lunes, 30 de abril de 2012

AMLO y Walmart

"Tienes derecho a tu propia opinión, pero no a tus propios hechos". Patrick Moynihan

Andrés Manuel López Obrador ha venido insistiendo durante años que las grandes empresas de México no pagan impuestos. Ahora ha tenido la oportunidad de unir esta afirmación a un intento de sacar leña de una firma que se encuentra como el proverbial árbol caído: Walmart.

"Estuve revisando las cuentas de Walmart -dijo el candidato el pasado 27 de abril en Santiago Iscuintla, Nayarit- y tienen ingresos por cerca de 400 mil millones de pesos al año, y de impuestos pagan mil millones, es el 0.2 por ciento. Esto no pasa en Estados Unidos, ni en ningún otro país". En esa misma presentación López Obrador dijo que en México "la mayoría de los empresarios pagan hasta 35 por ciento".

No sé bien cuáles son las cifras que López Obrador estuvo revisando, pero no son las que Walmart divulga como parte de su obligación como empresa pública que cotiza en la Bolsa Mexicana de Valores. Estas cifras se encuentran en la página de internet de la empresa.

Las ventas de Walmart en 2011 sí son cercanas a lo que dice Andrés Manuel. El año pasado ascendieron a 379 mil 021 millones de pesos. A esto hay que añadir otros ingresos por mil 855 millones de pesos para dar un total de 380 mil 906 millones de pesos.

Una vez que se descuentan los gastos, la utilidad antes de impuestos es de 30 mil 198 pesos. El impuesto que la empresa paga por esta ganancia no es de mil millones de pesos, como dice López Obrador, sino de 7 mil 939 millones de pesos. Se trata así de 26.3 por ciento sobre la utilidad. Ésta es, de hecho, una tasa muy cercana a la máxima que establece la Ley del Impuesto sobre la Renta, la cual es de 30 por ciento y no de 35 por ciento como dice López Obrador.

Una vez pagados los impuestos, Walmart registra una utilidad neta de 22 mil 254 millones de pesos, el 5.8 por ciento de los ingresos totales de la empresa. Se trata de una cifra baja en México o en cualquier país del mundo.

Walmart, de hecho, es conocida en el mundo por operar con márgenes muy reducidos y una constante presión a la baja en los precios. Este factor, así como una tasa de reinversión muy alta, ha permitido ampliar sus operaciones de forma importante en México y en el mundo. De nada serviría pagar un soborno a un funcionario para que facilite la apertura de una tienda si ésta después se queda vacía porque no ofrece los productos al precio que el consumidor quiere.

La presión de los bajos niveles de rentabilidad de Walmart hizo que desaparecieran otras cadenas comerciales, como Gigante y Carrefour, y obligó a las sobrevivientes a mejorar su productividad y a reducir sus márgenes. Éste es el caso de Comercial Mexicana y Soriana. El beneficio global a los consumidores mexicanos ha sido enorme. El "fenómeno Walmart", como lo llamaron Luis Rubio y Luis de la Calle en "Clasemediero", ha logrado una mejoría muy importante en el poder de compra de los mexicanos y ha ayudado a la ampliación de la clase media del País.

Coincido con López Obrador en que hay una gran evasión fiscal en nuestro México, pero ésta no se manifiesta en empresas como Walmart. Si queremos realmente disminuir la evasión debemos tener una reforma fiscal de fondo que elimine los tratos de excepción y simplifique todo el sistema.

Sin embargo, lo primero para resolver éste o cualquier otro problema es tener la información correcta. De qué sirve decir que una empresa sólo paga el 0.2 por ciento en Impuesto Sobre la Renta cuando en realidad cubre el 26 por ciento.
 
Sergio Sarmiento
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Que un candidato a Presidente confunda ingresos con utilidades por ignorancia es grave. Que lo haga por malicia para engañar bobos, es más grave, pues estaría lucrando con la ignorancia de la gente para llegar al poder. En cualquiera de los 2 escenarios posibles (no hay otra posible respuesta) ese candidato no merece ganar.

domingo, 29 de abril de 2012

Extraña felicidad

Muchas cosas se organizan bajo el supuesto de que la gente quiere más dinero, pero no siempre es así.

En una zona rural, una empresa sustituyó el salario fijo por un sistema de incentivos que permitía ganar más produciendo más. Inesperadamente, cayó la producción. Los campesinos ajustaron su rendimiento para ganar lo mismo en menos tiempo y salir antes. Esta "anomalía" puede observarse también en el caso de las mujeres que prefieren más tiempo para su familia que un trabajo más absorbente, aunque mejor pagado. Y en los que prefieren ganar menos si los impuestos suben demasiado.

El dinero se puede intercambiar por tantas cosas que parece un valor universal. Esto permite simplificar las teorías, con el riesgo de creer que todo puede medirse en dinero. La idea misma de medir se ha extendido a realidades donde no viene al caso, y de maneras que pueden distorsionar la realidad. Si lo que interesa es A, pero no es medible; y se mide B como indicio de A, la medición puede llevar a que, en la práctica, toda la atención se concentre en B, aunque eso no interese.

Los planificadores soviéticos descubrieron este problema. Faltaban clavos, y no lograban equilibrar la oferta con la demanda. Si fijaban las metas de producción en toneladas, la producción se concentraba en clavotes (maximizar las toneladas). Si la fijaban en millones de piezas, se concentraba en clavitos (maximizar el número). Pero fijar las proporciones necesarias de cada tamaño para tener una producción balanceada (optimizar) rebasaba su capacidad de cálculo.

También la medición del PIB resultó distorsionadora. Parecía mejor que las vaguedades que medían el progreso, cuando se hablaba de países adelantados o atrasados según el desarrollo de la vida social, intelectual y moral. Se tomó el PIB por habitante como indicador de progreso, razonando que el bienestar depende de las oportunidades de consumo, que dependen de la productividad.

Pero es una medida deficiente. No toma en cuenta la producción ni las satisfacciones fuera del mercado: en la familia, en el trabajo voluntario, en las comunidades indígenas. Ni el desarrollo social, intelectual y moral. Ni la destrucción ecológica que se contabiliza como aumento del PIB. Ni que la misma cantidad produce más y satisface más en la pobreza que en la abundancia. Ni que se puede ser más con menos.

Para superar estas deficiencias, la ONU calcula desde 1990 un Índice de Desarrollo Humano. Con mayor audacia, el minúsculo reino de Bután se propuso medir y fomentar la Felicidad Nacional Bruta. Y empezaron las encuestas.

Ronald Inglehart, Miguel Basáñez y otros preguntaron, entre otras cosas: ¿se siente usted muy feliz, bastante feliz, no muy feliz o nada feliz? Y resulta que México está en el segundo lugar para la primera opción (el 57 por ciento de los mexicanos dijo sentirse muy feliz), por encima del promedio de 81 países (27 por ciento).

La Universidad Erasmo de Rotterdam compila una base mundial de datos sobre la felicidad, donde México empata con Finlandia y Noruega en el quinto lugar, aunque su PIB por habitante no llega a la mitad del finlandés ni a la tercera parte del noruego. Hay resultados parecidos en un estudio de la OECD ("Alternative Measures of Well-Being", 2006), donde el bienestar sentido en México está muy por encima del nivel de sus ingresos.

Ipsos boletinó los resultados de una encuesta en 24 países, donde preguntó en 2011: ¿diría usted que no es feliz, que es más bien feliz o que es muy feliz? Dijeron que son muy felices: 11 por ciento en España, 28 por ciento en Estados Unidos y 42 por ciento en México.

BGC, Ulises Beltrán y Asociados hicieron encuestas semejantes para México en diciembre de 2007, 2009 y 2011. Los tres resultados fueron consistentes y todavía más altos: el 65 por ciento se declara feliz y el 15 por ciento muy feliz en promedio. La suma anual (feliz o muy feliz) fue de 81 por ciento en 2007, 78 por ciento en 2009 y 82 por ciento en 2011; 80 por ciento en promedio.

Según la Paradoja de Easterlin, en el largo plazo la felicidad en un país no aumenta con el crecimiento del PIB por habitante. Según los economistas Bruno S. Frey y Alois Stutzer, el estudio económico de la felicidad está en pañales porque depende de muchas circunstancias no económicas: sicológicas, sociales, políticas, culturales, religiosas.

Hace años, Miguel Basáñez me habló del problema que tenía una encuesta donde resultaba que los mexicanos de abajo estaban más contentos que los de arriba. Parecía increíble. Si los de arriba estamos descontentos, los de abajo estarían a punto de estallar.

Una característica de las élites mexicanas es que están bien, pero se sienten mal. Es respetable, en cuanto implica un sentimiento de solidaridad; pero nocivo si estorba para entender la realidad. El paternalismo ignora las necesidades sentidas desde abajo. Trata de imponer su modelo de felicidad, porque no puede creer que se pueda ser feliz de otra manera. Atribuye a todos sus ambiciones: posgrados y puestazos. Llegar al poder.

Por eso se despilfarra el gasto en educación superior, pero se escatima en la enseñanza de oficios y el desarrollo de recursos para las artesanías y microempresas.
 
Gabriel Zaid

sábado, 28 de abril de 2012

El sofisma del IVA

En su columna de hoy en El Norte, Ana Margarita Ríos-Farjat dice que "es un sofisma que quienes más tienen más pagarían de IVA" si se generaliza la tasa impositiva a todos los productos y servicios. Además afirma que "matemáticamente está demostrado que las exenciones al IVA neutralizan los efectos perversos de la regresividad del impuesto".
Me gustaría que se publicaran las referencias de esos estudios matemáticos que prueban que las exenciones benefician a los que menos tienen.
 
Los estudios que yo he visto, el más completo está detallado en el libro de Santiago Levy pero también hay diversos estudios del CIDAC, indican todo lo contrario. Aunque proporcionalmente con sus ingresos el IVA en alimentos y medicinas afectaría poco al 20% más rico de la población, y más al 20% más pobre, ese subsidio generalizado en términos absolutos beneficia más a quienes más tienen y no tanto a los más pobres, precisamente por la enorme desigualdad que existe. Aunque los más ricos destinan un porcentaje muy bajo de sus ingresos a alimentos y medicinas, de manera absoluta el consumo que tienen es mucho mayor.
 
Dicho de otra forma, el 20% más rico de la población consume (con mucho desperdicio, sin duda) más alimentos y medicinas, casi exclusivamente en el sector formal de la economía, que lo que gasta el 20% más pobre, además de que éstos últimos consumen mayoritariamente en el sector informal (que no paga IVA) y los más pobres de los pobres, los indígenas en zonas rurales, consumen lo que ellos mismos producen.
 
Por lo tanto, los subsidios generalizados, como el de la gasolina y el IVA en alimentos y medicinas, son los más injustos y regresivos de todos. El apoyo a los más pobres, la redistribución de la riqueza, no debe hacerse con subsidios generalizados al sistema impositivo, sino con subsidios focalizados vía egresos del Estado. Además, dejar huecos en el IVA, como el de los alimentos medicinas, provoca que toda la industria en ese sector no paguen IVA y se les tenga que regresar enormes cantidades. Los subsidios generalizados no son más que populismo que en nada ayuda a los que menos tienen.
 

miércoles, 25 de abril de 2012

Caso Walmart

"No se vale, no es normal, que una de cada cinco tiendas que tiene Walmart esté en México". Mario di Constanzo

Ojalá que el problema fuera la corrupción de una sola empresa, especialmente una que ha hecho su propia investigación y que ha señalado que colaborará con las autoridades que investigan los hechos. La solución sería fácil y expedita.

Pero no. La preocupación no es que una empresa extranjera, sometida a un escrutinio muy intenso en su propio país, haya pagado sobornos en México para obtener permisos de apertura de tiendas, sino que las exigencias de cohecho para abrir establecimientos comerciales o industriales son constantes en nuestro País.

Algunos políticos ven el asunto desde una óptica diferente. El Diputado petista Mario di Constanzo se queja de que se hayan abierto tantas tiendas de Walmart en México en los últimos años. Pide que el Congreso haga una investigación y que los Secretarios de Hacienda, José Antonio Meade, y de Economía, Bruno Ferrari, expliquen por qué permitieron "la expansión que ha tenido Walmart".

Yo me pregunto qué pensarán los trabajadores de Walmart -209 mil, ya que la empresa es hoy la principal generadora de empleos de nuestro País- si les dijeran que podrían perder sus trabajos porque un político considera que una empresa no debe crecer con demasiada rapidez.

En realidad la pregunta que deberíamos hacernos los mexicanos es por qué una firma tiene que pagar aquí sobornos para operar un negocio lícito y crecer. La respuesta nos permitiría entender por qué México sigue siendo un país pobre, a pesar de los cientos de miles de millones de pesos que el Gobierno gasta cada año en subsidios y programas de combate a la pobreza.

Walmart está hoy bajo investigación por varias razones. Una de ellas es su tamaño y notoriedad: nadie se interesa en los sobornos pagados por empresas pequeñas. La otra es su origen nacional. La Unión Americana tiene una legislación que prohíbe los sobornos de empresas estadounidenses en el extranjero.

Así, mientras que en Estados Unidos el Departamento de Justicia federal lleva ya a cabo una investigación de oficio por la presunta violación de Walmart del Estatuto de Prácticas Corruptas en el Extranjero, en México la PGR señala que no puede investigar porque no hay denuncia mientras que las autoridades locales, que son las presumiblemente competentes en la mayoría de estos casos, no se dan siquiera por enteradas.

Pero pregunte usted a cualquier empresario nacional y casi con seguridad le referirá casos en los que ha tenido que pagar sobornos similares para la operación de su comercio, industria o construcción. La corrupción es un costo habitual de hacer negocios en México no sólo para Walmart, sino para cualquier empresa. Estos costos, de hecho, son relativamente mayores para las pequeñas empresas que para las grandes. "Es un problema sistémico", dice Eduardo Bohórquez, de Transparencia Mexicana.

Es cierto que ha habido una reducción de los trámites federales para el establecimiento de nuevos negocios. Esto se refleja en una mejoría importante de nuestro País en el índice Doing Business del Banco Mundial. Pero la mayoría de los empresarios señala que los trámites estatales y municipales se han vuelto cada vez más difíciles o imposibles de cumplir. El propósito no es establecer reglas claras para operar, sino generar oportunidades de corrupción.

El caso Walmart no debe llevarnos a poner más obstáculos a la inversión. No tiene nada de malo que una empresa crezca y genere empleos. La lección es que debemos tener reglas claras y de aplicación general que no obliguen al pago de sobornos para abrir u operar un negocio legal.


Sergio Sarmiento
www.sergiosarmiento.com
 
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Como siempre los políticos mexicanos y el círculo rojo sólo miran el árbol y no ven el bosque. Walmart además de ser el empleador número uno del país también ha contribuido a controlar la inflación. Además, cotiza en bolsa y tiene accionistas mexicanos. Por otro lado, todas sus ventas son dentro de la economía formal, pagan el IVA. Algo que no se puede decir de los changarritos. Finalmente, no hay leyes en México que permitan investigar este tema de oficio. En EUA si hay varias leyes, aquí no. El gobierno no puede hacer nada si no hay una denuncia.
 
Los políticos quieren desviar la atención hacia los empresarios, que definitivamente son corresponsables al pagar mordidas, sin embargo no se ve a profundidad la enorme complejidad de leyes y reglamentos en México que han sido obviamente diseñados por burócratas precisamente para incentivar, promover, facilitar, la corrupción. ¿Acaso Soriana u Oxxo han crecido sin pagar mordidas? Urge un mayor liberalismo para dejar menos espacio a la corrupción.

viernes, 20 de abril de 2012

¿No hay propuestas?

Leo y escucho que muchos dicen que los candidatos a la Presidencia no traen propuestas, que sólo hay guerra sucia en los spots o promesas genéricas. Si la gente espera tomar su decisión en base a los spots o los resúmenes noticiosos (la mayoría de ellos tergiversados para pasar sólo la parte más escandalosa, la que genere más rating, o incluso muchos sesgados a favor de un candidato), no están viendo ni la décima parte de la información disponible.

 

Aún medios que considero más o menos imparciales porque en su historia siempre han investigado y publicado escándalos de todos los partidos sin distinción, publican las notas de las campañas sumamente recortadas. Se nota cuando se escucha el audio/video completo de la entrevista o del discurso y se compara con la nota periodística y evidenciándose que el reportero sólo mencionó lo chusco, el error, o lo que a él le pareció importante. Y es peor con los medios electrónicos que no podría decir que son imparciales.

 

Todos los candidatos tienen sus plataformas y propuestas detalladas en sus páginas de internet a un click de distancia. Estas son las ligas de internet de los partidos y de los 4 candidatos:

Josefina Vázquez Mota http://www.pan.org.mx/    http://www.josefina.mx/

Gabriel Quadri http://www.nueva-alianza.org.mx/  http://www.nuevaalianza.mx/

Enrique Peña Nieto http://www.pri.org.mx/ComprometidosConMexico/index.aspx

Andrés Manuel López Obrador http://www.amlo.org.mx/ http://www.partidodeltrabajo.org.mx/

 

En esas páginas no sólo encontrarán las propuestas y plataformas, sino los discursos en versión escrita y/o en video/audio. Hay que escuchar sus discursos completos y compararlos con los resúmenes noticiosos, verán que si se limitan a los spots, a lo que leen en un periódico o escuchan en un noticiario de radio o televisión, sólo obtienen una mínima parte de la información disponible. No es que no haya propuestas, lo que pasa es que hay mucha flojera.

 

Sin embargo no basta con la información sesgada que cada partido/candidato dice de sí mismo. Obviamente todos dicen que sus propuestas, que su persona, es la solución que México necesita. Verán que todos dicen, afirman, que si votas por él/ella tendremos un mejor país, y a todos nos irá muy bien. De lengua me echo un taco. Por eso hay que revisar qué hicieron y opinaron sobre los distintos temas hace meses, o años inclusive, cuando todavía no eran candidatos, cuando estaban en otro puesto o trabajo. Esto amerita un mayor esfuerzo de investigación que ahora internet nos facilita mucho, siempre y cuando haya ganas de hacerlo. Hay que comparar los dichos y hechos pasados de los candidatos con lo que hoy prometen o dicen cuando están en campaña y por ende quieren ser monedita de oro para atraer el voto ciudadano.

 

En campaña los partidos/candidatos mostrarán su mejor cara, resaltarán sus mejores resultados, sus logros. Y tratarán de ocultar o negar lo negativo. Por eso también es importante, para tomar la mejor decisión, la más objetiva y racional, investigar lo negativo de los candidatos. ¿Cuándo uno va a comprar un producto y hay varias marcas disponibles, acaso no compara los pros y contras de una y otra opción para hacer la mejor elección? Los candidatos son un producto que se supone nos dará un servicio como funcionario público: administrar al Gobierno Federal, el Erario, nuestros impuestos. Entonces es importante que sepamos si en puestos públicos anteriores realmente hicieron lo mejor para el país o la responsabilidad que tenían. Y si hay información objetiva, verificable, de que cometieron un error o dañaron a la comunidad, ya sea por acción u omisión, es valiosa para la toma de decisión sobre quien votar. Eso no es "campaña sucia" o "guerra de lodo", es simplemente ver todo el panorama. Así es en cualquier país democrático en el mundo. Sólo en México se ha estigmatizado negativamente la información contraria a un partido o candidato.

 

Sin embargo escuchar/leer las propuestas completas, investigar sus dichos/hechos pasados, y conocer lo negativo verificable de los candidatos todavía NO es suficiente para tomar una buena decisión razonada. Falta el ingrediente más importante de todos: responder ésta pregunta ¿qué creemos, pensamos, que es lo mejor para México?

 

Y hay que responderla reduciendo al máximo el egoísmo, pensando no en que es mejor para mí o mi familia en lo individual por el trabajo o negocio que tengo, por el sindicato al que pertenezco, sino verdaderamente qué sería lo mejor para el país, para toda la comunidad. Cualquier decisión política no es perfecta, es decir no hay decisión que no tenga costos. Cualquier decisión política afecta o perjudica, en mayor o menor medida, a ciertos sectores de la población. Las decisiones políticas con visión de largo plazo, esas que a quienes las toman se les llaman "estadistas", son las que maximizan los beneficios para la mayoría de la población en el mediano o largo plazo, aunque tengan costos en el corto plazo y haya una minoría perjudicada.

 

Pero, ¿cómo saber qué es lo mejor para el país si sólo soy un simple ciudadano? Aunque muchas decisiones pueden ser complejas y se tiende a pensar que sólo los expertos en ese tema pueden resolverlas, si es posible distinguir una buena propuesta de una mala usando el sentido común (el menos común de los sentidos). Pero primero que nada hay que evaluarnos a nosotros mismos, cuál es mi ideología personal, qué pienso de los múltiples temas públicos. De manera simplista se habla de que sólo existen 3 ideologías generales: izquierda, derecha y centro. Como si la forma de pensar de más de 100 millones de mexicanos se pudiera encajonar en sólo 3 visiones. Los partidos políticos (y los medios les siguen la corriente) siguen usando la geometría política unidimensional (una línea recta dónde si no eres de izquierda o derecha sólo queda el centro) porque les conviene encasillar a todo la ciudadanía, engañándola, para que no pienses por ti mismo, que creas que sólo hay de 3 sopas, forzándote a escoger de esa manera. Entre menos opciones haya más votos para cada partido. Entre menos piense el ciudadano, más fácil es atraerlo hacia mi propuesta política.

Pero la vida real es mucho más compleja que sólo 3 posibles opciones. Cada cabeza es un mundo y cada persona tiene su propia visión particular de las cosas. Esto parece tan simple, y lo es, pero pocas personas se toman el tiempo necesario para meditar, para hacer una introspección, sobre qué piensan, que quieren, de muchos temas que hay en la vida pública de toda la comunidad. Me he topado con gente que dice ser de izquierda, por ejemplo, pero cuando se empieza a desmenuzar el concepto ya hablando de tópicos muy específicos, te das cuenta que la persona era liberal o incluso hasta de derecha pero no se daba cuenta. O simplemente muchos ni siquiera comprenden qué significa ser de izquierda, centro, derecha, liberal, anarco-liberal, conservador, populista, totalitario o fascista, entre muchos otros conceptos ideológicos.

 

Hay un test disponible en internet que de manera simple ayuda a definir la ideología personal de cada quien. Sigue siendo todavía una simplificación del mundo real, pero ya no es la concepción hiper-simplificada unidimensional de las posibles formas de pensar, sino que es de 2 dimensiones. Los invito a que se tomen unos 15 minutos para contestar el test en www.testpolitico.com el cual arroja un resultado en 2 dimensiones, con 2 ejes. Un eje es para los temas económicos y el otro para los sociales. La gráfica arroja el resultado como una coordenada en un mapa bidimensional con una escala de cero a cien en cada eje. Por lo tanto hay 10 mil posibles ideologías como resultado. Sigue siendo una simplificación para las docenas de millones de personas que podemos votar en esta elección, pero al menos ya es más complejo que las 3 posibles opciones que te arroja la concepción tradicional de izquierda, derecha o centro.

 

Cuando hayan tomado ese test, respondido a todas esas preguntas clarificando su forma de pensar, su visión de las políticas públicas, entonces estarán en posición de poder contrastar las propuestas e ideología de los partidos y candidatos con la suya propia. ¿Con qué partido/candidato coincido más en la propuesta que creo es la solución para el país? Si yo pienso que el gobierno debe proporcionar servicios gratis o subsidiados sin importar quien pague por ello, qué candidato trae una propuesta así. Si yo pienso que los monopolios públicos como PEMEX o CFE me están dando buen servicio y quiero que así sigan, qué candidato va por esa línea. Si por el contrario, a mi me gustaría poder escoger a mi proveedor de gasolina o de energía eléctrica, que hubiera libre mercado, competencia entre proveedores, para poder escoger a quien dé el mejor servicio y/o precio, pues con cuál candidato hay más probabilidades de que algo así se proponga y apruebe.

 

Y así para tema de la vida nacional tenemos que meditar, razonar, definir, cuál es el mejor camino, el real, práctico, posible. Todos los candidatos dirán que lo suyo es posible, y argumentarán a favor. Pero si queremos ser ciudadanos completos, informados, que razonan, no podemos creerles a los políticos. Tenemos que involucrarnos y responder estas y muchas otras preguntas importantes: ¿Qué les gustaría que se hiciera con PEMEX? ¿Vale la pena construir 5 refinerías para que las administre el sindicato? ¿O sería mejor que empresas privadas arriesgaran su dinero, construyeran las refinerías, y ponerlas a competir en el mercado interno a ver cuál ofrece mejor calidad y precio para la gasolina?

¿Qué hacer con la CFE? ¿Les gustaría poder cambiarse de proveedor de energía eléctrica como ahora nos podemos cambiar de compañía telefónica si no nos gusta el servicio o el precio? ¿Qué debería incluir una reforma laboral? ¿Una electoral/política? ¿Candidaturas independientes? ¿Relección? ¿Segunda vuelta? ¿Cómo podría mejorarse la educación pública? O más a fondo ¿debería existir la educación pública? ¿Qué opinan del IVA? ¿En qué nivel 10, 12 o 16%? ¿Aplicarlo de manera general a alimentos y medicinas para quitar el subsidio que gozan los que más tienen? ¿Cómo financiar a los gobiernos? ¿Qué debe hacer y que no un gobierno? ¿De qué tamaño debe ser un gobierno?

 

Muchos dicen que todos son iguales, principalmente por los casos de corrupción que hay en todos los partidos. Y si, si sólo revisamos la variable corrupción todos nos parecerán iguales, porque en ese rubro lo son. Pero no son más que un reflejo de la sociedad mexicana. ¿Cuánta gente no compra productos en la informalidad, piratas o robados? Eso es corrupción ciudadana. ¿Cuánta gente al comprar pide que no le facturen para no pagar el IVA? ¿Cuánta gente no viola los reglamentos de vialidad y tránsito? ¿Cuánta gente no piensa que no importa que el político robe mientras haga obras? ¿Cuánta gente sabe que su vecino o pariente está involucrado en una actividad ilícita, criminal, y no lo denuncia? Todo lo anterior, y muchas otras cosas son ejemplos de corrupción ciudadana. Si vamos a evaluar a los políticos sólo con ese rasero, más nos vale poner nuestras barbas a remojar, y al final no llegaremos a ninguna solución.

 

Definitivamente la decisión es compleja y requiere mucho esfuerzo de parte de los ciudadanos sobre todo para informarse de manera objetiva y completa, para después meditar y decidir. Lamentablemente lo que yo veo es que a la mayoría de la gente le da flojera leer, investigar y contrastar las propuestas. Quieren decidir sin pensar mucho y que todo sea por un spot. La decisión debe ser razonada, y para ello debe investigarse, analizar todo y finalmente llegar a la conclusión. Si alguien dice que no hay propuestas significa que no ha hecho su tarea como ciudadano. Por eso muchos votan porque está guapo, o porque es mujer, porque me promete subsidios o porque él dice que es honesto. Si la gente invirtiera el mismo tiempo que gasta en las telenovelas o el fútbol para informarse y meditar su decisión cada vez que hay elecciones, quizá desde hace mucho habríamos dejado la mediocridad y el tercer mundo.

 

Si crees que no hay propuestas, que todos son más de lo mismo, o que todos son iguales, no has hecho tu tarea como ciudadano. Aún estás a tiempo, define tu ideología particular www.testpolitico.com y después investiga la de los partidos/candidatos y contrástala con la tuya. Razona tu voto.

 

Dany Gates

http://editorial-danygates.blogspot.mx/

 

domingo, 8 de abril de 2012

Debilidad democrática

Confieso: no me ha gustado hasta el momento ninguna de las propuestas de los candidatos para encabezar la Presidencia de la República el 1 de diciembre. Me parecen posiciones e ideas cuidadas y poco realistas de lo que harán si llegan al poder federal.

Dado que el respaldo y aprobación al Presidente Calderón sigue siendo superior al 50 por ciento y que la mayoría de los ciudadanos en general no consideran negativo que el Gobierno enfrente a la delincuencia organizada, los candidatos difícilmente propondrán otra cosa en este tema o atacarán al Presidente en relación a su estrategia seguida.

Por consiguiente, el actual ambiente electoral no permite revelar de qué está hechos realmente cada uno de los contendientes a gobernarnos. No sabemos nada de cómo enfrentarán una crisis social o económica, o de qué forma tomarán decisiones, ni qué valores y principios ostentan para diseñar mejores políticas públicas, o cuál es su verdadera vocación en el servicio público.

Y es que a pesar de los avances en material jurídico-electoral, el síntoma es el mismo. Miedo y temor a perder adeptos en una sociedad que no tiene plena libertad para poder decidir por sus propios medios y sin favores, dádivas o promesas infundadas al candidato o candidata que mejor refleje su aspiración ciudadana.

Así, los cuatro candidatos en la contienda presidencial no darán mensajes atrevidos ni polémicos que nos den pistas sobre qué realmente piensan o creen. Cuidarán las giras, los mensajes, los saludos, las fotos, los videos y los poquísimos debates que hagan al máximo y se quedarán en la cómoda posición de no arriesgar.

En México nos hacen falta candidatos que nos hablen con la verdad, que tengan el liderazgo y la fortaleza de advertir nuestras fallas como sociedad y nuestra fuerza para salir adelante, que nos digan que este país es poco competitivo en áreas como la educación, el mercado laboral, la facilidad para emprender.

Faltan candidatos que nos digan que cuesta mucho el Gobierno y que no hay transparencia ni plena rendición de cuentas de la efectividad del gasto público, que los gobernadores no saben cómo están gobernando y que muchos estados están en quiebra técnica.

Por ejemplo, en este país se hace necesario entender que la estructura impositiva sin un impuesto al valor agregado generalizado es un queso gruyer que aprovechan miles de mexicanos para evadir la responsabilidad de facturar y de pagar el IVA adecuadamente.

Recientemente, un estudio llevado a cabo por estudiantes de maestría en Administración Pública y Política Pública de la EGAP del Tecnológico de Monterrey arrojó que el impacto de generalizar el IVA a medicinas y alimentos impactaría en menos de 35 pesos mensuales a la población del más bajo ingreso.

Lo anterior, revela el estudio, requeriría una transferencia a ese segmento de la población del orden de mil 700 millones de pesos para no afectarlos, pero lograría por el otro lado un aumento en la recaudación de más de 170 mil millones de pesos.

Una solución económica tan eficiente como ésta es indudable que tendría adeptos. Sin embargo, nuestros políticos no quieren perder terreno en un tema que no se les facilita como lo es la economía o la forma en que todos como sociedad debamos contribuir mejor y con mayor eficiencia y honestidad con el erario.

Tampoco escucharemos formas de hacer más eficiente al Gobierno federal.

El candidato de izquierda (AMLO) comentó que bajaría el sueldo del Presidente y de los Secretarios y directores generales a un nivel que le permitirá liberar recursos fiscales suficientes para invertirlos en la gente. De nueva cuenta, como cuando lo dijo hace más de seis años, su argumento se desmorona pues el monto no superaría los 960 millones de pesos anuales. Esto suponiendo que les quite en promedio 100 mil pesos al mes a unos 800 funcionarios del más alto nivel del Gobierno federal.

Por qué no nos dice que para lograr un objetivo mayor lucharía por bajar el sueldo del grueso de la burocracia. Sí, de los empleados sindicalizados, de la que paga Pemex, CFE, el Seguro Social o la Secretaría de Educación, entre otras.

Si hacemos el ejercicio completo y a los 3 millones de servidores públicos en nómina actualmente les redujeran el salario en unos 2 mil 500 pesos al mes, ¡el erario público federal tendría a favor más de 90 mil millones de pesos en un año! Ahí sí pudiera quizás generarle al País recursos sin aumentar impuestos. Esto sí sería una política pública clara que beneficiaría a la población pues estos recursos se podrían destinar a fortalecer el gasto social o de infraestructura que tanto requiere el País.

Por supuesto no lo hace porque son más de 3 millones de servidores públicos, los cuales tienen credencial de elector y generalmente votan.

Faltan sólo 84 días para la elección. Espero que no sigamos escuchando mensajes vacíos y poco realistas de lo que México necesita para aspirar a un gobierno mejor.

Vidal Garza Cantú
vidalgarza@yahoo.com
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Lamentablemente tenemos una partidocracia, una democracia muy débil. Los partidos políticos viven del Erario, y cuando alguno obtiene una posición de poder, de cualquier nivel, reparte los puestos (huesos) entre sus correligionarios (amigos). Disminuir el tamaño de la burocracia va en contra de los intereses partidistas, no tienen incentivos para hacerlo. Por eso se ve más falso a aquel que dice que combatirá la corrupción y bajará sueldos a funcionarios, pero las cifras no cuadran.

Pagué una mordida

Evitar que un agente de Tránsito se lleve tu auto al corralón: 800 pesos. Pasar tus compras excedidas del límite permitido en la aduana: mil 200 pesos. ¿Vivir en una sociedad libre de corrupción? No tiene precio.

Ésa es la idea detrás del sitio ipaidabribe.com donde, de forma anónima, las personas reportan ocasiones en que pagaron un soborno, les solicitaron un soborno pero se negaron a darlo o simplemente no fue necesario hacerlo. Fue creado en India en agosto del 2010 por Swati Ramanathan, Ramesh Ramanathan y Sridar Iyengar como parte de los esfuerzos de su organización, Janaagraha, que literalmente significa "el poder de la gente". Presenta una oportunidad para que los indios desahoguen sus frustraciones con el sistema de transas, denuncien a oficiales deshonestos y midan el impacto que las mordidas tienen en su vida diaria.

"Antes de hacerle la autopsia al cadáver de mi amigo, el staff me solicitó mil 800 rupias (aproximadamente 443 pesos)", reclama uno desde Bangalore, la ciudad con el mayor número de quejas. Dice que no le dieron recibo y luego descubrió que ese servicio era gratuito pues el Gobierno lo provee. Según The New York Times, el 80 por ciento de las más de 400 mil denuncias tratan sobre casos como éste donde burócratas piden remuneraciones ilícitas a cambio de servicios y trámites. Tal ha sido el éxito de esta página web, que otras similares fueron desarrolladas en Paquistán (http://www.ipaidbribe.pk), Kenia (http://ipaidabribe.or.ke) y Bután (http://www.anti-corruption.org.bt).

En México, el pasado 13 de marzo, el pleno de la Cámara de Diputados aprobó la Ley Federal Anticorrupción en Contrataciones Públicas que había sido propuesta hace un año por el Presidente Felipe Calderón. Incluye multas de hasta 124 millones de pesos. Sanciona a quienes incurren en licitaciones ilícitas, tráfico de influencias y presentación de información falsa, entre otras irregularidades. Además promueve la cultura de soplones, pues aquellos que confiesen su responsabilidad y cooperen con investigaciones tendrán menos represalias.

La nueva norma presenta un avance en la lucha contra la corrupción, pero una legislación por sí sola -por más completa y libre de lagunas que parezca- jamás va a garantizar la rectitud de la sociedad. Tampoco los políticos nos conducirán hacia una integridad colectiva. Basta con observar el escándalo del "quesogate" de Fernando Larrazabal en Monterrey y la cínica burla a la legalidad por parte de Ivonne Álvarez en Guadalupe para comprobar que en los gobernantes no está la solución.

El cambio tiene que surgir desde el interior de la ciudadanía. No hay de otra. Cuando dejemos de esperar que una promesa de campaña, un consenso en San Lázaro o un Presidente (o Presidenta) todopoderoso llegue con su varita mágica a transformar a México en Suiza, vamos por fin a convertirnos en una nación más ética.
 
Según la organización Transparencia Mexicana en su Índice Nacional del Buen Gobierno, en el 2010 se destinaron 32 mil millones de pesos en mordidas para realizar trámites y servicios públicos. En promedio, los hogares mexicanos designan el 14 por ciento de su ingreso a sobornos. En los hogares donde su ingreso es un salario mínimo, las mordidas les chupan hasta 33 por ciento de sus ganancias. Construir un sitio hecho por los ciudadanos mexicanos y para los ciudadanos mexicanos similar a los de ipaidabribe.com sería un primer paso para combatir el gasto en los viciados "impuestos regresivos".

Estas páginas web tienen impacto positivo gracias a que funcionan como las redes sociales. La gente puede intercambiar información y consejos sobre cómo evitar caer en actos ilegales. También se recaudan datos divididos por ciudad, tema y departamento de Gobierno que más incidencias tiene de anomalidades. "Ser corrupto en nuestro país conlleva muy poco riesgo y muchos beneficios", explicó Swati Ramanathan a la BBC hablando sobre la India. "En el momento en que cambias la ecuación y lo haces más riesgoso, el beneficio disminuye. Lo haces más riesgoso al hacerlo público". Exponer actos de corrupción en internet nos comprometería a todos, autoridades y ciudadanos.

Es hora de reconocer nuestra participación en el rezago del País y modificar nuestro comportamiento a través de una herramienta digital. Pues como bien dicen, tanto peca el que mata la vaca como el que le jala la pata.
 
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La corrupción somos todos. Los políticos son parte de la sociedad. Quizá son la punta del iceberg, la parte visible y más onerosa, pero la corrupción está en la gran mayoría de los ciudadanos. Desde el burócrata sindicalizado que junto con sus líderes toman las calles para chantajear al gobierno para obtener aumentos de sueldo inmerecidos y bajar su carga laboral, hasta el empresario que acepta pagar 10, 15 y hasta el 20% del valor de la obra al político corrupto para obtener el el contrato. Desde quien viola reglamentos de tránsito y después "tiene" que darle mordida al agente de tránsito para no pagar la multa. ¿Tienes el valor de no caer en la corrupción o te vale?

viernes, 6 de abril de 2012

Suicidio

"Nadie recordaría al buen samaritano si sólo hubiera tenido buenas intenciones. También tenía dinero". Margaret Thatcher

El suicidio de Dimitris Christoulas, un jubilado de 77 años de edad, ha revivido las protestas populares en Grecia por la austeridad en el gasto público. Una nota encontrada en su bolsillo decía: "Soy jubilado. No puedo vivir en estas condiciones. Me niego a buscar comida en la basura. Por eso he decidido poner fin a mi vida".

Unos mil 500 manifestantes protestaron esta semana de manera violenta en Atenas. En Christoulas encontraron al mártir que necesitaba un desgastado movimiento de los indignados. Lo interesante, sin embargo, es que las manifestaciones, a pesar de que siguen siendo violentas, cada vez reúnen a un menor número de activistas. Los propios griegos parecen saber que no hay forma de escapar a los programas de austeridad. Están conscientes de que no pueden seguir esperando que los alemanes los rescaten una y otra vez.

Hay quien dice que los problemas de Grecia y otros países de Europa demuestran la inviabilidad del Estado de bienestar que se ha construido en buena parte del continente. Pero la verdad es muy distinta. Algunos países con generosos programas sociales, como Suecia, Noruega y Alemania, han tenido buenos desempeños económicos a pesar de todos los problemas. Grecia simplemente gastó más de lo que tenía y pensó que podía depender indefinidamente de los subsidios de otros países de la región.

El caso de Grecia no debe ser necesariamente ajeno a los mexicanos. México ha venido construyendo una serie de programas sociales a lo largo de los últimos años. En esto nuestro País está entrando a un camino que el mundo entero parece estar siguiendo, conforme los Estados nacionales adquieren los recursos y la capacidad técnica para hacerlo.

Los políticos mexicanos tienen un incentivo enorme para establecer nuevos programas sociales. Éstos generan votos y el apoyo de grupos organizados corporativistas. Los gobiernos, sin embargo, deben considerar si realmente tienen la capacidad financiera para sostener estos programas en el largo plazo. De otra forma pueden generar crisis como la de Grecia y situaciones dramáticas personales para quienes, como el jubilado griego que se suicidó el miércoles, se acostumbran a vivir de estos programas sociales cuando el Estado ya no los puede pagar.

Los programas sociales no generan riqueza. Simplemente ayudan a paliar los efectos de la pobreza. Los países que con mayor rapidez han superado la pobreza en las últimas décadas, como Corea del Sur, Singapur, Hong Kong y Taiwán, han dedicado muchos más recursos a promover la inversión y a aumentar la competitividad que a generar programas sociales.

Aun así, parece imposible que en un país con pretensiones de modernidad y justicia social como México no se dediquen montos importantes a programas sociales. Algunos de ellos, como los que llevan a la universalización de los servicios de salud, parecen indispensables. Otros, sin embargo, constituyen apoyos a personas que no lo necesitan. El mayor subsidio que otorga el Gobierno federal mexicano es el de los energéticos -electricidad y gasolina- que beneficia abrumadoramente a los grupos más prósperos de la sociedad. Supera a Oportunidades y otros programas que favorecen a los más pobres.

La crisis de Grecia debe ser una advertencia para todos. Pero la lección no es que deban abandonarse los programas sociales, sino que éstos deben tener un financiamiento sólido y deben enfocarse a cubrir las necesidades sociales más importantes. Gastar el dinero en subsidiar la gasolina de los automovilistas no tiene ningún sentido para un país en el que tenemos todavía la necesidad de dar servicios médicos de calidad a millones de mexicanos pobres.

Sergio Sarmiento
 
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No se puede gastar más de lo que ingresa. Así es con los individuos, empresas o gobiernos. Te puedes endeudar para adquirir activos que generarán más ingresos, pero no puedes endeudarte para gasto corriente o subsidios generalizados. La crisis en países europeos es de deuda soberana, se endeudaron más allá de sus capacidades para mantener un nivel de gasto social, subsidios, que como sociedad no podían financiar. Como la gente que saca una tarjeta de crédito y no la sabe usar, gasta en lujos, la lleva al tope, y luego no puede pagarla. El crecimiento no puede financiarse con deuda, no es sostenible y tarde que temprano hay que pagar. Y los que terminan pagando son los pobres y la clase media. Así pasó en México entre 1970 y 1982, exceso de deuda para incrementar burocracia y subsidios. Y luego se vino la década perdida de los 80's que fueron de crisis constante, la cruda, para pagar la borrachera de gobiernos populistas paternalistas irresponsables.

domingo, 1 de abril de 2012

Sociedad ¿abierta?

Desde Platón, la idea de una sociedad abierta entraña transparencia, capacidad de respuesta y un gobierno tolerante y respetuoso de la ciudadanía. Karl Popper amplió, desarrolló y acotó el concepto a lo largo del siglo 20. Para él lo crucial no era la calidad del gobierno, sino la capacidad de la ciudadanía de impedir que éste abusara de ella o se perpetuara en el poder. La pretensión de establecer una sociedad abierta, con transparencia y rendición de cuentas, parecería mucho más optimista de lo que Popper creía. En un país que no ha logrado acercarse a ese nivel de civilización, quizá la pregunta sea qué pasa cuando todo conspira contra la apertura y la transparencia, incluso por muchos de quienes la demandan de manera constante y sistemática.

El atractivo de vivir en una sociedad abierta es enorme. Pero el primer obstáculo que México enfrenta es que nuestro País es insular y ensimismado, sobre todo entre sus élites. El contraste entre la clase política, los altos empresarios y la intelectualidad con el ciudadano común y corriente se puede apreciar de manera tajante en la migración, factor que evidencia cómo la ciudadanía "de a pie" es infinitamente más cosmopolita que su contraparte más ilustrada. Mientras que un mexicano de Oaxaca que emigró en los últimos años a Nueva York sin papeles y viviendo en un entorno de incertidumbre laboral, económica y jurídica entiende el funcionamiento del mercado porque lo vive de manera cotidiana, mucho del empresariado, la intelectualidad y los políticos rechazan sus virtudes de entrada. La contraposición difícilmente podría ser mayor.

Ésa es nuestra realidad. La sociedad mexicana es menos abierta y transparente de lo que con frecuencia se presume, y muchos de los mecanismos de interacción social se definen más por su naturaleza de estancos que por su funcionamiento institucional. Recojo algunos ejemplos de naturaleza diversa.

En un insigne, provocador, inteligente e ingenioso artículo intitulado "Kafkacyt", publicado hace más de 30 años, Ruy Pérez Tamayo argumentaba que la institución creada para la promoción de la ciencia y el aprendizaje era no más que un bodrio burocrático dedicado a patrocinar grupos de interés para el sistema político o proyectos cuyo valor científico lo evaluaban personas ignorantes del tema. Décadas después, en regulaciones de adopción reciente, Conacyt sigue sin patrocinar estudios de maestría en el exterior para diversas disciplinas bajo el criterio de que en México ya las hay. Los que hemos estudiado fuera sabemos que el mayor valor de hacerlo reside no en los grandes aprendizajes científicos, técnicos o teóricos, sino en la experiencia de vivir bajo otro esquema educativo, cultural y social. El mayor valor que adquiere un estudiante que sale de su país es la perspectiva cosmopolita que nunca podría adquirir si se quedara. Por eso gobiernos como el coreano, chino y brasileño se desviven por encontrar espacios para sus jóvenes en Europa o Estados Unidos. Nosotros queremos que estudien en Tuxtla. No deberían sorprendernos los resultados.

Otro ejemplo: cientos de instituciones públicas anualmente patrocinan encuestas, sobre todo en el sector salud. Aunque utilizan recursos públicos, tratan las encuestas como privadas: sólo ellos tienen acceso. En una sociedad abierta, todo lo que es patrocinado en el ámbito científico por quienes pagamos impuestos es público. Pero la lógica patrimonialista es implacable: los fondos públicos se consideran privados y se utilizan para beneficio no del País, sino de los individuos involucrados. No muy abierto, transparente o cosmopolita.

En la administración urbana el fenómeno es ubicuo: el Gobierno no es responsable de nada. Un vehículo puede sufrir un percance por hoyos en las calles, ausencia de alumbrado o señalamiento. Si fuera una situación excepcional, nadie se preocuparía. Pero en un país que parece más una colección de baches unidos por pavimento que de calles cuidadas, el tema es serio. ¿Cuántos vehículos han sufrido desperfectos, roturas de la suspensión o de sus llantas en las calles de las principales ciudades? Seguro miles. Pero nadie es responsable. Sin responsabilidad, no hay incentivos para evitar percances, cuidar las obras o administrar debidamente. Si extendiéramos el tema hacia los cambios berrinchudos de regulaciones y otros mecanismos burocráticos, el tema se ampliaría a toda la administración pública, a todos niveles. No hay transparencia y la capacidad de respuesta, o interés por tenerla, es escasa.

Las leyes y regulaciones están diseñadas para beneficio particular, lo que niega la calidad de sociedad abierta. La ley electoral es un ejemplo que ilustra lo que no debe ser porque no puede ser. La noción de legislar la apertura y civilidad es una belleza, pero una imposibilidad política. Aunque sus promotores la defienden a capa y espada, la ley ha escondido lo que realmente ocurre: se ha convertido en un incentivo, en un mecanismo promotor de la simulación y la violación sistemática de la propia ley. La noción de que se puede decretar el buen y civilizado comportamiento de los políticos en campaña es de una ingenuidad que ni siquiera merece comentario. Lo que seguro no logra es hacer más abierta, transparente o civilizada a la sociedad mexicana. Habría que ir en contra: liberalizar, darle poder a la ciudadanía (y no a la burocracia) y forzar a los políticos a rendir cuentas efectivas.

El asunto de fondo es que el País no ha experimentado lo que se llama un cambio de régimen o, al menos, un cambio de paradigma. Además de llevar décadas administrando los problemas en lugar de resolverlos, el objetivo esencial de nuestro sistema de gobierno (de cualquier color o partido) es el de preservar a los herederos de la Revolución y sus socios en los otros partidos en el poder.

México requiere la consolidación de una sociedad abierta que sólo es posible a través de un cambio de régimen. Cualquier partido lo puede promover, pero no lo podrá lograr quien busque el poder para seguir gozándolo: se requiere un nuevo sistema de gobierno. Ése es el verdadero desafío para el País en los próximos años. Más de lo mismo (con cualquier partido) no es solución.

Luis Rubio
www.cidac.org
 
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Se dice que en México tenemos un modelo económico "neoliberal" desde los 80's pero la realidad es que no tenemos modelo económico. Y si aplica alguno, es más un modelo estatista mercantilista. Es un modelo conservador, que no quiere cambiar, que se esfuerza por mantener el status quo. Urgen las reformas estructurales, pero antes de eso necesitamos un cambio de mentalidad, del paternalismo al liberalismo.