de los consumidores, y su menguada capacidad productiva actual derivada de alto endeudamiento público y privado es tal, que probablemente demoren varios meses. Los suficientes para que muchos países más pobres y que dependen de la actividad económica de Norteamérica, como el nuestro, se vean en serios problemas.

¿Por qué llegamos a esto? Me parece que la verdadera razón -y ésta México también la padece- es la absurda y desorientada intromisión de la política aprovechada en la economía. Esa política que dispone de las economías como presas para los fines electorales y políticos de los partidos que mantienen el poder.

No hablo de la política de rendición de cuentas y transparencia que debería ser congruente, clara y consecuente. Tampoco de la política monetaria que busca la estabilidad de los precios y el control de la inflación, aunque a veces no lo parezca.

Hablo de la política económica, pero no la que se basa en criterios medidos y objetivos para procurar el crecimiento económico, la generación de empleos y la balanza en la cuenta corriente.

Hablo de la politiquería económica. La que decide precios sin justificación de bienes públicos, sectores económicos a subsidiar, programas sociales para erradicar la pobreza sin medición de avances, estímulos para la creación de empleos, sueldos, nómina y pagos por pensiones que se acumulan año con años sin revisar acaso la posibilidad de acotarlos o hacerlos más eficientes.

Hablo de los gastos del Gobierno que son parte de la política económica de cada país y que a lo largo de varios años han dejado en muchos casos de dar resultados tangibles a la sociedad, aunque sí mantengan a una clase política poco útil.

Esta intromisión de la política para decidir por la economía ha producido clientelismo, sumisión a generar empleos y actividad económica formal, presupuestos crecientes sin control y tristes resultados en el desarrollo y bienestar de la población.

Seguimos gastando carretones de dinero anualmente en la educación sin que mejoren el rendimiento de alumnos y menos los maestros. Seguimos ordeñando a Pemex como agente financiero de Hacienda hasta que nos terminemos el petróleo. Seguimos incrementando el presupuesto de transferencias a los estados sin claridad en el efecto final de los mismos.

Parecería que los políticos han secuestrado el sistema presupuestal, un verdadero boicot político de una parte de la economía. Por ello es común ver cómo las autoridades ven al presupuesto como dinero propio y no como un instrumento para propiciar la certidumbre y el desarrollo.

Ahí están las múltiples excusas para no indagar los miles de casos de fallas administrativas detectadas por la Auditoría Superior de la Federación, que hacen del gasto público una piñata de los políticos en lugar de una herramienta para la economía.
Vidal Garza Cantú
vidalgarza@yahoo.com
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Desde que los partidos políticos viven del Erario, se prostituyó la política. Ya no son servidores públicos, son simples burócratas que buscan mantener el status quo, seguir viviendo del Erario, extrayendo rentas de la sociedad, sin retribuir un beneficio a la misma. Por eso los gobiernos deben ser lo más esbeltos posible, eficientes y eficaces.
 
Las reformas estructurales pendientes en México no son la panacea. No resolverían todos nuestros problemas de la noche a la mañana. Pero si son unos pocos pasos en la dirección correcta. Simplemente la Reforma Política regresaría un poco el poder a la ciudadanía restándoselo a la partidocracia. Por eso quienes son los mayores beneficiarios del status quo, del clientelismo político, son los que se están oponiendo a esos cambios.
 
La AMEPI apoyará todos aquellos cambios, propuestas de cambio, que vayan encaminadas hacia un México más libre, enfocado en el ciudadano, en el consumidor, en la libertad individual, pero también en la responsabilidad individual. Nada de clientelismos o paternalismos.
 
AMEPI, AC.

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