jueves, 7 de julio de 2011

Elba y la ley (el monopolio de los sindicatos)

"Ser dirigente sindical es uno de los negocios más rentables de México". Arturo Alcalde

No deben sorprendernos ni el poder ni el dinero de Elba Esther Gordillo. El Congreso de la Unión ha establecido leyes que otorgan una verdadera patente de corso a los dirigentes sindicales. La maestra es una consecuencia de este marco jurídico y no simplemente del azar.

El problema empieza con el Artículo 28 de la Constitución que exenta a los sindicatos de la prohibición a los monopolios. Esto ha permitido que los sindicatos se conviertan en verdaderas bandas de extorsión que explotan a empresas y trabajadores. Muchas compañías, de hecho, firman contratos con sindicatos sólo para protegerse de las extorsiones de los demás. Los empresarios han encontrado, además, que la forma más fácil de obtener un trato razonable de los sindicatos es corromper a sus líderes. El enorme poder monopólico de los sindicatos beneficia así a los dirigentes y no a los trabajadores.

En muchas actividades de nuestro País no es posible conseguir un empleo si no es a través del sindicato. Si un trabajador se niega a pertenecer a él, pierde su empleo o nunca puede obtenerlo. La exención de los sindicatos a la prohibición a los monopolios ha hecho legal la esclavitud de muchos trabajadores en nuestro País.

Al amparo de estos monopolios, los líderes sindicales han establecido dictaduras vitalicias. La norma en nuestro País es que los dirigentes se mantengan en el poder durante décadas. Tenemos incluso casos como el del sindicato minero en que el mando se ha traspasado de padre a hijo, de Napoleón Gómez Sada a Napoleón Gómez Urrutia.

Con la excusa de la autonomía sindical, los dirigentes manejan el dinero de los trabajadores como si fuera su patrimonio personal. Los líderes no tienen obligación de rendir cuentas. Por eso tenemos tantos dirigentes ricos... y tantos trabajadores pobres.

No culpo a Felipe Calderón por haber hecho un acuerdo político con Elba Esther para las elecciones presidenciales de 2006. Tampoco a Eruviel Ávila, que hizo lo mismo en el Estado de México en este 2011. Ni a Humberto Moreira, quien ha dicho que buscará una alianza con ella para el 2012. La maestra ha demostrado ya ampliamente el poder que tiene para entregar votos a sus aliados. Si no, pregúntele a Roberto Madrazo, quien la tuvo como socia en la elección para la presidencia nacional del PRI en 2002, pero como enemiga en los comicios presidenciales de 2006.

El problema, sin embargo, no es la maestra: ella no hace más que aprovechar los poderes extraordinarios que la ley otorga a los líderes sindicales. Si queremos que éstos dejen de tener el papel que hoy ocupan en nuestro País, debemos empezar por modificar el Artículo 28 de la Constitución para eliminar la exención de los sindicatos a la prohibición sobre los monopolios. Todo trabajador debe tener el derecho de decidir si quiere ingresar o no a un sindicato. Los trabajadores deben poder votar incluso que no quieren un sindicato en su empresa.

Por otra parte, el Congreso debe emitir legislación que haga a los sindicatos instituciones de interés púbico y los obligue a contar con procedimientos realmente democráticos para elegir a sus dirigentes. Debe también obligarlos a divulgar públicamente el manejo de sus recursos, que no son de los líderes, sino de los trabajadores.

De nada sirve que el enemigo en turno se queje del poder de la maestra Elba Esther. Hay que modificar el marco jurídico que ha dado a los líderes sindicales el enorme poder que éstos tienen.

Sergio Sarmiento

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Es urgente una Reforma Laboral que termine con el monopolio de los sindicatos. Nadie pide que se elimine el derecho de los trabajadores a organizarse, pero tampoco debe coartarse el derecho de los mismos trabajadores a no pertenecer a ningún sindicato y, sobre todo, evitar que los trabajadores sean víctimas de seudo líderes sindicales que se enriquecen a costa de los propios trabajadores.
AMEPI AC

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