sábado, 31 de diciembre de 2011

Cruzar el río

Manejas sin respetar los reglamentos viales, sin educación vial alguna, tirando basura y siendo prepotente cuando eres detenido por un oficial de Tránsito.

En eso, cruzas el río y todo cambia. Pasas una línea invisible que al parecer es un límite mágico que causa que cambies tu conducta por completo. De pronto, eres educado, respetas los reglamentos y le das el debido respeto y autoridad a los oficiales de Tránsito.

Pero ¿por qué? ¿Qué cambió? El clima es el mismo. La vegetación no cambia. La gente es igual.

¿Por qué comportarse diferente? Si sólo caminaste unos cuantos metros.

¿Acaso esos metros tienen algo especial? Si en ambos lados se tienen reglamentos, autoridades, ciudadanos, señalamientos, etc., ¿por qué incumples en un lado y en el otro no?

Según el psicólogo Abraham Maslow, esto se debe a que las diferentes estructuras sociales causan comportamientos diferentes.

Se puede comprobar esta teoría al ver que, de un lado, se tiene una estructura democrática basada en el Estado de Derecho (lo que Benjamin Franklin llamaría una República); mientras que, en el otro lado, tenemos una estructura democrática arraigada en una clase política incompetente, en la impunidad y en la falta de compromiso social.

Según los autores de "Freakonomics", Steven D. Levitt y Stephen J. Dubner, la conducta de las personas es una respuesta a incentivos disponibles, y agregando este concepto a las ideas de Maslow, vemos que en esos metros de diferencias hay dos estructuras diferentes: una que te recompensa seguir la ley; y otra que incentiva la violación de la misma.

Por eso encontramos en Estados Unidos al ex Gobernador de Illinois Rod Blagojevich con una condena de 14 años de prisión por negociar puestos políticos, mientras que en México caminan con absoluta libertad personajes como Arturo Montiel, Adalberto Madero, Humberto Moreira, Carlos Romero Deschamps, entre muchos otros, que han cometido supuestos crímenes de mucha más gravedad que aquellos hechos por Blagojevich.

Vivimos creyendo que el cambio en nuestra estructura social y política depende de los políticos, y nos resignamos a pensar lo contrario. Estamos equivocados y debemos de empezar por entender que la política es demasiado importante como para dejarla en manos de los políticos.

El cambio estructural en México se debe llevar acabo de abajo hacia arriba: desde la ciudadanía hacia la clase política.

No hay manera alterna para lograr un cambio en el País que no sea a través de la participación ciudadana.

No basta con participar para exigir que se adopte cierta reforma o programa; se requiere una participación activa que haga valer la instituciones ya presentes. Se requiere una ciudadanía que exija y contribuya a que las políticas publicas sean efectivas.

México está urgido de una sociedad que se involucre en lo temas públicos para poder exigir y participar en las decisiones que se tomen, pues solamente a través de estos mecanismos lograremos formar mejores políticos que estén conscientes de su trabajo y de las necesidades y exigencias de su representados.

El fin de la mediocridad y el estancamiento mexicano se centra en contar con buenos ciudadanos que actúen como tales, y que a través de su ejemplo, participación y exigencia contribuyan a formar una mejor clase de políticos que ayuden a reformar la estructura política y social de este país.

Aprovechemos este cambio de año, y que esta transición de fechas sea como los cuantos metros que caminamos para cambiar nuestra conducta.

El cambio radica en nosotros, y vivamos este 2012 como el México que queremos ver y poco a poco vamos a asombrarnos del poder del ejemplo.

México puede cambiar, pero ese cambio no sucederá si nosotros mismos no nos comprometemos a que suceda.


Eugenio Garza de la Puente
garzaeugenio@gmail.com

Propósitos para todos

Agotado, el sol se pone en el 2011. Con él se nos fueron: ejecutado, el ex jugador del Cruz Azul Ignacio Flores Ocaranza; asesinada, la defensora de los derechos humanos Susana Chávez; y accidentado, el Secretario de Gobernación Francisco Blake Mora, entre otros valiosos mexicanos.

Fue el año de la tragedia en el Casino Royale, de cadáveres colgando de puentes, Alcaldes acribillados, de dos normalistas muertos, de secuestros y de extorsiones.

Se formaron las trincheras para la próxima contienda electoral. Enrique Peña Nieto busca retomar para el PRI la silla presidencial, Andrés Manuel López Obrador promete una "República amorosa" y el partido blanquiazul está por definir quién será su aspirante.

Todos los candidatos y precandidatos argumentan que si él o ella portara la banda presidencial la situación en México sería distinta, sería mucho mejor.

Sin embargo, la solución no está en Los Pinos. Para transformar al País es indispensable una ciudadanía activa.

Mañana será el primer día del 2012. Como escribiera el poeta Octavio Paz, esperemos que abra los ojos y penetre en una primavera anticipada; que esté lleno de pájaros el mundo.

Los mexicanos guardamos el poder para adelantar este florecimiento. La suma de nuestros actos, grandes y pequeños, puede solidificar nuestra tambaleante democracia y conducir la Nación hacia el progreso.

Con este objetivo propongo que en el 2012:
 
1. Participemos en las elecciones presidenciales comparando de manera crítica posturas, personajes y plataformas. Que como miembros de una sociedad libre exijamos a los candidatos el cumplimiento de la ley, analicemos sus decisiones y vigilemos su apego a la ética.

Que si llega la jornada electoral del 1 de julio y nos sentimos frustrados, sin ninguna opción que valga la pena, no anulemos nuestro voto. Habrá en dado caso necesidad, por desgracia, de elegir al gobernante menos peor y hacerlo de forma cívica y razonada.

2. Nos comprometamos a vivir con honradez. Empecemos por dejar de hacer lo que tanto les criticamos a los políticos, es decir, mentir, robar y sobornar. Seamos íntegros hasta en el más mínimo detalle.

Según el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, la corrupción le cuesta a México 9 puntos del PIB anual. Así que nada de comprar piratería, colarnos en la fila, exagerar talentos en el currículum, tomar materiales de oficina para uso personal, copiar en el examen ni aceptar un elogio por el logro de alguien más.

3. Apoyemos una causa. Con casi 40 mil muertos y contando desde que comenzó la guerra contra el narcotráfico, es momento de apagar la televisión, levantar el trasero del sillón y tomar acción. No tenemos que ser Javier Sicilia ni Alejandro Martí para alzar la voz. Todos poseemos talentos que podríamos poner al servicio de la comunidad.

Por ejemplo, integrémonos a una ONG que busque elevar la calidad de la educación, animémonos a formar parte de una marcha por la paz o donemos nuestro tiempo a un albergue para niños maltratados.

"Un individuo moralmente y civilmente responsable se reconoce a sí mismo o sí misma como miembro de un tejido social más grande y por lo tanto considera que los problemas sociales, por lo menos en parte, le pertenecen", escribe el profesor de la Universidad de Stanford Thomas Ehrlich al definir la activación ciudadana.

Los votos que ingresemos en las urnas este próximo verano van a definir quién será nuestro Presidente por los siguientes seis años. Seguramente nos prometerá desarrollo, empleos, oportunidades y seguridad.

Pero ni el más sabio, recto y competente líder (que por cierto no se vislumbra por ninguna parte) puede salvar a una nación si sus habitantes no encabezan el cambio.

La verdadera revolución llegará para quedarse cuando brote desde el interior de mexicanos comunes y corrientes. Cuando familiares, amigos y vecinos, en sus quehaceres de la vida diaria, desde sus hogares, escuelas y trabajos, alteren poco a poco para bien la realidad del País.

Celina Canales
canalescelina@gmail.com

viernes, 30 de diciembre de 2011

Gemelos (las Coreas)

"Toda Corea del Norte es una cárcel". Kim Y. Sam
 
Los científicos gustan de hacer experimentos con gemelos idénticos -particularmente aquellos separados en el nacimiento- para tratar de entender cuánto de la naturaleza humana es heredado y cuánto definido por el ambiente. La nueva obra de teatro de Andrés Roemer, "Oskar y Jack", recaba de hecho un caso de la vida real, estudiado por la especialista Nancy Seagal, en que un hermano se convirtió en militante nazi y el otro en sionista judío.

Las repúblicas de Corea nos proporcionan una oportunidad similar de comparación, quizá única en el mundo. Se trata de dos países, pero de un solo pueblo que comparte idioma, cultura e historia.

Corea del Norte era tradicionalmente la parte más próspera de la península. Cuando concluyó la Segunda Guerra Mundial en 1945, y en particular como consecuencia de la Guerra de Corea de 1950-1953, los dos países se separaron y empezaron a vivir bajo regímenes económicos y políticos muy distintos. Se inició así un experimento fascinante sobre qué tanto la prosperidad es definida por razones culturales y cuánto por el sistema económico.

A seis décadas de distancia las conclusiones son abrumadoras. La parte más próspera del país hasta los años 50, Corea del Norte, se ha quedado estancada tras la adopción de un sistema comunista. Corea del Sur, en cambio, ha tenido un desarrollo espectacular que le ha permitido dejar una pobreza comparable a la de las naciones de África hasta convertirse en uno de los mayores milagros económicos del mundo contemporáneo.

El experimento de separación de estos dos gemelos idénticos ha afectado también a sus sistemas políticos. Corea del Norte tiene un régimen autoritario que, a pesar de sus políticas comunistas, mantiene un sistema de sucesión monárquico en que el poder pasa de padres a hijos en una sola familia. Corea del Sur, que durante su primer periodo de desarrollo vivió bajo una serie de regímenes militares, ha logrado una transición exitosa a un Gobierno democrático con alternancia de partidos en el poder.

La diferencia económica entre las Coreas es enorme. En el 2010, según el Fondo Monetario Internacional, Corea del Sur ocupaba el lugar 33 entre las economías del mundo con un Producto Interno Bruto (PIB) per cápita de 20 mil 756 dólares nominales, el doble que México con sus 9 mil 522 dólares.

El FMI no registra una cifra para Corea del Norte, debido a que el país no es miembro de la organización y a la opacidad de su información económica. Pero la CIA ofrece una estimación de mil 200 dólares al año para el PIB de Norcorea. Esto coloca al país en el nivel de naciones africanas como Camerún y Mauritania. Corea del Norte ha tenido que recurrir a su odiado enemigo al sur del paralelo 38 para recibir ayuda alimentaria; sólo así ha impedido que millones de norcoreanos mueran de hambre.

Durante mucho tiempo se dijo que el milagro económico de los países del Asia-Pacífico se debía a la cultura de trabajo y ahorro de los habitantes de la región. Y sí, no cabe duda de que hay una tradición de labor intensa y de ahorro en los pueblos de ese lugar. Pero como vemos en el experimento de los gemelos coreanos, la cultura de poco sirve si no hay un sistema económico que fomente la inversión, el trabajo y la productividad.

Se ha vuelto tan grande la diferencia económica entre las dos Coreas que el experimento sugiere que es mucho más importante contar con un buen sistema económico, con un régimen de mercado, que tener una cultura de trabajo y ahorro. En esto hay lecciones para los mexicanos y para el resto de los países del mundo.

Sergio Sarmiento
 
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Y a pesar de que todos sabemos de la pobreza, de la falta de libertades del pueblo de Corea del Norte aún así hay gente en México que piensa que están bien, como los del Partido del Trabajo (PT) que consideran "camaradas" a los líderes opresores coreanos. Que pena. Pero son las cosas que hay que ver para decidir qué es lo mejor para México. Ahí está el caso de Corea del Sur, que hace 50 años era más pobre que México. Y ahora tienen un PIB per cápita de más del doble del nuestro. Urgen las reformas estructurales que nos permitan crecer.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Preciada libertad

Circunstancias particulares me han forzado a meditar sobre la relación entre la libertad y las malas leyes. Lo que he descubierto es sorprendente. Quizá alguien más notó esta conexión, pero no con el ángulo que yo le estoy dando ahora.

Sabemos que la libertad es un principio, una condición, un punto de partida que sirve para construir el andamiaje jurídico de un país.

La historia nos dice que ha habido millones de seres que han dado su vida en la lucha por ganar su libertad. Ahora, en Egipto, se libra de nuevo una de esas batallas en las que la gente se lanza a la calle en busca de libertad, sólo para encontrar una bala viajando en sentido contrario a gran velocidad. La libertad es un bien muy frágil.

A mí me interesa presentar la libertad como principio jurídico porque me he dado cuenta de que la preservación de la libertad personal tiene una utilidad fantástica como vacuna contra la mala legislación. En la medida en que respetamos la libertad personal, obligamos a que la legislación sea lo más eficiente y eficaz posible.

Dicho de otra forma: las malas leyes son las que nos quitan libertad innecesariamente. Y vaya que sí abundan esas leyes.

Por ejemplo, en todo lo electoral encontramos prohibiciones que resultan absurdas. Son leyes tontas e ineficientes; y lo son porque cancelan mucha más libertad que la estrictamente necesaria para obtener los resultados deseados.

Todo Estado de derecho democrático descansa sobre la premisa de que el Gobierno sólo interviene lo necesario para poner orden donde los individuos no lo pueden imponer por sí mismos.

Es el principio de subsidiariedad abrazado por el PAN, pero estrangulado por los gobiernos que no saben realmente cómo gobernar sin atropellar a la gente que deben ayudar.

Si todos lucháramos por preservar el máximo de nuestra libertad, entonces las leyes tendrían que ser óptimas y muy eficientes. Se trata de ceder al Gobierno el mínimo de facultades, es decir, de restricciones a nuestra libertad, para conseguir un objetivo común. Si el Gobierno recibe o se apropia de facultades excesivas, eso atenta directamente contra nuestro ámbito de libertad.

Debo decir que la gente que se dice "de izquierda" es una enemiga natural de la libertad. Les encantan los gobiernos grandotes y costosos.

Me he sentado a la mesa docenas de veces para negociar iniciativas de ley y los aficionados a Karl Marx son muy propensos a resolver todo coartando libertades. Por ejemplo, no creen en el mercado, para empezar.

En el otro extremo, la gente de extrema derecha tiende a favorecer soluciones como la de "credencializar" a todo mundo para tener control de lo que la gente hace. Unos y otros son enemigos de la libertad por razones diferentes.

Existen razones científicas para defender la libertad. Todos somos procesadores de información, querámoslo o no. Siendo así, entre más procesamiento nos reservemos y menos carguemos al Estado, más eficientes seremos y el Estado también.

Sin embargo, todo los días nos topamos con leyes mal hechas que centralizan el procesamiento sólo para estorbar lo que se hubiera resuelto contractualmente a través de la interacción entre personas libres e inteligentes.

Cuidado con los gobernantes o jefes que creen sinceramente que la única manera de obtener resultados es quitar libertades y decirle a la gente qué debe hacer. Por esa razón se desintegró la Unión Soviética. Ahora dieron el bandazo hasta el otro extremo y de nuevo recurren a cancelar libertades individuales.

No es difícil encontrar el punto medio entre la libertad total que se convierte en desgobierno y el control total que se traduce en dictaduras ineficaces e ineficientes. El principio debe ser dejar en manos de la gente todo lo que la gente hace mejor que el Gobierno.

En la medida en que penetren más las tecnologías de la información, mayor debe ser la libertad que nos debiera ser devuelta por el Gobierno. Ello simplemente porque nuestra capacidad de autogobernarnos ha aumentado radicalmente.

Si esto no está pasando, malo el cuento. Quiere decir que estamos perdiendo libertad en vez de ganarla.

Por ahora, que sea éste un llamado de alerta en defensa de la libertad individual.

Javier Livas
javierlivas@mac.com
 
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Más allá de izquierdas y derechas está el liberalismo.

martes, 13 de diciembre de 2011

Salario mínimo

"Los salarios mínimos altos matan empleos." Thomas Sowell
 
El virtual candidato del PRI a la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto, no se acordó, en una entrevista con el periódico español El País, cuál es el monto del salario mínimo en México. Una vez más se desató una oleada de críticas y burlas al aspirante, lo cual es inevitable dado que se encuentra en primer lugar en las encuestas en la carrera presidencial.

Qué bueno que nadie me preguntó a mí, porque yo tampoco sabía. Pero me puse a investigar. Este 2011 el salario mínimo en la zona A, la más cara, es de 59.82 pesos diarios, lo cual equivale a mil 794.69 pesos al mes (tampoco los reporteros de El País tenían bien la cifra ya que dijeron "ronda los mil 740"). En la zona B el mínimo asciende a 58.13 y en la C a 56.70. Con el aumento para el 2012, a partir del 1 de enero el mínimo en la zona A pasará a 62.33 pesos, o mil 869.90 pesos al mes. En las zonas B y C se alcanzarán 60.57 y 59.08 pesos.

Pero ¿cuántos mexicanos ganan el salario mínimo? Me dicen que alrededor de 5 millones, aunque muchos tienen un salario mínimo nominal y obtienen ingresos adicionales. Es muy común, por ejemplo, que los meseros sean contratados con salario mínimo, pero obtengan la mayor parte de su ingreso en propinas. Aun así, hay un número importante de trabajadores que solamente reciben el salario mínimo y otros más que ni siquiera llegan a ese monto.

Yo nunca he podido conseguir un trabajador, ni siquiera para las tareas más humildes, por un monto cercano al salario mínimo. El mercado al que tengo acceso empieza alrededor del doble. Sin embargo, tras preguntar al aire en mi programa de radio, un empleado de Lavatap, una empresa de limpieza de oficinas, me mostró un recibo que registra un sueldo diario de 57.46 pesos. Esto es incluso menos que el mínimo. Recibí también varias llamadas telefónicas de personas que me dicen trabajar en gasolineras. Señalan que no tienen sueldo y que viven simplemente de las propinas. El esquema me parece ilegal.

Una cosa son los salarios mínimos y otra muy distinta los medios. En septiembre del 2011 los salarios medios generales registrados por el IMSS alcanzaban los 245.84 pesos, cuatro veces más que el mínimo. Los trabajadores peor pagados eran los de agricultura, ganadería, silvicultura y pesca, pero aun así recibían 140.13 pesos, más del doble del mínimo. Los mejor pagados eran los de las industrias extractivas, particularmente la minería, ya que obtenían un salario medio diario de 386.95 pesos, más de seis veces el mínimo.

Hay que tener cuidado, sin embargo, con la idea de que la forma de combatir la pobreza es simplemente elevar el salario mínimo. El economista negro Thomas Sowell ha advertido que el salario mínimo ha representado un virtual genocidio contra la raza negra en los Estados Unidos. Antes de que se estableciera este mínimo, no había diferencia entre el desempleo de blancos y negros. El salario mínimo volvió inempleables a millones de negros; el desempleo entre los miembros de esta raza se elevó radicalmente y sus familias y comunidades fueron gradualmente destruidas.

La única forma de elevar el nivel de vida de un país es tener inversión productiva que genere empleos. Subir en exceso el salario mínimo en una sociedad en la que no hay suficiente inversión simplemente aumenta el desempleo. Eso es lo importante que deben entender los aspirantes a la Presidencia de la República. Los montos exactos de los salarios mínimos son una simple anécdota.

 Sergio Sarmiento

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El salario no es más que un precio en el mercado, es el precio, el valor del trabajo. Y se rige por la oferta y la demanda. Cuando el Estado interviene y por Ley se fijan salarios mínimos, se altera el libre mercado y tiene un costo: el desempleo. La única forma en que los salarios pueden subir sin afectar la oferta y la demanda del mercado laboral es con crecimiento económico, creando más empleos. A medida que el desempleo tiende a cero, los salarios empiezan a aumentar sin que haya necesidad de que intervenga el gobierno. Los salarios también aumentan cuando van emparejados con un aumento en la productividad. Aumentar salarios por decreto no es más que populismo y causa inflación y desempleo. Paradójicamente afecta a los más pobres.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Espejo retrovisor

La debilidad del crecimiento económico de México a lo largo del pasado cuarto de siglo sigue dando lugar a la multiplicación de ideas para fortalecerlo. Muchas de ellas son analíticamente sólidas y políticamente viables. Otras son meros buenos deseos. Y hay también aquellas que son una franca regresión histórica. Entre las últimas destacan piezas de museo que conviene distinguir, porque son parte de las propuestas de grupos que pretenden llegar algún día (espero que sea lejano) al poder político en nuestro País.

Por ejemplo, se dice que la aceleración del desarrollo económico nacional precisa de un ejercicio de planeación integral -encabezado por el Gobierno. Este planteamiento no tiene nada de nuevo, y admite al menos dos objeciones de peso: ha fracasado en más de una ocasión en el pasado mexicano y el Gobierno ha probado que no es capaz de planear adecuadamente ni siquiera sus propias actividades. Esto no quiere decir que el Gobierno debe jugar un papel insignificante en el proceso de desarrollo. Al contrario, el análisis empírico de cientos de casos revela que la tasa de crecimiento es más alta si el Gobierno protege los derechos de propiedad, mantiene la libertad de los mercados y gasta poco en consumo improductivo. [Barro, R. y Sala-i-Martin, X. (2004), Economic Growth, Cambridge, Mass.: MIT Press]. Ya sé que lo apuntado no coincide del todo con la experiencia reciente de China. Sin embargo, conviene notar que el caso chino gira alrededor de la existencia de un gobierno autoritario -aunque pragmático- y sirve de ejemplo para México sólo en unos cuantos aspectos.

En lo que toca a factores financieros, el espectro de las sugerencias es muy amplio, y con harta frecuencia es incongruente. A muchos aspirantes al poder les parece adecuado establecer controles tanto sobre las tasas de interés que los intermediarios financieros pagan al ahorrador, como sobre las tasas de interés que cobran al acreditado. Esta propuesta no es otra cosa que un esquema discrecional de subsidios. Curiosamente, encuentra eco en algunos círculos empresariales, a pesar de que sus miembros reaccionarían con santa ira frente a la idea de que la burocracia determinara los precios de los productos que ellos producen o comercializan. En el mismo ámbito, hay quienes quieren revivir lo que en su época se llamó "controles selectivos del crédito" aplicables a la banca comercial -un mecanismo arbitrario que propició la politización de los flujos de recursos, la consecuente ineficiencia y la inevitable corrupción. Otros, en la misma vena, suspiran por el regreso de "una banca de desarrollo fortalecida". A este respecto, como dice la frase en inglés: "been there, done that". En otras palabras, eso ya lo probamos, y el resultado, entre otros, fue Banrural, una institución desprestigiada con razón, cuya liquidación le costó al fisco la friolera de 4 mil millones de dólares, si la memoria no me falla.

Siguiendo con lo financiero, apenas hace unos días me topé con una nota especializada que avala la propuesta -ya plasmada en iniciativas de ley por parte de un par de partidos políticos- de cambiar la Constitución, para que el mandato del Banco de México incluya la tarea de lograr "el máximo crecimiento económico" (!), y no sólo el combate a la inflación. Esto les parece a los proponentes un avance en materia de política monetaria, pero en realidad sería un retroceso histórico. Se trata de una confusión entre lo que se puede hacer en materia de política anticíclica y lo que se debe hacer en materia de política de desarrollo. Los economistas sabemos que, en ciertas condiciones limitadas, una expansión monetaria puede tener efectos positivos temporales sobre la producción y el empleo. So far, so good. Pero es imposible generar un auge permanente utilizando esa herramienta. En el largo plazo, lo único que se obtiene con un crecimiento monetario alto y creciente es más inflación, tasas de interés más altas y una economía menos productiva.

El problema económico principal de México no consiste en los altibajos típicos de las economías avanzadas, sino en la lentitud casi secular de su desarrollo. La mejoría sostenible del bienestar de la población depende del aumento de la productividad y ello, a su vez, está determinado por factores reales, no monetarios. Lo que importa es la cantidad y calidad del capital físico y humano de que se dispone, la eficiencia y confiabilidad de las instituciones, la flexibilidad de los mercados, la capacidad de absorción de la tecnología moderna, etcétera. Suponer que todo ello se resume en un cambio en la Ley de Banxico es de un simplismo inquietante.

Al manejar un auto, es útil echar una ojeada al espejo retrovisor de vez en cuando, pero es vital ver hacia adelante.
 
Everardo Elizondo
 
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Aunque Everardo Elizondo no lo dice por ser "políticamente correcto", hay que decirlo con todas sus letras, quienes está haciendo esas propuestas que serían un retroceso es AMLO y su equipo. Quieren más control del gobierno en la economía, como si fuera poco el que ya tenemos. Y quieren poner controles financieros a tasas de interés, tipo de cambio (depreciación), para beneficiar a unos cuantos (empresarios exportadores) en detrimento de la mayoría (todos somos consumidores). Como bien señala Elizondo, esas propuestas ya se implementaron antes con resultados desastrosos para México, y sobre todo para los más pobres en forma del impuesto más terrible de todos: la inflación.
 

domingo, 11 de diciembre de 2011

MEXICO CONFUNDIDO II

"La reciente campaña "Más valores" de la Secretaría de Educación Pública de México, pretende fomentar actitudes que no necesariamente fortalecen la función reflexiva, emancipadora y social de la educación y, por el contrario, tienden a hacer de la formación escolarizada una herramienta de control". Margarita Pacheco

 

"La emancipación siempre llega puntual, llegar tarde a esa cita sería un pecado"                                                            

 

Una economía de mercado se desarrolla cuando el gobierno solo sirve como protector de vida, libertad y propiedad sin intervenir en la economía. Cuando respeta y protege los derechos de propiedad. Cuando asegura que la transferencia de propiedad solo ocurra a través de regalo, herencia, o por acuerdo mutuo de intercambio. Cuando asegura que los individuos, mientras no violen los mismos derechos de otros, no sean molestados, agredidos o sus propiedades sean expropiadas.

 

PERO, ¿CUALES SON LAS CARACTERISTICAS DE LA ECONOMIA MEXICANA?

 

1.  La propiedad de los medios de producción es restringida y minimizada, es sujeta al bien común. Lo dice la constitución.

2.  El uso de los algunos medios de producción por parte de particulares es prohibido, limitado, restringido y castigado.

3.  Los usuarios de los medios de producción no  pueden tener como referencia en sus acciones solo la demanda de los consumidores, puesto que el estado constantemente interviene y distorsiona esos mercados.

4.  El gobierno influye, determina, fija, controla  y manipula el establecimiento de precios para ciertos bienes de consumo y los factores de producción.

5.  El gobierno manipula el impacto de las fuerzas de oferta y demanda en el mercado, dejando a la empresa privada a su merced al tiempo que incrementa el control e influencia sobre los resultados de dichos mercados, a través de medios artificiales como son el control de precios y producción, control de la participación en ciertos segmentos del mercado, y subsidios directos e indirectos a determinadas áreas de la economía.

6.  La participación de empresas extranjeras en los mercados domésticos es desalentada o prohibida a través de control de importaciones e impuestos, o simplemente no permitida (Ley de inversión extranjera, las gloriosas aduanas etc.).

7.  El sistema monetario es totalmente regulado por el gobierno con el propósito de influenciar que es lo que se usa como medio de intercambio, el valor del mismo, la cantidad de incremento o decremento en el mercado. Todas estas herramientas son usadas para afectar y manipular el empleo, la producción, el comportamiento de la economía. Además participa directamente en competencia con el sector privado vía sus Bancos de Desarrollo, impidiendo de esa forma la creación de un mercado de capitales.

8.  La función del gobierno definitivamente no se limita a la protección de vida, libertad, propiedad y contratos, sino que asume papeles como rector de la economía, proveedor de servicios que deberían ser responsabilidad del sector privado, controla sectores tan importantes como el petróleo, electricidad, la agricultura a través del ejido, compite en vivienda, salud, educación, manejo de fondos de pensiones, transporte etc.

9.  Las regulaciones y los impuestos son de tal magnitud, que desalientan el buen desarrollo de la economía provocando grandes niveles de corrupción al implementar tales políticas.

                                                                      

Es importante señalar que todas estas políticas tienen que ser implementadas a través de medios violentos y cohesivos. Solo la amenaza del uso de la fuerza de parte del gobierno, hace que las personas sigan cursos de acción que difieren totalmente de los que pacíficamente hubieran tomado si no hubiera existido esa intervención policiaca estatal.

 

La gran diferencia en un sistema de economía de mercado, es que los medios de producción son privados y los propietarios tienen la libertad para determinar cómo serán utilizados. De esa forma, el control sobre los medios de producción se despolitiza y, como este control se dispersa entre un amplio segmento de la sociedad civil, es también descentralizado. Los individuos controlan los medios a través de los cuales ellos pueden mantener y mejorar sus condiciones de vida, de esa forma no tienen que depender de fuerza política alguna para su desarrollo y progreso. Pero no solo los dueños de los medios de producción tienen una gran autonomía en una economía libre, también los consumidores, porque ellos son los que determinan que bienes y servicios serán demandados. 

 

Adam Smith afirmaba: "Los seres humanos constantemente estamos necesitando la ayuda de nuestros semejantes, pero es ridículo el esperar esa ayuda solo por su benevolencia. El ser humano podrá lograr su cometido si puede orientar el amor propio (interés) de sus semejantes en su favor, de esa forma convencerlos que es en su beneficio el hacer por el lo que el requiere de ellos. Dame lo que yo quiero y tu tendrás esto que tu quieres, solo de esta forma es que obtendremos unos de otros los mejores beneficios en la satisfacción de nuestras necesidades. No por la benevolencia del carnicero, del panadero y de el lechero, es que tengo la cena sobre mi mesa, sino por su interés muy personal de lograr una ganancia y, en esa persecución, sin proponérselo aportan al beneficio de la comunidad siempre guiados por esa mano invisible." Debemos abordarlos no tratando de tocar su humanidad, sino su amor propio, su interés, nunca debemos hablarles de nuestras necesidades, sino de sus ventajas y sus oportunidades.

 

Esto es lo que asegura que la demanda de los consumidores guiará el uso que se haga de los medios de producción. Cada individuo deberá encontrar la forma de satisfacer las necesidades de otros antes de que pueda satisfacer las suyas. Como resultado, los precios de los bienes y factores de producción no son decretados por el gobierno, sino que se establecen en el mercado a través de las fuerzas competitivas de oferta y demanda.

 

El interés más particular de cada individuo es socialmente orientado en el mercado. A través de un sistema de pérdidas y ganancias, cada propietario de los medios de producción debe dirigir el uso de los recursos bajo su control por los canales que el piensa servirán mejor al resto de la humanidad. En un sistema social de división de trabajo, no es necesario que cada consumidor trate de controlar los recursos que el quiere y de los cuales deba depender. El mercado "socializa" su uso en beneficio de los consumidores provocando que cada propietario de los medios de producción dependa del éxito de sus ventas para ganarse la vida y prosperar.

 

"Subdesarrollo es un estado mental", afirma el Prof. Harrison. Los mexicanos debemos de abandonar esa trampa que nos ha esclavizado durante toda nuestra vida independiente y así, como nos dice Paul Romer, cambiar las reglas por aquellas que produzcan el individuo liberado que se de a la construcción de un país próspero, justo y en paz. Un país emancipado.

 

Ricardo Valenzuela

Twitter@elchero

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miércoles, 7 de diciembre de 2011

Los desiguales

"La igualdad tal vez sea un derecho; pero no hay poder humano que alcance jamás a convertirla en hecho". Honoré de Balzac
 
Si bien la desigualdad en nuestro País se ha reducido desde la década de 1990, México tiene el segundo nivel de desigualdad entre los países de la OCDE, sólo detrás de Chile. El estudio "Divided We Stand" de esa organización señala que en México el 10 por ciento más rico de la población gana 26 veces más que el 10 por ciento más pobre, mientras que la cifra promedio de la OCDE es de nueve veces.

Esta información ha sido reportada ampliamente en nuestros medios de información y ha promovido sesudos análisis de los más populares comentócratas, quienes han aportado sus ideas para explicar por qué nuestra sociedad es tan desigual. El propio estudio de la OCDE, sin embargo, nos ofrece razones completamente diferentes.

Un 70 por ciento del incremento en la desigualdad de ingresos de los hogares es producto de "cambios en la sociedad" y en particular de la existencia de un mayor porcentaje de solteros y de hogares monoparentales, así como de personas casadas con parejas del mismo nivel de ingresos. En otros países de la OCDE estos factores no han tenido un papel tan relevante. El aumento en el empleo femenino, en contraste, ha generado una reducción en la tasa de desigualdad.

La idea de que la desigualdad es producto de una caída en los ingresos de los más pobres y un aumento de los ricos es falsa. El 10 por ciento más pobre de la población mexicana tuvo un aumento de 0.8 por ciento en sus ingresos reales en los últimos 25 años, mientras que el 10 por ciento más rico registró un aumento también, pero de 1.7 por ciento.

Los trabajadores mexicanos laboran más horas que cualquiera en la OCDE, pero quienes reciben mejores ingresos han tenido un aumento en sus horas de labor mientras que los que ganan menos han registrado una caída. Esto explica una parte importante de la desigualdad. Lo anterior sugiere que hay falta de personal calificado, y mejor pagado, lo que concentra el trabajo en quienes más ganan.

Las prestaciones sociales en especie se han duplicado desde la década de 1990, pero representan solamente un 7 por ciento de los ingresos después de impuestos. Esto es menor que el 12 por ciento promedio de la OCDE. Estas prestaciones sólo ayudan a reducir en un 3 por ciento la desigualdad. Los subsidios en México no han sido eficientes para reducir la desigualdad.

La OCDE ofrece recomendaciones para lograr este objetivo. La primera es evidente: "El mayor reto consiste en crear más y mejores empleos", ya que el empleo es el mejor instrumento para reducir la desigualdad. Las políticas de redistribución del ingreso son importantes, pero de poco sirven si no hay empleo. Debemos revisar y eliminar todos los obstáculos a la inversión productiva y a la generación de empleos.

El estudio de la OCDE apunta: "La inversión en capital humano es fundamental". Si una parte importante de la desigualdad es producto de que los trabajadores que más ganan laboran cada vez más horas y los que menor ingreso tienen lo hacen menos, necesitamos mejorar la calificación de los trabajadores. La reforma de las políticas fiscales y sociales "es el instrumento más directo para aumentar la redistribución", pero no es la solución por sí sola.

El diagnóstico de la OCDE es importante. La desigualdad en México es enorme, pero no podemos cerrar los ojos a lo que nos dice el estudio sobre sus orígenes sólo para defender una agenda ideológica. El 70 por ciento del aumento en la desigualdad es producto de cambios sociales que difícilmente van a desaparecer.
 
Pobreza
Reducir la desigualdad es un objetivo social importante, pero el verdadero enemigo es la pobreza, que no es la misma cosa. Chile es el único país de la OCDE más desigual que México, pero ha tenido un éxito extraordinario en reducir la pobreza gracias a un crecimiento económico sólido.

Sergio Sarmiento
www.sergiosarmiento.com
 
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La pobreza no se combate repartiendo la riqueza existente, sino creando más riqueza, con inversión productiva que genere empleos. Para eso son las reformas estructurales. Con cambios pequeños, de maquillaje, no se resuelve el problema de raíz.
 
AMEPI AC

lunes, 5 de diciembre de 2011

MEXICO CONFUNDIDO

Navegando hacia su tercera elección democrática, México enfrenta una encrucijada ¿hacia dónde nos dirigimos? Ya experimentamos con socialismo, mercantilismo, estatismo, el nacionalismo de Echeverría, el club neoliberal de Salinas. La revolución mexicana probó haber sido un fracaso entonces, ¿hacia dónde vamos? O mejor ¿hacia dónde nos llevan? ¿A dónde queremos ir? ¿Cómo?

 

En primer lugar, para definir el rumbo debemos de saber cuál es el destino que anhelamos, luego, cómo debe ser la jornada. Creo que el destino todos lo conocemos; un país libre, próspero, justo, plural, democrático, en paz, con oportunidades para todos los que las quieran y las busquen. Pero no todas las jornadas nos llevarán a ese destino.

 

He ahí la gran confusión, no sabemos por donde, no sabemos cómo. Lo único que sabemos es que las diferentes recetas aplicadas no han funcionado, es hora de cambiar de hábitos. Por primera vez los mexicanos sentimos que nuestro voto cuenta ¿el destino del país está realmente en nuestras manos? ¿que vamos hacer?

 

La década  de los 80 fue testigo del regreso de las ideas liberales clásicas que impulsaron la formación de las economías más prósperas del mundo. Sin embargo, esa filosofía liberal de Smith, Looke, Jefferson, degeneró hasta llegar a los excesos que ahora se conoce como capitalismo salvaje, que nada tuvo de capitalismo, mucho de salvaje. Pero eso fue hace más de 20 años, el mundo ha cambiado. La cibernética ha emparejado a los participantes y tales políticas se han restablecido en algunos países del mundo con gran éxito. (China, Brasil, Nueva Zelanda)

 

La mexicanos nos hemos dedicado a la crítica sin presentar otras alternativas, cambio por cambio, muera el PRI, el PAN y PRD, viva no sabemos quién, muera el estatismo, el mercantilismo, el comunismo, "el neoliberalismo," viva no sabemos qué. "Somos la consciencia" de la nación mas no el credo de la misma, sabemos que las estructuras del país están sobre bases falsas, pero no sabemos cómo reconstruirlas o lo peor, están podridas, pensamos que gente nueva pero con las mismas herramientas podrá salvarlas.

 

México necesita libertad, mercados libres, libre comercio, libertad personal, libertad de credo y religión, libertad política, todo ello empaquetado en un estado de derecho moderno. México necesita menos gobierno y mas sociedad civil, necesita un verdadero capitalismo democrático. ¿QUE ES ESO?  Pero tal vez lo que más necesite el país es un estadista, un líder con la autoridad moral de convencer a los mexicanos para que entiendan y luego abracen esa ruta, después, como sociedad civil en libertad, tomar el timón de la nave para llevarla finalmente a su destino.

 

En 1926 el economista austríaco Von Mises escribió: "Los EU se han convertido en el país más grande y poderoso sobre la faz de la tierra a través de la implementación de un sistema económico que no establece límites a la libertad del individuo para perseguir el logro de sus sueños, por lo que se provoca el desarrollo del gran aparato productivo de la nación. La riqueza sin precedentes de los EU no fue el resultado de sus recursos naturales, sino de las políticas económicas que se establecieron para mejor aprovechar las oportunidades que esas riquezas ofrecen. Las políticas económicas americanas por mucho tiempo rechazaron cualquier tipo de protección para proyectos inferiores, débiles y faltos de competitividad, sobre eficiencia y productividad." El éxito de las políticas había sido tal que jamás se pensó se cambiarían. Pero las han cambiado.

 

Socialismo, comunismo, fascismo, nazismo fueron los grandes fracasos del siglo pasado. Pero han sido remplazados por otra forma de colectivismo; El Intervencionismo, y ahora es el sistema económico predominante en el mundo y su gran amenaza, su gran peligro.

 

Von Mises en 1929 afirmó:

 

"Políticos, pensadores, economistas buscan un sistema ideal el cual no será puramente capitalista, tampoco socialista, no se basará en un concepto irrestricto de propiedad privada de los medios de producción, tampoco será totalmente propiedad del estado. Ellos buscan un sistema de propiedad privada confuso, regulado y dirigido mediante la intervención del gobierno y otras fuerzas sociales. Nosotros le llamamos Intervencionismo y es el que provoca el estancamiento inclusive de las economías más desarrolladas del mundo, pero sobretodo, la pérdida de la libertad del individuo, pobreza, su dependencia del estado."

 

Con el fracaso de los sistemas socialistas, colectivistas, el mundo está de regreso a donde lo dejó Von Mises hace 80 años. Aun cuando el control de los medios de producción de parte del Estado así como la economía planificada, tienen ya pocos admiradores aun en los grupos de izquierda; Ahora, a pesar de que por todas partes se ha cantado el fracaso del mercado, lo que se define por libre mercado contiene un grado ridículo de intervención estatal y, eso, es lo que provoca las grandes confusiones que nos abaten en estos momentos en México.

 

¿QUE ES REALMENTE ECONOMIA DE MERCADO?

Es un sistema económico en el cual se dan las siguientes condiciones:

 

1.  Todos los medios de producción y distribución son propiedad privada y se ha llegado a ello a través de un proceso natural y democrático de participación en los mercados que en sí, son naturales.

2.  El uso de los medios de producción está bajo el control de propietarios privados que pueden ser personas físicas o morales.

3.  La demanda de los consumidores es la que determina como serán usados los medios de producción, no leyes o decretos o los divinos evangelios de los señores feudales (gobernadores), presidentes o ministros.

4.  Las fuerzas competitivas de oferta y demanda determinan los precios de los bienes en el mercado y otros factores de producción como salarios, no Fidel Velázquez, La Quina,  el Secretario de Comercio,  el delegado fulano, o los congresos estatales como lo ha sugerido un buen amigo mío.

5.  El éxito o fracaso de las personas físicas o morales es determinado por las pérdidas o ganancias que sus proyectos produzcan, basado en sus habilidades para satisfacer la demanda de los consumidores en competencia con sus rivales en el mercado, no en las sociedades que sean capaces de establecer con los políticos de moda, las ayudas de mi compadre el gobernador, los rescates financieros de parte de Hacienda para proyectos destinados a morir desde su nacimiento.

6.  El mercado no se limita simplemente a transacciones domesticas, incluye la libertad de comerciar internacionalmente sin restricciones.

7.  El sistema monetario debe de basarse en algún producto determinado por el mercado (oro, plata), y el sistema bancario es privado y competitivo, no debe de ser controlado o regulado por el gobierno.

8.  Las actividades del gobierno deben limitarse a la protección de vida, libertad, propiedad y contratos. El árbitro de la nación.

9.  Las regulaciones y los impuestos son realmente mínimos para alentar las actividades económicas y dejar el curso natural de los mercados.

 

CARACTERISTICAS DE LA ECONOMIA MEXICANA…….

 

Ricardo Valenzuela

Twitter@elchero

WWW.CARTASLIBERALES.BLOGSPOT.COM

 

lunes, 28 de noviembre de 2011

Inflación bolivariana

Venezuela (perdón, la República Bolivariana de Venezuela) tiene la dudosa distinción de ser la economía con la mayor inflación en América Latina. Según las estimaciones del Fondo Monetario Internacional, los precios al consumidor podrían aumentar este año algo así como 25 por ciento. Dicha cifra significaría la continuación de un proceso que tiene más de una década en curso, según se puede apreciar en la gráfica que acompaña a este artículo. En el periodo referido, el nivel de los precios se ha multiplicado ¡por un factor de 10!

Frente a tamaño desastre, el Presidente Hugo Chávez hizo expedir una "Ley de Costos y Precios Justos", a la que atribuyó recientemente (oct. 17) carácter de "vital" para el socialismo, ordenando al respecto "terminar de quebrar (!) todas esas redes que todavía tiene la burguesía" y que son "vicios del capitalismo". La dócil Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional señaló que el objetivo de la Ley es "garantizarle a la mayor parte de la población... el acceso a los bienes y servicios en igualdad de condiciones y a un precio justo". La Comisión agregó que el Estado debe corregir las distorsiones especulativas creadas por los monopolios y oligopolios.

El director del Banco Central de Venezuela aclaró (nov. 22) que se van a monitorear sólo algunos sectores de la economía, lo cual involucra algo así como 500 mil precios. Reconoció, sin embargo, que si se evalúa la estructura de costos, la cifra anterior puede llegar a un millón 500 mil precios, lo que hace "complicado", pero no imposible, su seguimiento. (Sí, claro).
 
No hay nada nuevo bajo el sol, dice el Eclesiastés, y en cierto sentido tiene razón. Pero, como agregó Ambrose Bierce con realismo, hay mucho de lo viejo que no conocemos (o que escogemos ignorar).

En efecto, una y otra vez a lo largo de la historia, los errores de política económica (monetaria) han conducido a brotes de inflación más o menos graves -en América Latina, en particular, han sido gravísimos. Y, una y otra vez, los gobiernos responsables del fenómeno han recurrido a toda suerte de explicaciones peregrinas -más o menos las mismas que están ofreciendo ahora las autoridades venezolanas: la especulación de los inescrupulosos, el poder de los monopolios, las leyes inexorables del injusto sistema económico, etcétera. Y, por supuesto, en lugar de atacar las causas del problema, se ocupan de sus manifestaciones, por medio de decretos arbitrarios que pretenden controlar los precios oficialmente.

El caso actual venezolano es un ejemplo más del destino de los regímenes populistas. Por lo común, primero desquician las finanzas públicas y, ya en el tobogán, recurren a la impresión de dinero para financiar los desequilibrios. Cuando la inflación monetaria se traduce en inflación de los precios, buscan culpables fáciles y tratan de reprimir el fenómeno usando la fuerza. Esta secuela fue descrita con maestría por varios autores hace 20 años, en un libro que, por desgracia, parece que nunca llegó a las manos de los diseñadores y hacedores de la política económica bolivariana. (Dornbush, R. y Edwards, S., editores, 1991. The Macroeconomics of Populism in Latin America. Chicago: The U. of Chicago Press). Es una pena, porque el final de la historia populista es invariable: tarde o temprano, hay que parar la espiral viciosa, empleando para ello un programa de ajuste más o menos clásico: bajar el gasto público, liberar los precios y, por supuesto, dejar de emitir dinero en exceso. Los "pagadores" son, como siempre, los de abajo, en la forma de una caída de los salarios reales. El desenlace del drama venezolano se ha pospuesto debido al inusual auge petrolero, pero es inexorable.

En México conocemos bien el proceso anterior, "gracias" a los experimentos populistas de Echeverría y López Portillo. Sólo muy tarde nos enteramos que "arriba y adelante" era en realidad un pronóstico de la inflación, y que "administrar la riqueza" era una divisa para uso personal.

En tiempos electorales, no sobra recordar ciertos episodios. Por si acaso.

Everardo Elizondo
 
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Los excesos causados por los políticos populistas eventualmente se regresan de forma negativa sobre los más pobres en forma de inflación. Ya lo hemos visto muchas veces en México durante décadas, y en otros países. Lamentablemente la gente que menos tiene es también la que menos o nula educación tiene. Y ante su desesperación por la pobreza son presa fácil de los políticos sin escrúpulos que les compran sus votos por una torta, un refresco, gorras y camisetas. Otros caen presa de las promesas demagógicas de servicios baratos, subsidiados, salarios mínimos altos por decreto, o promesas de crear millones de empleos de la nada. Sin embargo no hay lonche gratis y la inflación, la crisis, tarde que temprano llega y los pobres lo siguen siendo.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Hacia adelante

"Las presiones cotidianas -escribió Kissinger- tientan a pensar que un problema pospuesto es un problema evitado; más frecuentemente, es una crisis creada". Así estamos con la posposición continua de soluciones al tema del crecimiento de la economía.

Una pregunta clave para nosotros es: ¿por qué no crece la economía? O, puesto en otros términos: ¿por qué crecía la economía en los 60 y qué hace que no podamos reproducir esas condiciones en la actualidad? Si le hacemos esta pregunta a un economista, su respuesta va a ser técnica y probablemente correcta, pero luego de diversos intentos, muchos de ellos contradictorios, el crecimiento sigue siendo raquítico. Años de observar este fenómeno me han llevado a la conclusión de que la causa del estancamiento relativo (porque la economía está creciendo bien en la actualidad) se debe a la ausencia de ciertos componentes clave, pero sólo unos cuantos de los cuales son materia de reforma. El problema principal reside en la ausencia de certidumbre.

Remitirnos al pasado quizá nos permita comprender qué es lo que hacía que la economía creciera de manera sostenida y por plazos prolongados en los 50 y 60 pero no ahora. Planteado el problema de esta manera podremos encontrar explicaciones que trascienden lo estrictamente técnico. Si uno observa cómo es que economías como la japonesa o coreana pudieron crecer a tasas tan elevadas por tantos años a pesar de sus severas deficiencias estructurales internas, resulta evidente que las explicaciones económicas, a pesar de ser clave, no son suficientes. Para que se dé el crecimiento tiene que haber más que una estructura saludable; también tiene que existir una sensación entre los empresarios e inversionistas de que el País tiene claridad de rumbo, que esa dirección es compartida, al menos en lo elemental, por el conjunto de las fuerzas políticas y que la inversión privada es percibida como necesaria y, más que eso, como un componente crucial del desarrollo del País.

En los 50 y 60 existía un marco de estabilidad macroeconómica que garantizaba una plataforma clara para el crecimiento e impedía que hubiese crisis cambiarias frecuentes. Más al punto, existía un entendimiento implícito entre el Gobierno, los políticos y el empresariado sobre las reglas del juego para la inversión. Es decir, existía una colaboración implícita entre el Gobierno y los empresarios, que esencialmente consistía en una división del trabajo: el Gobierno creaba condiciones propicias para el crecimiento, particularmente a través de inversión en infraestructura, en tanto que el sector privado realizaba inversiones productivas en fábricas, servicios y demás. Desde luego, estamos hablando de una economía cerrada en una era en que casi todas las economías eran cerradas. Pero lo evidente cuando uno echa la mirada al mundo es que la clave no es lo específico de la estrategia de desarrollo, sino la certidumbre.

La clave, o una clave fundamental, del éxito del proceso de industrialización del pasado residía en la existencia de un pacto implícito con anclas profundas y trascendentes: detrás de la división de funciones se encontraba un arreglo institucional, un conjunto de reglas que eran transparentes, así fuesen implícitas, para todos los participantes. Esas reglas no sólo implicaban que el Gobierno se autolimitaba en su alcance y en el tipo de políticas que podía instrumentar, sino que demarcaba su ámbito de influencia de una manera nítida y transparente.

La era del crecimiento económico apuntalado en ese tipo de arreglos implícitos, alta rentabilidad y reglas del juego claras se colapsó en los 70 en buena medida porque el Gobierno desconoció el pacto implícito y comenzó a alterar las reglas del juego: desapareció la estabilidad macroeconómica, dio vuelo a una era de inflación, impuso controles de precios, absurdas regulaciones, subsidios, restricciones a la inversión y las expropiaciones. Todo esto violó los términos del pacto implícito que por tantos años le había dado fortaleza a la economía y certidumbre al sector privado. Lo impactante es la longevidad de la era de desconfianza que de ahí nació.

El tema clave es cómo recrear el pacto que establecía las reglas del juego con nitidez y que fue fundamental para lograr años de crecimiento económico elevado y sostenido. Cómo, en otras palabras, construir el andamiaje institucional que le permita al País tomar las decisiones que urgentemente requiere su desarrollo tanto en el ámbito político como en el económico.

Una parte del problema yace en la diversidad de autoridades que tienen jurisdicción sobre la actividad de una empresa, cada una con su lógica y motivación, pero todas ellas demandantes de satisfacción burocrática. Esto es lo que afecta más que nada al empresario pequeño. Pero quizá la parte más importante reside en la percepción de que no existe una dirección de largo plazo para el País, que las fuerzas políticas no tienen un compromiso con un objetivo común y que, por lo tanto, la viabilidad del País está siempre en entredicho. Este no es un problema de regulación, sino el problema político central del País.

En esta dimensión, sólo un pacto político que comprometa a las fuerzas políticas con un objetivo común y con el respeto de las reglas para avanzar en esa dirección podría comenzar a construir la confianza que requiere toda sociedad para prosperar. Algunos de los participantes en semejante pacto quizá requirieran eliminar privilegios o consolidarlos, pero ésos son distractores. México requiere un pacto explícito porque los implícitos ya dieron de sí. Además, un pacto de esa naturaleza tendría que ser coherente con las circunstancias y realidades del mundo de hoy: con la globalización, los tratados de libre comercio y los requerimientos de los potenciales inversionistas de quienes depende, a final de cuentas, el crecimiento de la economía y del empleo.

Mas allá del euro, el proceso de integración europea es muestra fehaciente de que un entorno legal y político certero y propicio para el crecimiento es la mejor receta para el desarrollo integral de un país. Es evidente que no somos europeos, pero también es evidente que los países que han prosperado en las últimas décadas lo lograron gracias a que crearon un entorno de predictibilidad que confiere certidumbre. Sin eso no hay nada.

Si queremos recuperar la capacidad de crecimiento económico, tenemos que crear un nuevo pacto político y éste sólo es posible a través de un marco legal que se cumple y a prueba de abuso. Esto ciertamente no se construye de la noche a la mañana, pero mientras no comencemos a desarrollarlo, nunca llegaremos ahí.

Luis Rubio 
www.cidac.org

 

sábado, 26 de noviembre de 2011

El menos peor

Hace unos días envié una columna de "Juan Ciudadano" que se publicó en El Norte que hablaba sobre las promesas huecas de los candidatos y en la que se invitaba a revisar lo que los candidatos habían hecho en sus puestos anteriores para decidir su voto. Al final hice algunos comentarios donde reforzaba el argumento del columnista y ponía como ejemplos a López Obrador y a Peña Nieto.

Recibí varios comentarios de algunas personas criticando que no había dicho nada de algún panista e incluso se me dio el argumento de que el PAN ya había tenido "2 oportunidades" y que no había podido, que el PRI no era opción y que por lo tanto había que probar con el PRD que nunca había gobernado.

Primero hay que aclarar que el PAN aún no define candidato como los otros dos. Hace ya varias semanas publiqué en Twitter y en Facebook el siguiente comentario: "Si fuera perredista votaría por Ebrard. Si fuera priísta por Beltrones, y si fuera panista por Vázquez Mota", pues de los precandidatos en ese entonces eran los "menos peores" de cada partido. Hoy sabemos que perredistas y priístas han seleccionado al peor de sus opciones, y el PAN aún no decide, y ya tiene una cuarta opción, Javier Livas, que ahora resultaría no sólo el menos peor, sino que sería una excelente opción. Lamentablemente Livas no tiene el peso al interior de su partido y es un completo desconocido para la mayoría de la población, por lo que es casi un hecho de que no ganará la elección interna panista.

Al igual que en el 2006, nuevamente los partidos están escogiendo opciones muy malas, pésimas, y nos están orillando a votar por el menos peor. No me gusta este tipo de decisión, no me satisface. Pero lamentablemente no hay opciones. Algunas personas que se mantienen informadas y que tampoco quieren escoger al menos peor han decidido anular su voto. Otros son apáticos de la política y nunca votan, les da igual, son los abstencionistas. Quienes decidan anular su voto tienen todo mi respeto, no así los abstencionistas. Anular el voto es una decisión razonada, valiente, y que al menos da la tranquilidad personal de que no se respalda, que no se aprueba a la partidocracia que tenemos. Quienes sí van a las urnas y anulan su voto si tiene derecho a opinar y criticar a todo el sistema. No así los abstencionistas.

Pero lamentablemente, con la Ley Electoral vigente en México, anular el voto tampoco logra nada. Por ahí circulan varios correos que invitan a anular el voto, incluso algunos dicen, erróneamente, que si se anula la boleta para senadores no habría senado y se ahorraría dinero. Los votos nulos no se cuentan, es falso que si hay 20% de votos nulos se anula una casilla. Anular el voto sólo le da tranquilidad, paz mental a quien lo anula de no respaldar a ningún partido. Pero no se lograrán cambios ni mejorará el sistema político, y menos el país. Si en países como España, donde si está legislado el voto nulo o blanco, en las elecciones generales que tuvieron en días pasados, a pesar de un desempleo de más del 20% de la población económicamente activa, y a pesar de que ahí nació el movimiento de "los indignados" que reniegan de todo el sistema político, el voto nulo no logró nada, más que ganara el Partido Popular, de la derecha, por amplia mayoría y que gobernará sin contrapesos los siguientes 4 años.

Y eso es lo que el voto nulo y el abstencionismo hacen, potencializar el voto de los partidos que más voto duro, más acarreados, tienen. Con la legislación actual aunque los votos nulos fueran mayoría la elección sería válida, legal. De todos modos alguien ganará y ese alguien gobernará y administrará, se gastará, el Erario, nuestros impuestos. ¿Cuál es el objetivo entonces del voto nulo? Quienes lo promueven insisten en que es un castigo, una protesta contra la partidocracia. Pero a los políticos ni les importa, al contrario, los votos nulos aumentan los porcentajes con los que se calculan las prerrogativas que reciben del Erario. Para mí el voto nulo sólo da tranquilidad mental personal, nada más.

¿Y que logra votar por el menos peor? Quizá tampoco logre gran cosa, sobre todo porque gane quien gane no lo hará con mayoría en el Congreso, como ha sucedido desde la elección del 2000. Sin mayoría en el Congreso quien gane la presidencia no podrá pasar su agenda política en automático y si la oposición lo decide podrá bloquear todo, como ha sucedido en los últimos 11 años. ¿Entonces? Bueno, hay algo que si puede hacer el ejecutivo aunque no tenga mayoría en el Congreso: proponer la agenda de temas a nivel nacional, así como llevar mano en el gasto gubernamental federal, que en un país tan centralizado como el nuestro, es bastante.

Es por esa razón que escoger al menos peor aumenta las probabilidades (no garantiza) de que el Erario se gaste de manera racional (sin mucho endeudamiento, sin tanto déficits) y que el debate nacional se incline hacia las reformas estructurales, hacia propuestas que pudieran permitir que el país avance en la dirección correcta. No hay garantía, como ya se vio en los dos últimos sexenios, pues al no haber mayoría en ese sentido en el Congreso, las reformas no pasan o si se aprueban son mutiladas o sólo quedan en buenos deseos. Pero al menos se propusieron y discutieron. Tuvieron una oportunidad.

En cambio si gana el peor, que tampoco lo haría con mayoría en el Congreso, el debate nacional, las propuestas presentadas al Congreso, los presupuestos anuales, se inclinarían hacia opciones populistas, demagógicas, déficits mayores, y un riesgo mayor de perder la estabilidad macroeconómica que hemos gozado (aunque a la mayoría parece que se les han olvidado las épocas de crisis recurrentes, inflaciones de 2 y 3 dígitos, devaluaciones, cero crédito) en los últimos 15 años.

Cuando se habla de escoger el menos peor normalmente los argumentos giran en torno a quién tiene una cola más larga que le pisen, a quién tiene más larga la historia de corrupción. Y claro que eso es una variable importante a evaluar. Pero en la política mexicana (y yo diría que la mundial, ahí tenemos los casos de Italia, Grecia, España, Francia, Brasil, EUA, y un larguísimo etcétera) no hay partido que no tenga sus muchísimas historias y casos bien documentados de corrupción, nepotismo, autoritarismo, opacidad, de sus militantes. Por lo que tratar de identificar al menos peor, al menos sucio, en el ámbito de corrupción sería una tarea muy difícil sino que imposible. Y por lo tanto se vuelve hasta cierto punto inútil.

Aún más inútil, sino que ingenuo y hasta pueril, es decidir el voto en base a oportunidades con argumentos como "ya tuvo dos oportunidades no merece otra" o "nunca ha gobernado en la grande así que merece una oportunidad". Todos los partidos, aún el PRD que no ha ganado la presidencia, han demostrado sus debilidades, la valía (o minusvalía) de sus militantes y líderes "distinguidos". Cualquiera que tenga 2 dedos de frente tiene la capacidad de imaginarse el resultado sin tener que probar a alguien simplemente porque no ha tenido la oportunidad, sobre todo cuando en su discurso (ya no hablemos de su actuar) traen propuestas que ya sabemos en carne propia (al menos quienes vivimos al menos una de las muchas crisis que se vivieron en los 30 años anteriores a la última década) son una apuesta segura al fracaso, al exceso gubernamental, deudas, inflaciones, y a incrementar aún más a la gorda burocracia. Yo no necesito darle la oportunidad a alguien que nunca la ha tenido para saber que lo que propone profundizaría aún más el retraso que tenemos.

¿Qué necesidad tenemos de que el debate nacional, las iniciativas en el Congreso, se alejen de las reformas estructurales que tanto se han postergado y que tanto necesitamos? Podrán decir que no pasará nada porque nadie tiene mayoría en el Congreso y no se aprobará nada. Quizá así sea, pero ¿si en una de esas nos toca la de malas y se aprueba? Los legisladores ya han demostrado también que, aún y cuando son 628 personas, muy seguido se ponen de acuerdo para aprobar reverendas estupideces. Hay mucho populismo, demagogia, entre los legisladores cuyo mayor interés es quedar bien con sus cúpulas partidistas para asegurar el siguiente hueso. Yo la verdad prefiero no correr ese riesgo.

Como electores en una partidocracia no nos queda más que votar pensando en inclinar las probabilidades hacia el lado donde quizá se aprueben las reformas estructurales que eventualmente nos permitan crecer a un mayor ritmo, que quizá permitan más inversión productiva que es la única que genera empleos (no se crean por decreto presidencial, aunque sea el mesías), que quizá limiten los monopolios empresariales (públicos o privados) así como los sindicales. Debemos intentar inclinar la balanza pensando en una reforma laboral que flexibilice el mercado de trabajo y que acaben con los monopolios sindicales y los líderes ricos y obreros pobres. Debemos pensar en una reforma energética que permita inversiones en electricidad e hidrocarburos que generen empleos, más competitividad en el sector. Una reforma fiscal que premie la inversión privada, y que grave al consumo, eliminando los subsidios generalizados que sólo benefician a los que más gastan (que son los que más tienen). Hay que pensar de qué lado podría darse una reforma política que permita candidaturas independientes, segunda vuelta, reelección, que disminuya el poder de las cúpulas partidistas (menos partidocracia) y aumente la del ciudadano (más democracia) y libertad de expresión total política.

En resumen, de qué lado están las propuestas liberales, modernizadoras, para votar por ellas, y no aumentar las probabilidades del grupo de políticos que han dominado el debate nacional en la mayor parte de los últimos 40 años hacia el conservadurismo (mantener el status quo), de que todo siga igual, privilegiando a sindicatos, burócratas, políticos, y empresarios  que viven de extraer rentas (y no hablo de corrupción) del Erario, de los ciudadanos. Yo no necesito darle la oportunidad a alguien que ya dijo, por ejemplo, que resucitaría a la Compañía de Luz y Fuerza del Centro para que los flojonazos del SME y su millonario líder Martín Esparza sigan sangrando al Erario con un pésimo servicio para la ciudadanía. ¿Qué necesidad? Medítenlo.

 

Dany Portales

http://no-al-populismo.blogspot.com

 

sábado, 19 de noviembre de 2011

Dañina ayuda (repartir o generar riqueza)

"La ayuda ha sido, y sigue siendo, un desastre político, económico y humanitario". Dambisa Moyo

Las naciones ricas han entregado cientos de miles de millones de dólares, quizá billones, a los países pobres desde hace cuando menos medio siglo. Sin embargo, las naciones pobres no sólo siguen siendo pobres, sino que se han empobrecido más. La razón es que la asistencia, en vez de ayudar, perjudica a los pobres. Esto lo dice una brillante y joven economista africana llamada Dambisa Moyo.

El campo de la ayuda internacional ha sido tradicionalmente dominado por ricos blancos de las naciones más prósperas, desde el economista Jeffrey Sachs hasta el empresario Bill Gates y estrellas del rock como Bono o Bob Geldof. Por eso asombra que una mujer negra -doctora en Economía de Oxford, originaria de Zambia, a quien recientemente escuché en la Ciudad de las Ideas en Puebla- llegue a romper esquemas.

La Dra. Moyo señala algo que hace mucho tiempo debieron haber notado los políticos y empresarios que han arrojado tanto dinero a África y otras naciones pobres. En las últimas tres décadas el crecimiento promedio anual de los países que más ayuda extranjera han recibido ha sido negativo, de -0.2 por ciento. Entre 1970 y 1998, cuando la ayuda a África alcanzó su máximo nivel, la tasa de pobreza en el continente subió de 11 a 66 por ciento de la población.

Las buenas conciencias, como Sachs, Gates o Bono, han argumentado que el problema es que hay que aumentar la ayuda. La Dra. Moyo afirma que esto sólo agravaría la pobreza. Las fuertes inyecciones de dinero del exterior destruyen los incentivos para el trabajo y la inversión productiva; generan dependencia, corrupción e inflación; y producen competencia desleal para los empresarios locales, que no tienen la posibilidad de contratar mano de obra o ejecutivos calificados ante las cantidades que pagan las organizaciones extranjeras.

"Ningún país en la historia ha logrado generar crecimiento por la ayuda del exterior", apunta Moyo. Países como Corea del Sur y Taiwán, que tenían niveles de desarrollo inferiores a los africanos en la década de 1950, han alcanzado hoy una prosperidad cercana o superior a la de los ricos, pero no por haber recibido asistencia, sino por las inversiones productivas, el comercio internacional y la adopción de un sistema de mercado.

"La economía de mercado no es perfecta -dijo en Ciudad de las Ideas-, pero es el sistema que ha creado crecimiento, prosperidad y libertad política".

Para Dambisa Moyo la actual crisis económica de Europa y Estados Unidos es una gran oportunidad. En un momento en que las naciones ricas están teniendo problemas propios, es lógico esperar una disminución en el flujo de ayuda. Esto hará más fácil que se desarrollen empresarios e inversiones locales en los países pobres.

Otra oportunidad es la irrupción de los chinos a la economía internacional, los cuales están llegando a los países en vías de desarrollo con el ánimo de hacer inversiones y negocios antes que de otorgar ayuda. Su apetito por materias primas está generando el primer crecimiento en mucho tiempo en las naciones pobres.

Los ricos filántropos y economistas blancos no quieren dejarse convencer por una africana. Dar ayuda a los pobres es, después de todo, una forma de aliviar una conciencia culpable; poco importa que haga más daño que bien. Pero si los blancos ricos no están dispuestos a escuchar lo que les dice una joven economista negra, quizá debieran revisar los desastrosos resultados de medio siglo de ayuda internacional.

Más juanitos
Andrés Manuel López Obrador ha propuesto que los líderes de los partidos de izquierda se postulen como precandidatos presidenciales para renunciar cuando termine la precampaña. Se repetiría así a nivel nacional el esquema de Juanito para dar la vuelta a una ley que impide el uso de medios para un candidato de unidad. Mejor sería tener una legislación electoral menos restrictiva.

Sergio Sarmiento
www.sergiosarmiento.com
 
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Si se pretende repartir la riqueza dizque para disminuir la desigualdad, sin ningún criterio que considere los méritos de cada quien, nunca habrá dinero suficiente para acabar con la pobreza. La única forma sustentable para combatir la pobreza es generando riqueza y que se comparta de manera proporcional al esfuerzo de cada quien.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Disquisiciones

David Lurie, protagonista de la novela "Desgracia", de Coetzee, parece dedicado en cuerpo y alma a cortejar un desastre en su vida, hasta acabar despedido de su empleo como profesor y desquiciado en su familia. Ante la desgracia, concluye que "cuando todo lo demás falla, dedícate a filosofar". Algo así estoy tentado a hacer cuando pienso en un tema que desde hace tiempo me intriga y preocupa: la relación educación-empleo que caracteriza al País.

El comportamiento del mercado de trabajo en México es exactamente opuesto al estadounidense y me pregunto por qué. Aquí el desempleo de graduados universitarios es mayor que el promedio, en tanto que el desempleo de personas con educación secundaria es inferior. En Estados Unidos el desempleo promedio es 9 por ciento, pero la cifra asciende a 15 por ciento para quienes tienen estudios de preparatoria o menos, en tanto que es de 4.3 por ciento para los egresados universitarios.

Siempre que hablamos de los migrantes hacia Estados Unidos decimos que se trata de un solo mercado laboral y que los mexicanos que se mudan a ese país lo hacen porque hay oportunidades de empleo, como atestigua la evidencia empírica. Si es un solo mercado, ¿por qué se comporta tan distinto el índice de desempleo? Un segundo tema es el relativo al perfil de los graduados universitarios. ¿Por qué hay tantos graduados de disciplinas sociales respecto a los de las ingenierías y ciencias duras? Finalmente, qué nos dicen estos factores de la economía mexicana: ¿hay algo en la relación educación-empleo que nos permita entender mejor la naturaleza de nuestros desafíos económicos?

En "Profesionistas en Vilo", Ricardo Estrada estudia la matrícula universitaria en el País a lo largo del tiempo y analiza la forma en que ha cambiado el perfil del estudiante y su relación con el mercado laboral. Tomando la perspectiva del estudiante que aspira a integrarse al mercado, concluye que "el título universitario ha dejado de ser pasaporte a una vida profesional estable y bien remunerada", pero, "si se entiende a la educación profesional como una inversión, las oportunidades son tan grandes o mejores que antes".

Estrada propone que parte del problema del desempleo de los egresados universitarios es que "el perfil de los candidatos no está en sintonía con lo que los empleadores buscan... Una preocupación central es que el grueso de los profesionistas ha estudiado carreras con pocas oportunidades laborales". ¿Por qué han estudiado carreras con poco potencial de encontrar empleo? Una hipótesis es que las carreras que se consideran "fáciles" tienden a ser compatibles con un empleo simultáneo: el estudiante opta por una carrera que le permita trabajar y estudiar bajo la premisa de que el mero título le permitiría obtener un mejor empleo. Otra versión sería que las becas universitarias han incentivado el estudio para obtener un ingreso (como si fuera un empleo) y no por vocación. La carrera "fácil" acaba siendo atractiva aunque no conduzca a un buen empleo. También es posible que la enseñanza secundaria de materias clave como matemáticas sea tan deficiente que los aspirantes a un título acaban conformándose con algo que no es su vocación.

Por el lado de los empleadores, aparecen dos mundos muy contrastantes. En general, están las empresas más exitosas que se abocan a elevar sistemáticamente su productividad para reducir costos y elevar utilidades y que tienden a contratar al personal más calificado, del que esperan una contribución para seguir incrementando su productividad. Ahí se concentra la mayor parte de las ofertas de empleo para universitarios con credenciales compatibles con la demanda de habilidades.

La perspectiva es muy distinta en el resto de la economía, igual entre empresas industriales que de servicios. Para las empresas que no enfrentan competencia significativa o que han construido barreras que las protegen, no hay presión por elevar la productividad, reducir costos o ser más competitivos. Estas empresas contratan al personal que requieren, típicamente aquél con menores niveles de educación.

Tenemos un mundo bifurcado donde conviven dos economías distintas: una sumamente competitiva que requiere al personal más calificado y con las mejores credenciales profesionales y otra que demanda empleados manuales. Aunque la primera contribuye más al crecimiento de la economía, la segunda concentra a la mayoría de personas empleadas. Como dice Macario Schettino, la mayoría de los trabajadores mexicanos son poco productivos y por eso tienen ingresos bajos. Y quienes los emplean también agregan poco valor y por eso son empresas de baja productividad y así es su contribución al desarrollo.

Resulta patético el debate político respecto al futuro de la economía. La disyuntiva teórica que enfrentamos implicaría optar entre la economía moderna que crece, pero emplea a un porcentaje bajo de demandantes o la economía del pasado que emplea al mayor número. Se trata de una disyuntiva falsa, pero lo sorprendente es cuántos políticos suscriben la noción de apostar por la economía vieja e improductiva. Me parece evidente que la apuesta que el País tiene que aceptar y asumir es por una economía moderna, competitiva y susceptible de generar más empleos, cada vez más productivos y mejor pagados. El problema no reside en que los políticos y funcionarios sean incapaces de entender el dilema, sino que su percepción es que sus propios costos de actuar serían demasiado elevados.

Apostar por una planta productiva moderna entrañaría eliminar obstáculos a la producción para igualar el terreno para todas las empresas, es decir, eliminar los mecanismos arancelarios, regulatorios y de otro tipo que mantienen aislada y protegida a una parte importante de nuestra industria y a los oferentes de servicios en la economía. Contra lo que muchos podrían suponer, la protección perpetúa un mundo improductivo que se traduce en salarios bajos, incertidumbre y un daño permanente al consumidor. La verdadera alternativa es entre un país que crece y se desarrolla y uno que se muere de a poquito.

Luis Rubio
www.cidac.org
 
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Las reformas estructurales son esos cambios que nos permitirían avanzar como país, tomar de lleno la modernidad, la competitividad, la productividad. Son los políticos populistas quienes impiden los cambios en el país, pues por conseguir votos, por mantener sus canonjías, por mantenerse pegados a la ubre del Erario, esos populistas mantienen sectores de la economía cerrados, protegidos, subsidiados. Mantienen la pobreza, la administran. Por eso no quieren la apertura.