lunes, 4 de julio de 2011

Mitos fiscales

Hay dichos que a fuerza de repetirse se convierten en verdades indiscutibles. Una de ellas es que México necesita una reforma fiscal.

Con frecuencia se piensa que en México se recauda muy poco y que nada ha cambiado en los últimos años o incluso décadas.

Efectivamente, hay impuestos que recaudan muy poco, pero hay otros que lo hacen mucho más, y el incremento de la captación tributaria de la última década es superior a lo que planeaba aquella reforma fiscal de Fox que detuvieron los diputados priistas del Estado de México en el 2002.

Los ingresos tributarios no petroleros eran en el año 2000 equivalentes al 8.1 por ciento del PIB. Para este año se estima que sea de 10.4 por ciento.

El incremento de 2.3 puntos del PIB implica una recaudación adicional anual de 325 mil millones de pesos.

En el caso del llamado sistema renta (ISR-IETU-IDE), el aumento es de 1.3 puntos (184 mil millones), y en el IVA, de 0.9 puntos (127 mil millones).

Si a eso le suma que los ingresos petroleros pasaron del 6 por ciento del PIB en el año 2000 a 7.4 por ciento el año pasado, tenemos otros 1.4 puntos adicionales de ingresos para el sector público (200 mil millones).

Es decir, el sector público mexicano ingresa anualmente 525 mil millones de pesos más de los que obtenía en el año 2000.

Allí está el soporte del enorme crecimiento real que ha tenido el gasto público en la última década.

Es cierto que aún no estamos entre los países que más recaudan, pero de acuerdo con las estadísticas de la OCDE, si se comparan solamente los ingresos tributarios del Gobierno federal, el porcentaje que se obtiene en México (13.9 por ciento) está por arriba del que tienen Francia, Canadá, Alemania, Estados Unidos, Japón o España, por citar algunos.

El problema que tenemos en México es que los impuestos locales, esos sí, están por el piso y, además, todos los niveles de gobierno gastan mal.

Los datos que presentó Hacienda a propósito de su estudio sobre el IETU indican que la recaudación por impuestos locales es en México de 0.6 por ciento del PIB (84 mil millones en la actualidad) y en esa materia sí estamos en el último lugar entre los países de la OCDE. Incluso, si se agregan los impuestos locales coordinados, la recaudación local aumenta apenas al 1.1 por ciento del PIB.

Quizá el caso más notorio de desigualdad sea el del predial. En México se recauda por ese impuesto alrededor de 30 mil millones de pesos al año, el 0.2 por ciento del PIB. Brasil recauda el 0.7 por ciento del PIB, o Colombia, el 1.3 por ciento.

Estados Unidos, con el que nos comparamos favorablemente en recaudación tributaria a escala federal, recauda el 3.2 por ciento de su PIB por predial, una proporción 16 veces superior a la de México.

El otro problema que tenemos es que muy pocos pagamos la mayor parte de los impuestos en el País, lo que expresa tanto la desigual distribución del ingreso... como la informalidad en la que viven millones de personas.

Por ejemplo, sólo el 2 por ciento de los asalariados tiene ingresos anuales superiores a 400 mil pesos, pero aportan el 28 por ciento de los ingresos tributarios totales.

En contraste, los asalariados con ingresos inferiores a los 400 mil pesos anuales, que representan el 60 por ciento de los contribuyentes totales, aportan sólo el 20 por ciento de la recaudación total.

Seguiremos este tema.
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Si bien el IETU vino a aumentar la recaudación sobre todo en sectores, como el de autotransportes, que durante décadas habían sido privilegiados con muchas exenciones, no es la solución de fondo al problema de baja recaudación. Lo que se ocupa es un sistema fiscal simple, con pocas, contadísimas, exenciones fiscales, y una tasa flat de ISR.
Los impuestos locales, los de los estados, también deben aumentar, pero a los gobernadores no les interesa. Prefieren que otro sea el que cargue con la culpa de los impuestos, y ellos nada más gastar el dinero. Por éstas razones es primordial una reforma fiscal integral, una de las reformas estructurales pendientes. No se requiere una reforma fiscal para que el gobierno tenga más ingresos. Se requiere una reforma fiscal para que se fomente la inversión productiva, para que se eliminen las exenciones que distorsionan al mercado, para que se reduzca al mínimo la evasión fiscal y la informalidad. Una reforma fiscal que empiece reformado el gasto del gobierno.
Quienes pedimos una reforma fiscal no es para que los gobiernos tengan más dinero que gastar, sino para que se impulse a la economía y todos los ciudadanos paguemos nuestra parte, no sólo los contribuyentes cautivos de siempre.
AMEPI AC


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