sábado, 24 de septiembre de 2011

A través de un vidrio, obscuramente

Una vez más, los medios de comunicación han mostrado recientemente al público el hecho consabido de que muchas gasolineras, a lo largo y ancho del País, venden "litros inexactos" del combustible -los cuales cobran como quiera con exactitud, obviamente.

Una vez más, la reacción predecible de muchos comentaristas, políticos, defensores (autodesignados) del consumidor, etcétera, ha sido la denuncia enojada, vehemente, cargada de calificativos. Desde luego, se ha acompañado, de nuevo, de la exigencia de que los responsables del hurto rindan cuentas ante la justicia, y de que se tomen las medidas regulatorias o policiales necesarias para que el robo no se repita.

El tema tiene muchos años de vigencia. Tantos, que ya no me acuerdo cuándo me enteré inicialmente de su existencia e importancia. Quizá fue por alguna declaración desesperada de Profeco. La ineficiencia y la corrupción en nuestro medio son tan frecuentes y tan persistentes, que se han transformado en una normalidad enferma -si vale la expresión.

Existen por supuesto muchas gasolineras que operan con honestidad. Éstas son, entre otras, las que aprovechan el descarado problema para soltar un eficaz slogan publicitario, ofreciéndole al comprador, abiertamente, "aquí sí, litros exactos".

Entiendo muy bien el enojo de los observadores, pero me temo que ven el asunto "a través de un vidrio, obscuramente" -parafraseando mal a San Pablo.

La solución del problema es muy sencilla y no tiene que ver ni con policías ni con inspectores ni con la renovación moral de la sociedad (con todo respeto de algunas recientes exhortaciones). Se trata de una aplicación lógica de principios de economía elementales.

Para acabar con la práctica de vender "litros cortos", lo único que se necesita es aumentar masivamente la competencia entre los distribuidores. La puesta en práctica de este remedio empezaría permitiendo la libre importación de gasolinas a cualquier interesado en el negocio. Importar el combustible no debería ser objeto de debate serio: eso es lo que hace Pemex cada día en mayor proporción.

El cambio radical consistiría entonces en eliminar el monopolio del que ahora disfruta el ente mencionado y, con ello, introducir en el mercado una forma automática de regulación de la cantidad (y la calidad) del combustible vendido. Si en el cruce de dos calles se establecieran dos o cuatro expendedores, sería suicida que uno de ellos tratara de defraudar al comprador. Desde luego, uno de ellos podría ser un concesionario de Pemex, pero los otros tres podrían ser, digamos, "Flujo Exacto", "Gashonesta" y "Combustibles Elizondo". Como este último establecería, por supuesto, un punto de referencia prístino en materia de prácticas comerciales, los otros tres no tendrían más remedio que imitarlo, so pena de quedarse sin clientes. Colorín colorado.

La libre competencia es evidente en cualquier ciudad de Estados Unidos, donde se encuentran, cara a cara -o bomba a bomba, si se quiere- Exxon, Shell, Valero, Texaco... La lucha entre ellas es feroz y se traduce, como postula la teoría, en beneficio innegable del consumidor, al que le ofrecen todo tipo de ventajas, en la forma de cualidades distintivas de las gasolinas que expenden, formas de pago, regalos, etcétera. A ninguna se le ocurre, por supuesto, tratar de atraer compradores asegurándoles que les darán ¡litros de 100 cc.! Un punto positivo adicional consiste en la existencia de "rest rooms" aceptables, a diferencia de las cloacas abiertas que sufrimos los mexicanos en las llamadas, sin rubor, "estaciones de servicio" que son franquicias de Pemex.

Ya sé que el marco legal actual no admite llevar a la realidad el planteamiento anterior. So what? Hay que cambiarlo en lo procedente. Las instituciones económicas deben estar al servicio de la población en general, no de una pequeña pero influyente coalición de agentes económicos (privados y públicos).

Supongo que no faltará quien eche mano al "argumento" de que la situación vigente pretende (quién sabe cómo) salvaguardar la soberanía y la seguridad nacionales. A ello valdría responder con el ingenio y la sabiduría, de ayer y de siempre, del Dr. Johnson.
 
Everardo Elizondo
 
+++++++++++++++++++++++++++++++
 
Hay quienes dicen que las reformas estructurales son un mito, que no se requieren. Aquí vemos como Everardo Elizondo explica muy bien qué se requeriría para mejorar el mercado de combustibles en México: abrirlo al sector privado. Eso es una reforma estructural. Pedir que baje el precio de las gasolinas con cargo al Erario NO es la solución. Eso no es más que populismo barato. Al final de cuentas el subsidio se pagaría con los propios impuestos. ¿De qué sirve engañarnos así?
 
AMEPI, AC.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Los empleos no los crea el gobierno

Nuevamente el día de hoy Fernando Turner, presidente de la ANEI, insiste en que las "reformas estructurales" no son necesarias en una columna publicada por El Norte/Reforma. Sin embargo, pide que se acaben los monopolios públicos como PEMEX y CFE, que aumenten su eficiencia y calidad, algo que sólo se podría lograr con una reforma energética de fondo, una reforma estructural. Afirma, con razón, que la Reforma Laboral en discusión en el Congreso no toca a los sindicatos, pero aún así no acepta que un paso en la dirección correcta, aunque sea "marginal" es un avance con el cual estaríamos mejor ahora. Y, en todo caso, acepta que se requiere una reforma laboral de gran calado que acabe con los monopolios sindicales también. Otra reforma estructural que primero dijo que no se ocupaba.
 
Líneas adelante habla de acabar con los oligopolios bancarios, de telecomunicaciones, televisivos, entre otros, pero para hacerlo nuevamente se requieren reformas que han sido detenidas en el Congreso como el cambio a televisión digital que el Gobierno Federal quiso adelantar para tener más espectro disponible y que hubiera al menos una tercera cadena nacional de televisión. Habla de bajar los impuestos a obreros, empleados y PYME's, pero algo así sólo se puede hacer, nuevamente, con una "reforma estructural", una reforma fiscal integral que empiece por el lado del gasto (austero) y después se determine como se financiará ese gasto gubernamental con impuestos que incentiven la inversión.
 
Pide que se le quite el yugo bancario a las PYME's de las altas tasas de interés, pero no reconoce que una de las principales razones de las altas tasas de interés es la falta de un marco jurídico estable que garantice la recuperación de los préstamos de manera rápida y expedita. La cobranza de deudas en México es sumamente difícil, lo que encarece el crédito por el alto riesgo. Se necesita un nuevo marco jurídico que incentive la inversión, el crédito, agilizando la cobranza. Es, de nueva cuenta, otra "reforma estructural" que habría que hacer.
 
Quienes persiguen quimeras son otros, que no se dan cuenta de la realidad de México, y quieren que el Estado les resuelva sus problemas que no pueden lograr por si mismos. Hay muchos sectores productivos en México que son altamente competitivos, a nivel internacional, a pesar de todos los lastres que tenemos, a pesar del Gobierno. Otros solo quieren quejarse de sus propias ineficiencias e incapacidades. Al menos ahora no pidió que el Gobierno devaluara el peso para aumentar la competitividad de nuestras exportaciones, de manera artificial, mercantilista, en beneficio de los exportadores, pero en perjuicio de todos los consumidores. Y cómo podría pedir ahora una devaluación, si el propio mercado ya puso al dólar por arriba de 13 pesos, sin necesidad de que el gobierno vendiera sus reservas que muy probablemente se ocuparán en meses próximos para una futura crisis.
 
Tiene razón cuando dice que la respuesta está en la creación de empleos, pero falla en la causa. Si hacen falta esos cambios estructurales en México, ese cambio en las reglas del juego, para que podamos crecer a tasas comparables como las de India, China o Brasil. Los empleos no los crean los gobiernos, si no los empresarios en un ambiente de libertad y competencia. Hoy ese ambiente no existe en México porque los monopolios, las reglas del juego, las leyes, lo impiden. Ergo, se requieren esos cambios estructurales.
 
Dany Portales
Director de Empresa Exportadora que compite en México contra productos importados, pero también en mercados internacionales.
Presidente de la Asociación Mexicana de Empresarios y Profesionistas Independientes (AMEPI)

jueves, 15 de septiembre de 2011

Ninis por ley

"Lo que este país necesita es más políticos desempleados". Winston Churchill

La noticia de que México es el tercer lugar entre los países de la OCDE por su número de ninis -jóvenes de entre 15 y 29 años de edad que ni trabajan ni estudian- generó titulares hace apenas unos días. Mucha menos atención se le prestó al hecho, señalado por José Antonio Ardavín, director del centro de la OCDE en México, de que un 80 por ciento de los ninis son mujeres de entre 20 y 29 años de edad, cifra muy superior a la de otros países. Muchas de esas mujeres no trabajan porque el mercado laboral no les da la suficiente flexibilidad.

Casi nadie ha advertido la relación entre el número de ninis y la pésima legislación laboral de nuestro País. De hecho, aquellos mismos que protestan por el número de ninis, respaldan políticas que garantizan que esta cifra se mantenga alta.

Tenemos una ley diseñada para enriquecer a los líderes sindicales, hecha para que permanezcan toda la vida al frente de organizaciones monopólicas que manejan a su antojo y sin transparencia financiera. La ley, en cambio, obstaculiza la contratación de personas que no tienen empleo. Al hacer inflexibles, caros y costosos los despidos, los legisladores han creado barreras para la contratación de trabajadores.

La experiencia en el mundo nos dice que entre más difícil o caro sea despedir a un trabajador
-por incompetencia, por estrategia de la empresa o por condiciones de mercado- más difícil será la realización de nuevas contrataciones. La ley laboral mexicana favorece a quienes ya tienen empleo, pero castiga a quienes carecen de él, que son usualmente los más pobres.

Cientos de miles de mexicanos que actualmente se encuentran sin empleo lo podrían obtener si el Congreso hubiese aprobado la reforma laboral que se encuentra en la congeladora desde el pasado 12 de abril. No es la mejor reforma posible, quizá, pero sí representa un avance significativo sobre la legislación que tenemos.

Lo curioso es que la iniciativa fue congelada por el PRI, que fue el partido que la elaboró. Al parecer los priistas no quisieron pagar el "costo político" de impulsar una reforma laboral poco antes de las elecciones del 2012. Lo perverso de nuestro sistema político, y de la información económica que los medios manejan, es que se hace pensar a los ciudadanos que una legislación que permitiría una mayor creación de empleos es mala para el País y tendría un costo para los políticos que la propongan y la respalden.

La verdad es que México necesita una reforma laboral que promueva una mayor flexibilidad en el empleo, que permita contrataciones por hora, que haga más fácil despedir a los trabajadores y que facilite también la contratación. La misma ley debe eliminar la discriminación por sexo, por embarazo o por edad. Es inaceptable que nos digan los líderes sindicales que tenemos una ley progresista cuando se permite que las empresas anuncien políticas de no contratar a trabajadores por ser mujeres o por tener más de 40 años de edad.

Uno de los grandes problemas de nuestro País es que quienes se quejan de la existencia de problemas sociales, como el desempleo, son los primeros en evitar que éstos se resuelvan. Ardavín, el director en México de la OCDE, señalaba esta semana que una reforma que flexibilizara el mercado laboral permitiría la creación de numerosos empleos que beneficiarían preponderantemente a mujeres y jóvenes que actualmente no pueden obtenerlos por la rigidez del mercado laboral. Pero si la información de que México tiene la tercera mayor población de ninis en la OCDE generó titulares, esta observación de Ardavín no tuvo virtualmente eco.

Trabajadores
Los mexicanos somos el pueblo más trabajador entre los miembros de la OCDE. Laboramos 595 minutos al día, casi 10 horas. Los alemanes son los que menos trabajan, sólo 420 minutos al día. Pero cuidado. La cifra mexicana está sesgada por las mujeres, que trabajan 4 horas y 21 minutos más que los hombres, en el hogar, pero sin paga. Por otra parte, los alemanes trabajan menos, pero son los que más valor crean.

Sergio Sarmiento
 
++++++++++++++++++++++++++++++
 
La Reforma Laboral, una que flexibilice el mercado laboral, es una de las reformas estructurales pendientes. ¿De qué sirve tener tantos derechos laborales si el principal, que es el empleo mismo, no se tiene? De hecho la Reforma Laboral propuesta por el PRI, y detenida por el mismo PRI (por instrucciones de Peña Nieto) en la cámara de diputados, es una reforma incompleta, parcial. Le falta sobre todo quitar el derecho a la liquidación por un seguro de desempleo. Con eso habría más creación de empleos para absorber las variaciones normales de la demanda. Con la ley actual, para que una empresa decida contratar una persona es porque la vacante tiene altas probabilidades de ser permanente. Mientras no lo sea se cubre con tiempos extras. Con una ley laboral más flexible disminuiría el tiempo extra y aumentarían las contrataciones. Quizá temporales, pero al final de cuentas empleo que genera riqueza, y sobre todo experiencia entre los más jóvenes. Habría menos ninis.
 
AMEPI, AC

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Monopolios

"Qué suerte para los gobernantes que los hombres no piensan". Adolf Hitler

México está siendo considerado como posible sede de una nueva planta de producción de la empresa japonesa Nissan. Esto lo señaló el 12 de septiembre en México Colin Dodge, presidente del comité de Nissan Américas, quien dijo que varios países, entre ellos China, India y Vietnam, además de México, están siendo contemplados.

El mercado local no es lo que llama la atención de Nissan. A pesar de que la firma tiene la mayor participación en él, con 24 por ciento, al celebrar 50 años de su inicio de operaciones en el País, México representa solamente un 5 por ciento de las ventas internacionales de la empresa.

Los consumidores mexicanos están comprando sólo 1.2 millones de unidades al año de todas las automotrices. En cambio en China se están vendiendo 50 millones de vehículos al año. La diferencia es enorme y compensa cualquier problema que pueda tener el mercado chino.

Nissan cuenta ya con una infraestructura importante en México. Posee dos plantas, una en Civac, en las afueras de Cuernavaca, y la otra en Aguascalientes. De hecho, produce 600 mil vehículos al año en el País, tanto para el mercado interno como para el de exportación.

Una de las ventajas de México, según Dodge, es la disponibilidad de mano de obra con buen nivel de capacitación. Sin embargo, en el País se batalla para conseguir ciertas materias primas, especialmente plásticos: "China es más competitiva en la proveeduría de plásticos y en México resulta complicado obtener este material".

La materia prima para la producción de plásticos es el petróleo. Uno pensaría que China, un país que debe importar grandes cantidades de crudo, sería menos competitivo que México en la proveeduría de estos materiales. Pero la realidad es exactamente la contraria.

Quizá la razón es que China no tiene un monopolio petrolero como el nuestro. La competencia hace que haya una mejor oferta de plásticos, tanto en diversidad y precios como en oportunidad de entrega. En México el monopolio de Pemex genera cuellos de botella desde el inicio de la cadena de producción de los plásticos.

Los daños que causan nuestros monopolios son enormes y se extienden como plaga por los vasos conductores de la economía nacional. Es notable que el monopolio de Pemex pueda afectar una inversión tan importante como la que Nissan está considerando para nuestro País. La energía mala y cara de la Comisión Federal de Electricidad coloca también a muchas industrias mexicanas en desigualdad de condiciones frente a sus competidoras de otros lugares del mundo.

Los dogmas políticos han hecho creer a muchos que las prohibiciones a la inversión privada y a la libre competencia en petróleo y electricidad nos hacen, por algún arte de magia, más ricos y soberanos como país. La realidad es diametralmente opuesta. México tiene muchas ventajas para competir contra otras naciones en la economía globalizada, pero los monopolios son un lastre enorme que destruye inversiones, empleos y prosperidad.

Lo peor de todo es que la gente común y corriente no se da cuenta porque no entiende los complejos hilos que hacen funcionar a la economía. Muchos jóvenes mexicanos viven verdaderos dramas por la falta de empleos en el País. No se dan cuenta de que la razón por la cual no se hacen las inversiones que generarían empleos mejor pagados es por la persistencia de monopolios en petróleo y electricidad que ellos defienden porque ése es el dogma que se les ha enseñado desde niños.

México necesita una revolución que abra los monopolios a la competencia y a la inversión privada. Para lograrla, sin embargo, necesitamos también una revolución educativa que permita a los jóvenes entender por qué abrir la economía redundará al final en mayor prosperidad.


¿Reforma política?
¿De qué sirve la reforma política que se está discutiendo en la Cámara de Diputados si la reelección legislativa, su elemento más importante, ha sido ya eliminada en comisiones? Los líderes de los partidos no quieren perder el control que la prohibición a la reelección les da sobre el sistema político.
 
Sergio Sarmiento
 
+++++++++++++++++++++++++++++++++++++
 
Hay cálculos que indican que si México abriera a la iniciativa privada el sector energético (petróleo y electricidad) el país crecería entre 2 y 3 puntos porcentuales adicionales en el PIB. Si le suman otro punto o dos por una reforma laboral, y otro tanto por una fiscal integral, estaríamos creciendo a tasas del 7-8% anual, como India o China. De ese nivel es al responsabilidad del Congreso mexicano que no ha hecho ni una sola reforma en casi 15 años. De ese tamaño es la ignorancia en estos temas, el adoctrinamiento con la educación oficial que nos inculcaron a alabar a la Revolución, la expropiación y todo ese estatismo que nos mantiene en el atraso.
 
AMEPI, AC

domingo, 11 de septiembre de 2011

México: la otra cara

La violencia nos ha reducido a tal grado al corto plazo monotemático, que el resto de los problemas de México, para no hablar de sus potencialidades y bendiciones, ha desaparecido del escenario político. La concentración de la opinión pública en la violencia está más que justificada: la primera obligación de un Estado es garantizar la seguridad de sus gobernados. Sin paz, y sin la libertad que conlleva, es imposible construir nada. Sin embargo, es igualmente imposible que un Estado empobrecido y una ciudadanía sin recursos solucionen problemas como la violencia, la inseguridad y la multiplicación de delincuentes impunes. El éxito de cualquier estrategia contra el narco, los criminales que han crecido al amparo del caos que los cárteles han generado y ante la permanencia de usos y costumbres como la corrupción, la mordida, el soborno y funcionarios de dudosa honestidad que se aferran a sus cargos, depende en buena parte de la economía. Por ello, sería un grave error que, a meses de las elecciones, los votantes convirtiéramos la inseguridad en el único punto de la agenda política del País.

"México es más que la inseguridad y la violencia", se ha vuelto una frase trillada y vacía que nos dice muy poco. Tan hueca que tendemos a desechar cualquier panorama optimista del País. Los arquitectos nativos de estos escenarios ocultan casi siempre alguna ambición política; los extranjeros están tan concentrados como nosotros en la violencia que azota México. Por eso son tan excepcionales y útiles la editorial y el reportaje que The Economist publicó sobre México el 27 de agosto.

Le dedica algunos párrafos a la violencia, porque no hay manera de darles la vuelta a sus efectos económicos: entre otros, la baja en la inversión extranjera y en el turismo y las dislocaciones en el transporte y en las industrias fronterizas. La inseguridad, afirma The Economist, quita al País un punto porcentual de crecimiento al año. Sin embargo, el énfasis de los artículos está centrado en algo que hemos olvidado bajo nuestro propio riesgo: las potencialidades de México.

La pobreza ha aumentado como resultado de la crisis financiera en Estados Unidos y del alza del precio de los alimentos, pero los mexicanos -dice el Economist- somos "más ricos que cualquiera de los habitantes de los BRIC, a excepción de los rusos". Nuestro sistema educativo deja mucho que desear y está permeado de grilla y politiquería, pero estamos "mejor educados que los brasileños". La economía mexicana dista de tener los índices de crecimiento de China o Chile, pero "está más industrializada, mejor administrada y es más receptiva a los empresarios que la de Brasil". Y aunque el crecimiento ha sido menor al que el País necesita, en los últimos 15 años "ha sido significativo".

Tenemos otras ventajas: la cercanía al mercado norteamericano en una coyuntura de alza en el precio del petróleo y, en consecuencia, en el costo de los transportes, y el incremento de los salarios y de los productos de China -nuestro principal rival comercial-. El flujo de inversiones ha repuntado y las exportaciones del País (que representan casi un tercio del PNB) han vuelto a crecer y se han diversificado. Por último, trabajamos jornadas tan largas, que desmienten el mito del mexicano amante de las siestas que deja todo para mañana.

México tiene pocas alternativas frente al impacto de los vaivenes de la economía estadounidense, pero tiene muchísimas opciones para resolver los problemas internos que obstaculizan un mayor crecimiento. Es indispensable, para empezar, abrir el mercado interno a la competencia y eliminar regulaciones que encarecen los servicios y productos que consumimos. El cuasimonopolio que Slim ejerce en el campo de las comunicaciones cuesta carísimo a los consumidores: hogares y negocios pagamos por nuestras líneas entre 45 y 63 por ciento más que el promedio de los usuarios de los países de la OCDE. El 31 por ciento de los bienes y servicios que consumimos son producidos por oligopolios o monopolios que fijan precios altos casi a su antojo. Medicinas, transporte terrestre y aéreo y servicios bancarios son apenas unos de ellos.

Tan o más importantes, en opinión de The Economist, son las reformas indispensables a las que les hemos dado la vuelta por años: una reforma laboral que abra el mercado de trabajo, la fiscal y, la más difícil de todas, la reforma energética.

Más allá de las medidas que propongan para resolver el problema de la inseguridad y violencia en el País, los votantes tendrán que analizar con cuidado las promesas económicas de los candidatos antes de las elecciones del 2012. Se ha calculado que una mayor apertura a la competencia y las reformas laboral y energética le regalarían al País 2.5 puntos porcentuales de crecimiento del PNB.
 
Isabel Turrent
++++++++++++++++++++++++
 
Aún en el extranjero se dan cuenta de todo el potencial, desperdiciado, que tenemos en México. Muchos critican que otros países, como los del BRIC, nos estén ganando, e incluso algunos con ideas mercantilistas/proteccionistas piden que cerremos nuestras fronteras a las importaciones, que les pongamos más aranceles y/o que se devalúe el peso de manera artificial, cuando las soluciones de fondo son esas reformas estructurales que tanto se han cacareado que ya muchos las consideran un mito. Pero no son un mito, son nuevas reglas del juego que harían más competitiva a la economía mexicana, se incentivaría la inversión productiva, habría más empleos, y menos pobreza.
 
La pobreza no disminuirá dando subsidios (que se financian de los mismos impuestos que se colectan de la economía que no crece) ni dádivas a los que menos tienen. La pobreza disminuirá creando más y mejores empleos. Y los empleos no los genera el gobierno, los burócratas. Los empleos los generan las empresas. Si queremos crecer a las tasas con las que crecen los del BRIC, tenemos que incentivar la creación y crecimiento de las empresas como ellos lo están haciendo.
 
AMEPI, AC.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Partidocracia ruin

Desde la reforma electoral de 1990 que creó el Cofipe e inició la construcción del IFE, en reemplazo de la Comisión Federal Electoral, se buscaba la consolidación de los partidos políticos en México. El IFE de 1991 fue un gran paso, pero seguía atado al Gobierno.

Fue hasta 1994 cuando aparecen los consejeros ciudadanos, para luego, en 1996 llevarse a cabo la reforma que le dio autonomía y que arrancó un proceso que le daría pauta a los partidos políticos para lo que hoy desafortunadamente padecemos: el secuestro político y de la política pública por parte de los partidos.

Y es que luego de numerosos años de debate, estas reformas parecía que podrían ser la forma de modernizar y legitimar el ejercicio del poder en México. Sin embargo, la llegada del financiamiento público a estos organismos y la ausencia de rendición de cuentas aparecieron de la mano como mecanismos de operatividad para los mismos. Ahí empezó la destrucción de los partidos políticos que hoy quiero destacar.

Con el financiamiento público a los partidos se defendía la no cooptación de dichas organizaciones a manos de los grupos de interés, económicos o incluso criminales que pudieran llevar sus intereses y no los de la sociedad a dominar la agenda de estos institutos políticos.

Se argumentaba cuando empezaron a fluir millones y millones de pesos a ellos que la madurez de estos partidos políticos mexicanos garantizaría las puertas abiertas para cualquier ciudadano al poder público y que ésta sería la mejor manera de transitar hacia la consolidación de nuestra democracia.

La historia de los partidos políticos desde entonces en México es lamentable. De manera casi mágica, se consolidaron en estructuras, oficinas y presupuestos, pero con ello bloquearon reformas que les exigían transparencia y rendición de cuentas y se cerraron al escrutinio público.

Hoy nadie puede responsabilizar a los partidos de la desavenencia política que vivimos. Por el contrario, éstos son controlados por pandillas de políticos que se mueven del Gobierno a los partidos y de los partidos al Gobierno. El reciclado es tal que parecen una nueva, distinta y distante clase de mexicanos.

He criticado en este espacio, en varias ocasiones, lo poco útiles que han resultado los partidos políticos para México. Hoy quiero enfatizar tres graves vicios que estos organismos tienen hoy y que si no se revierten, el País perderá años valiosos de desarrollo potencial y acuerdos para un mejor futuro.

El primer vicio es la poca claridad de objetivos. Hace 20 años uno podía fácilmente identificar las diferencias conceptuales y prácticas de los partidos en México. En aquel entonces, todos ellos se definían con claridad respecto a temas laborales, sobre los acuerdos de libre comercio, sobre la relación con Estados Unidos, sobre cómo los ciudadanos podían acceder a ellos y qué tipo de representatividad les ofrecían.

Hoy yo no puedo distinguir ni leyendo sus estatutos la diferencia entre un PRI, un PAN y un PRD o inclusive un Partido Verde o la cosa esa llamada Convergencia o Partido del Trabajo. La partidocracia tan aplaudida sólo por los políticos ha llegado a igualar a los partidos como institutos idénticos. Los partidos ocupan el poder para reciclar a los miembros de la clase política, pero no para tomar decisiones, no para gobernar.

La segunda depravación de los partidos tiene que ver con la mezcolanza entre los mismos y el Gobierno. Hace no más de 12 años se criticaba fuertemente que un político fuera a un evento partidario en horas de trabajo. Hoy usan recursos públicos para apoyarse mutuamente. Los partidos políticos se han convertido en oficinas del Gobierno y el Gobierno se ha convertido en sucursal de los partidos.

Tercero, los partidos requieren de servidores públicos corruptos para seguir ganando elecciones, pues ya no importan las ideas valiosas, sino qué tanto se puede comprar los votos por presión, precio o despensas.

Como cofradías de poder, el común denominador de los partidos es trabajar para quedarse en el poder, pero nunca para usar el poder en cumplimiento de las tareas de gobernar. Las reformas que el País necesita se aplazan convenientemente de acuerdo al calendario electoral y el calendario electoral es el que define las tareas económicas.

Una verdadera vergüenza es la colusión entre el Gobierno y los partidos políticos. Hoy evidenciada en Monterrey con paleros que aplauden a un Alcalde cuestionado porque les paga su sueldo o con reventadores de reuniones pacíficas también pagados por su Gobierno que buscan nulificar la libertad ciudadana de manifestarse en paz.

Urge emprender la competencia política sin recursos públicos, permitiendo la reelección de legisladores y Munícipes para que dejen de aliarse a su partido siempre, y por vez primera en la historia de México hagan alianza con la ciudadanía por el desarrollo de todos.

Vidal Garza Cantú
vidalgarza@yahoo.com
 
+++++++++++++++++++++++++++++++++
 
Urge que pasemos de la partidocracia cerrada que tenemos a una verdadera democracia. La Reforma Política detenida en la cámara de diputados por el PRI y Peña Nieta no es la panacea pero es un primer gran paso hacia esa democracia. Quizá cuando haya menos partidocracia se den las otras reformas estructurales pendientes.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Competitividad

"La habilidad de aprender más rápido que tus competidores puede ser la única ventaja competitiva sustentable".
Arie de Geus

Es positivo que México haya logrado un avance de ocho posiciones en el informe anual de competitividad del Foro Económico Mundial. El nuestro es el país latinoamericano que más avanzó entre el 2010 y el 2011 al pasar de la posición 66 a la 58. Sin embargo, Chile, que perdió un lugar, se encuentra todavía delante de nosotros, en el lugar 31, mientras que Brasil, que subió cinco lugares, está también frente a nosotros en la posición 53.

El "Global Competitiveness Report 2011-2012" no es una Biblia. Muchos analistas cuestionan un índice que deja en el sexto lugar a Alemania y en el 26 a China, que algunos consideran como los países más competitivos del mundo por su capacidad exportadora. Algunos críticos sostienen que varios de los criterios del Foro son subjetivos. Sin embargo, el índice de Davos se ha convertido en el indicador de competitividad más consultado del mundo y este simple hecho le da fuerza porque se convierte en factor de decisiones de inversión.

El principal factor de competitividad de nuestro País es cuando menos paradójico: el tamaño de nuestro mercado. En este rubro estamos en el número 12 de los 142 países considerados. En términos de ambiente macroeconómico nos encontramos en el lugar 39, lo cual es un tributo a las sólidas políticas financieras y hacendarias de México en las últimas dos décadas. En refinación ("sofisticación") empresarial estamos en el lugar 56 mientras que en innovación alcanzamos el 63. Tenemos una buena preparación tecnológica, donde ocupamos también el puesto 63, y una infraestructura razonable, con la 66. También en salud y educación primaria estamos a media tabla, con la posición 69.

En otros factores México se encuentra muy rezagado. En instituciones, por ejemplo, ocupamos el lugar 103. En la eficiencia del mercado laboral tenemos un abismal 114 por nuestra ley laboral que parece hecha para restar competitividad al País y empobrecer a los trabajadores.

El País ha hecho reformas que han facilitado la operación y apertura de empresas, lo cual ha generado mejorías importantes en la competitividad. La persistencia de monopolios y oligopolios en sectores tan importantes como el petróleo, la electricidad y las telecomunicaciones es uno de los principales problemas en la competitividad. Las reformas fiscal, energética y laboral, en que tanto se ha insistido ante la resistencia de la clase política, ayudarían de manera muy importante a mejorar la competitividad y por lo tanto la prosperidad del País.

La falta de instituciones confiables, sin embargo, es un lastre demasiado pesado. El País no cuenta con leyes que permitan el cumplimiento de contratos, con policías que garanticen la seguridad de los individuos o con tribunales que den certeza para la realización de actividades empresariales.

Al final la visión que nos ofrece el "Global Competitiveness Report" no debería sorprender a nadie. El diagnóstico no es muy distinto al que muchos analistas han venido ofreciendo a lo largo de las últimas décadas acerca de la situación del País. Podemos objetar la manera en que el informe cuantifica y suma los factores o en la que nos compara con otros países del mundo, pero el diagnóstico general no está equivocado.

México ha mantenido sólidas políticas macroeconómicas que le han servido para aumentar su competitividad en los últimos años; pero la falta de instituciones, entre ellas de seguridad y justicia, así como de una legislación laboral adecuada, se han convertido en obstáculos que le hacen un enorme daño al País y a los mexicanos.

Repsol
La decisión de Pemex de aumentar de 4.8 a 9.5 por ciento su participación en Repsol es inteligente. La operación no cuesta casi nada, ya que los intereses del préstamo pueden cubrirse en buena medida con los dividendos de Repsol. La alianza con Sacyr le da a Pemex voz y voto en el consejo y permite disminuir la discrecionalidad con la que Antonio Brufau ha manejado Repsol desde los cargos simultáneos de presidente del consejo y director general.
 
Sergio Sarmiento
 
++++++++++++++++++++++++
 
Si realmente queremos que México crezca, sea competitivo, se reduzca la pobreza, se generen más y mejores empleos, tenemos que hacer las reformas estructurales. Eso es lo que propone la AMEPI, que se eliminen los monopolios públicos y privados que todavía existen, y que se hagan las reformas estructurales en materia fiscal, laboral y energética, así como un marco jurídico que de certeza a las inversiones y a la propiedad. En la AMEPI no pedimos subsidios ni tratos preferenciales del gobierno, tampoco acciones mercantilistas como devaluar artificialmente el tipo de cambio y/o elevar aranceles para beneficiar a los exportadores. En la AMEPI simplemente queremos que nos dejen trabajar, ser más eficientes y productivos, para generar más empleo en el país.
 
AMEPI, AC

sábado, 3 de septiembre de 2011

Empresarios mercantilistas

El escrito de Fernando Turner, presidente de la ANEI, publicado hoy en El Norte, es el clásico discurso del empresario mercantilista que quieren crecer exportando amparados por una devaluación del peso. Sus propuestas, excepto la de eliminar monopolios públicos y privados, son las del empresario que sólo puede crecer vía estímulos del gobierno y no en base a productividad y calidad.
 
No se puede devaluar artificialmente el peso para beneficiar sólo a un sector de la economía, el exportador, por muy fuerte que éste sea. Devaluar el peso encarecerá muchos productos, entre ellos muchos alimentos de primera necesidad (arroz, trigo, maíz), que afectarán a toda la población, especialmente a los que menos tienen. Las políticas públicas económicas deben pensar primero en los consumidores, que somos todos, y no en los productores.
 
Turner pide devaluar y que el gobierno se endeude. Esa medicina ya la conocemos y algunos si recordamos lo amarga y dañina que fue. Lo que se requiere no son devaluaciones y deuda pública para beneficio de unos pocos. Lo que se requiere son las reformas estructurales (laboral, fiscal, energética) que faciliten la creación de empleos incentivando la inversión productiva. No es con acciones mercantilistas, proteccionistas, como se generarán empleos y crecimiento. Es con leyes, reglas del juego, que en lugar de castigar, exprimir, al empresario y profesionista emprendedor, lo dejen trabajar y detonar su creatividad.
 
AMEPI, AC