sábado, 27 de agosto de 2011

Tú y yo, somos culpables

NO TE HAGAS... SI... TE HABLO A TÍ... TÚ Y YO... QUE CALLAMOS CUANDO SABÍAMOS QUIÉNES VENDÍAN DROGAS EN LOS ANTROS... TAMBIÉN SOMOS RESPONSABLES....

TÚ Y YO, QUE VIMOS CÓMO NUESTROS CONOCIDOS POLÍTICOS SE ENRIQUECIERON EN LA VIL CORRUPCIÓN E IMPUNIDAD... TAMBIÉN SOMOS RESPONSABLES...

TÚ Y YO, QUE SABÍAS QUÉ POLÍTICO, LÍDER SINDICAL, ETC ESTABA ROBANDO Y CALLAMOS, TAMBIÉN SOMOS RESPONSABLES...

TÚ Y YO, QUE LE DIMOS MORDIDA AL POLICÍA, AL AGENTE DE TRÁNSITO, AL MP, AL BURÓCRATA... TAMBIÉN SOMOS RESPONSABLES...

TÚ Y YO, QUE INSULTAMOS Y DENOSTAMOS AL AMIGO, VECINO, FAMILIAR, POR TENER UNA IDEOLOGÍA POLÍTICA, RELIGIOSA O IDEOLÓGICA DIFERENTE A LA NUESTRA, TAMBIÉN SOMOS RESPONSABLES...

TÚ Y YO, QUE ANTE ACTOS TAN COBARDES Y DETESTABLES "EXIGIMOS" A TAL O CUAL AUTORIDAD QUE HAGA X COSA, TAN SÓLO POR SER DE UN PARTIDO DIFERENTE AL NUESTRO, Y APAPACHAMOS A "LOS NUESTROS", TAMBIÉN SOMOS RESPONSABLES....

TÚ Y YO, QUE PERMITIMOS QUE NUESTROS HIJOS LE FALTARAN EL RESPETO A SUS COMPAÑEROS Y MAESTROS "PORQUE SON NUESTROS HIJOS, Y ASÍ ES COMO FUNCIONA ESTO", TAMBIÉN SOMOS RESPONSABLES...

TÚ Y YO, QUE CUALES "LADIES DE POLANCO" FUIMOS E INSULTAMOS A LOS POLICÍAS, "PORQUE NO SABÍAN CON QUIÉN SE METÍAN", TAMBIÉN SOMOS RESPONSABLES...

TÚ Y YO, QUE NOS PASAMOS EL ALTO, QUE DIMOS LA VUELTA PROHIBIDA, QUE COMPRAMOS PIRATA Y FAYUCA, TAMBIÉN SOMOS RESPONSABLES...

TÚ Y YO, QUE APOYAMOS BLOQUEOS, HUELGAS, INSULTOS Y TOMAS DE TRIBUNA "EN NOMBRE DE LA JUSTICIA Y POR LA GRAVE DESIGUALDAD", TAMBIÉN SOMOS RESPONSABLES...

TÚ Y YO, QUE DECIDIMOS HACER NEGOCIOS OSCUROS CON NUESTROS CUATES EN PEMEX, EN EL GOBIERNO, EN EL IMSS, ETC, Y QUE AHORA SALIMOS "A EXIGIR", TAMBIÉN SOMOS RESPONSABLES...

TÚ Y YO... SI... TÚ Y YO TAMBIÉN LE PRENDIMOS FUEGO LA TARDE DE AYER AL CASINO ROYAL.... Y EN LA MEDIDA EN QUE LO NEGUEMOS Y SIGAMOS REPARTIENDO ALEGREMENTE CULPAS Y "EXIGIENDO", EN VEZ DE TRABAJAR UNIDOS Y EN COORDINACIÓN Y ORGANIZACIÓN POR EL BIEN COMÚN Y EL ESTADO DE DERECHO QUE DERIVE EN UNA MEJOR CONVIVENCIA SOCIAL QUE A LA VEZ DERIVE EN EVITAR ACTOS COMO ÉSTE, SEGUIREMOS SIENDO RESPONSABLES DE ESTO Y DE LO QUE VENGA... PODREMOS DECIR MISA, PERO LA RESPONSABILIDAD NO DEJARÁ DE SER NUESTRA... Y SI ES NUESTRA, EN NOSOTROS ESTÁ LA SOLUCIÓN... EMPEZAMOS DESDE NUESTRA TRINCHERA A RESOLVERLO O NO NOS LLAMEMOS A SORPRESA...

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La mejor manera en que podemos ayudar a que este problema de inseguridad se reduzca es uniéndonos todos por la misma causa. Ya no tolerando ningún acto de ilegalidad, por más pequeño que sea, desde cruzarse un alto, dar mordida al tránsito, o tirar basura en las calles. Ser ciudadanos completos, de tiempo completo, desde lo pequeño hasta lo más grande.

Y hay que poner nuestro granito de arena, si sabemos de alguien que está metido con el crimen organizado, de una narcotiendita, de una casa de seguridad, de alguien que roba autos, o que es halcón, hay que denunciarlo directamente con las fuerzas armadas, con el Ejército y la Marina. Si no denuncias, eres cómplice. Tanto peca el que mata la vaca como el que le detiene la pata. Si no denuncias es que te vale, que te da igual, y no te quejes.

Se vale tener miedo, pero hoy sólo podemos confiar en las fuerzas armadas. Son los únicos que realmente están dando la vida por nosotros. Y sin duda, como humanos que son, han cometido errores. Pero si no estuvieran ellos en las calles y carreteras del pais, hoy estaríamos mucho peor. Lo que pasó en el Casino Royale no fue por un combate entre el crimen y las fuerzas armadas, y la gran mayoría de los inocentes asesinados no han sido como daños colaterales porque se esté combatiendo al crimen organizado, no han sido por "la guerra de Calderón".

No te dejes engañar por quienes quieren sacar raja política y/o ideológica del asunto. Los secuestros, los robos, las extorsiones, el cobro de derecho de piso, los asesinatos ya estaban ahí mucho antes de que las fuerzas armadas patrullaran de manera intensiva muchas regiones del país. Si no fuera porque se declaró la guerra en contra del crimen organizado estaríamos peor. Lo que hoy se requiere es que a la brevedad los gobernadores y alcaldes en todo el país terminen de una vez por todas de depurar y entrenar a sus policías. Mientras eso no suceda las fuerzas armadas deben seguir en las calles.

Quienes piden cambio de estrategia no han hecho ni una sola propuesta para el corto plazo, todo lo que proponen (cuando lo hacen) es para el mediano y largo plazo. Educación, apoyo a los jóvenes, más empleo, combate a la pobreza, etc., todas son cosas que deben hacerse, pero ninguna es una solución de corto plazo. Ninguna elimina al convoy de sicarios que HOY, en este momento que lees estas líneas, esta recorriendo una calle o carretera del país. Ninguna de esas acciones va a detener el atentado o matanza contra inocentes, el secuestro, que harán en los siguientes días, mañana, estos criminales. ¿Sacamos a las fuerzas armadas de las calles? ¿los acuartelamos sin que tengamos una policía civil confiable y capaz? Medítenlo.

jueves, 18 de agosto de 2011

Crece burocracia; cae empleo de IP

Suma Gobierno 62 mil puestos que no generan valor agregado. Advierten expertos que falta una política que dé protección al trabajo productivo

Gustavo de la Rosa, El Norte

(18 agosto 2011).- ·MÉXICO.- Mientras que las empresas del sector privado eliminaron de su plantilla laboral a 419 mil 155 trabajadores durante la primera mitad del año, el personal que trabaja para el Gobierno, sin incluir maestros y médicos, alcanzó un máximo histórico de 2 millones 309 mil personas.

Los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, elaborada por el INEGI, revelan que durante los primeros seis meses del 2011 se crearon 62 mil 172 puestos de trabajo en los Gobiernos federal, estatal y municipal del País, así como en organismos y empresas públicas.

Según estos datos, los trabajadores de Gobierno representan el 7.5 por ciento del total de personal remunerado del País, cifra superior al 7.3 por ciento del 2010.

Expertos advirtieron los riesgos que representa el aumento de puestos de trabajo de Gobierno.

"El incremento de la burocracia tiene un efecto negativo en la economía", alertó Julio Millán, de la firma Consultores Internacionales, "ya que son fuentes de trabajo que no generan valor agregado".

Añadió que, en contraste, el empleo productivo, es decir, el de las micro y pequeñas empresas, se ve afectado por la falta de una política industrial que proteja los trabajos.

Ante esta falta de apoyo, detalló, las empresas se ven obligadas a eliminar puestos y la economía entra en un círculo vicioso, pues el Gobierno busca impulsar la demanda generando empleos en sus filas, que provocan un hueco en la productividad y la eficiencia.

Millán dijo que, cuando la economía se encuentra en fase descendente, el Gobierno impulsa el empleo a través de mayor gasto, pero consideró que esto es insuficiente.

Clemente Ruiz Durán, coordinador del Posgrado de Economía de la UNAM, expresó, a su vez, que es importante destacar cómo se han ido afectando las empresas pequeñas.

"La crisis global afectó fuertemente la plantilla laboral del sector privado, ante la menor producción de bienes y servicios", indicó el especialista.

"Cerraron empresas", agregó, "sobre todo micro, pequeñas y medianas, que fueron las más afectadas, por lo que se eliminaron fuentes de empleo. La planta productiva apenas se empieza a recuperar".

Las microempresas, que según el INEGI dan empleo al 25 por ciento de los 30.6 millones de trabajadores remunerados del País, fueron las que más disminuyeron su personal y prescindieron de 363 mil 537 trabajadores en el primer semestre del 2011.

Las empresas pequeñas también registraron números negativos en el primer semestre, pues eliminaron mil 212 empleos.

El único sector empresarial que creó empleos en términos netos fue el de las compañías medianas, que ocupan entre 51 y 250 personas, pues durante el lapso señalado incrementaron su oferta de trabajo en 119 mil 136 plazas.

Los números de la ENOE difieren de los que da a conocer mensualmente el IMSS -que reflejan un aumento en el sector privado de más de 610 mil empleos en el mismo lapso-, porque la Encuesta incluye a la totalidad de los asalariados, independientemente de que estén asegurados o no.
 
Como la espuma
La plantilla laboral de los tres niveles de Gobierno -federal, estatal y municipal- va en aumento y no se percibe una desaceleración. Trabajadores de Gobierno
(cifras en millones de personas por trimestre)

2007 (Primer trimestre) 1.993
2007 (Cuarto trimestre) 2.160
2009 (Segundo trimestre) 2.263
2010 (Tercer trimestre) 2.256
2011 (Segundo trimestre) 2.309

Fuente: ENOE / Inegi
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Esto es lo que pasa cuando se deja que el Estado, los gobiernos, tengan mucha participación en la economía: generan burocracia. Y los burócratas no son empleos productivos, no generan riqueza. Hay muchos puestos de burócratas que son muy necesarios y son parte fundamental de la responsabilidad de los gobiernos, como policías, maestros, soldados, etc. Pero no todos los burócratas se requieren. Y el problema de los burócratas en México es que tienen prestaciones mucho mayores que los trabajadores de la iniciativa privada, tienen un sistema de pensiones aparte, al cual aportan poco, se jubilan jóvenes, y toda esa carga recae en el Erario, en los impuestos de los que si generamos riqueza: empresarios y trabajadores de la iniciativa privada.
 
Esto es algo que quienes formamos a la AMEPI queremos que se revierta en México. No es posible seguir con una tendencia creciente de burócratas. En 10 años ya no habrá petróleo con el cual cubrir ese enorme gasto burocrático y todos esos trabajadores ya tendrán derechos adquiridos. ¿Quién va a pagar la cuenta?
 
AMEPI, AC

sábado, 13 de agosto de 2011

Vivir sin crecer

Para tener más empleo, inversión y aumento en el consumo, necesitamos encontrar la siguiente gran innovación. Si no, nos tendremos
que acostumbrar al estancamiento.Hoy, la realidad económica del mundo está dominada por dudas, confusión, incertidumbre y poco liderazgo. Las bolsas se sacuden por anuncios de calificadoras de riesgo, convertidas hoy en voces de la conciencia económica.

Paradójicamente bajar la calificación de deuda de un país ha provocado que millones de dólares del mundo compren más de su menguada deuda.
Es imposible encontrar una sola razón de la crisis financiera que hoy tiene su epicentro en los países más ricos y desarrollados del mundo. Sin embargo, hay una constante: el sobreendeudamiento originado por una política fiscal no apta para los cambios demográficos, económicos y sociales que estos países están viviendo.
Takeo Hoshi, economista japonés de la Universidad de California en San Diego, sostiene que el bajo dinamismo económico que vive Japón, y que se perfila para ser la regla para los Estados Unidos y otros países, se originó en una política del Gobierno que privilegió empresas medianas en Japón amenazadas con cerrar en el momento más crítico de la depresión en los 90.

Los subsidios permitieron existir a estas empresas, pero también las hicieron débiles al desarrollo, a la innovación y al crecimiento expansivo. Los empleos que daban bajo la protección del apoyo gubernamental eran empleos de pocas habilidades y conocimientos. Con esto Japón en 20 años perdió una oportunidad para generar espacios de innovación y crecimiento.

Esto nos lleva a reflexionar los conceptos de libre mercado y del Estado de bienestar. El sistema de libre mercado premia a los eficientes y castiga a los que no lo son. Cualquier esfuerzo que un Gobierno realice en sostener vía subsidios a productores o sectores ineficientes merma la competitividad del País en su conjunto, ya que los recursos se asignan a actividades menos productivas, dejando de utilizarse en acciones de mayor valor agregado. El problema con el libre mercado es que existen fallas, como lo son los monopolios naturales y de Estado, que generan ineficiencias en la economía. Por otro lado, el concepto de Estado de bienestar guiado por principios contables y no económicos que suponen beneficios sociales para una población que año con año vive más se enferma más y aporta menos al Estado benefactor para su sostenimiento.
Así, los gobiernos han dirigido sus economías gastando más y evitando aumentar la recaudación por miopías electorales de corto plazo, perdiendo la eficiencia económica. Lamentablemente en México no aprendemos de los errores ajenos. Los gobiernos estatales y locales acceden con singular alegría al endeudamiento excesivo.

El potaje para un desastre por venir. Así, el sector financiero se ha enfocado en prestarle a pocos, pero muy redituables clientes: los gobiernos. Éstos son usuarios cómodos para los bancos pues garantizan sus créditos con sus ingresos presentes y futuros. Esto es el centro del problema actualmente, porque las descalificaciones de deuda cuestionan los ingresos futuros. Y si un país suspende pagos, la interconexión de bancos hará que otros países se contagien, como le pasa a Europa.
La crisis financiera de 2009 obligó al Gobierno a rescatar bancos en Estados Unidos. Estos bancos son los mismos que para salir del rescate le prestaron al Gobierno y el círculo de la cofradía se cierra. Así, los consumidores, empresas y familias tendrán que esperar al crédito accesible, provocando que la actividad real económica se posponga.

No hay interés en invertir si los bancos prestan caro. No hay interés en consumir si la tasa de la tarjeta bancaria está en las nubes. La economía real espera y el crecimiento económico se reduce y es esto lo que hoy vivimos. Estados Unidos ha padecido en los últimos 100 años repetidas crisis económicas y financieras.

Curiosamente las ha sabido resolver con tres ingredientes: guerras, innovación e inflación. No hablemos de guerras, pero la inflación ha sido utilizada para estimular la capacidad ociosa y aumentar la demanda de bienes en casi todo el siglo pasado.

La innovación ha sido el motor fundamental del crecimiento económico de los Estados Unidos. Los desarrollos tecnológicos siempre crean nuevos mercados, ampliando la producción y el deseo del mundo de comprar los nuevos inventos. A pesar de todo, hoy Estados Unidos sigue siendo el principal creador de patentes en el mundo. Tanto la teoría como la evidencia demuestran que la solución a este equilibrio perverso de bajo crecimiento con inestabilidad financiera tiene que venir de la innovación de las personas, las empresas, pero no vendrá del Gobierno.
Si lo que queremos es más empleo, mayor inversión y aumento en el consumo, necesitamos encontrar la siguiente gran innovación. Se prevé que vendrá de las energías renovables, de alimentos funcionales, de las telecomunicaciones, del análisis de la información para tomar mejores decisiones. Mientras éstas no lleguen pronto, vayámonos acostumbrando a vivir sin crecer.

 
Vidal Garza Cantú
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Hay quienes dicen que la crisis actual se debe al colapso de sistema de libre mercado. Sin embargo eso es falso. Lo que está colapsando son los gobiernos con sus deudas, muchas de ellas usadas para financiar programas populistas, siguiendo el modelo Keynesiano de gastar más de lo que se tiene dizque para impulsar la economía.
 
La teoría Keynesiana propone un Estado fuerte que gaste mucho para incentivar la economía. El gasto gubernamental si puede detonar el crecimiento económico pero sólo bajo ciertas condiciones. Primero que nada debe ser de corta duración, no puede un gobierno tener déficits por siempre como los han tenido la mayoría de los países de primer mundo. Y segundo, la población económicamente activa debe ser lo suficientemente grande para solventar con sus impuestos ese elevado gasto. Las poblaciones de Japón y Europa son cada vez más viejas, y tienen sistemas de pensiones y programas sociales que cada vez les cuestan más porque su población vive más y se enferma  más. Estados Unidos no tiene una población tan envejecida gracias a que ha recibido mucha inmigración, pero tiene un enorme gasto por sus guerras, su aparato militar.
 
No es el sistema de libre mercado que ha fallado. Son los gobiernos populistas que han gastado como si nunca hubiese que pagar las deudas. No hay lonche gratis.
 
AMEPI, AC

lunes, 8 de agosto de 2011

País de privilegios

No logramos crecer a la velocidad que podríamos y deberíamos. No logramos avanzar al ritmo que deseamos y necesitamos. Y la culpa no es la cultura o la historia o el destino o la mala suerte. Tiene que ver con lo que hemos hecho y dejado de hacer. Con decisiones y omisiones y postergaciones internas.

Como argumenta Carlos Elizondo en su nuevo libro "Por eso estamos como estamos: la economía política de un crecimiento mediocre", el problema central se encuentra en nuestros persistentes "centros de veto"; en la capacidad reiterada de ciertos grupos para frenar políticas públicas en favor del interés público. Y ante ellos se erige una sociedad débil y un Estado capturado, incapaces de desmantelar la red de privilegios que ahora estrangula al País.

Muchos pensábamos que la transición democrática traería consigo una oleada reformista encaminada a ese fin: contener, regular, nivelar, competir, crecer. Pero la dispersión del poder que las urnas generó; el descrédito de las reformas modernizadoras que Carlos Salinas mal instrumentó; la poca claridad y capacidad con la cual el PAN hizo uso del poder que ganó; la permanencia del corporativismo cuyo margen de maniobra creció; la conversión del PRD y del PRI en herederos del "nacionalismo revolucionario" en lugar de sus sepultadores. Esa combinación tóxica explica la parálisis que nos define.

Muchos tienen interés en mantener el status quo prevaleciente; nadie tiene la fuerza suficiente para cambiarlo. Muchos siguen siendo beneficiarios del País tal y como está, pocos tienen incentivos para construir una nueva coalición que cambie el estado de las cosas.

Allí están los sindicatos rapaces del sector público. Los empresarios atrincherados en sectores monopólicos. Las organizaciones campesinas aprovechándose de Procampo. La burocracia obesa e improductiva apoltronada en el sector público. Actores dominantes que se comportan conforme a la lógica corporativa del pasado y así sabotean el futuro. Acostumbrados a defender privilegios en lugar de acumular méritos; acostumbrados a extraer rentas -cobros excesivos por sus bienes y servicios- en lugar de competir para disminuirlas. Y todos ellos protegidos por los partidos políticos que defienden su propio feudo, su propio monopolio, su propia carretada de dinero público. Cómplices de la mediocridad, artífices del anquilosamiento, arquitectos del México de más de lo mismo.

Lo peor es que nos hemos acostumbrado a que esto sea así. La normalidad anormal. La disfuncionalidad aceptada. Pensamos que los privilegios desmedidos y las rentas extraídas son una parte incambiable de nuestra identidad nacional. No comprendemos que el arraigo de la lógica clientelar en México es mucho mayor que en otros países y razón definitoria de nuestro rezago.

Importa más el derecho del sindicalizado que del ciudadano común y corriente. Importa más defender el arreglo político con Elba Esther Gordillo que educar mejor a los niños de México. Importa más seguir ordeñando a Pemex para financiar las clientelas de los gobernadores que obligarla a ser una empresa moderna, competitiva, productiva, eficiente. En vez de regular, el Estado claudica; en vez de promover la competencia, el Estado la inhibe; en vez de promover los intereses generales, el Estado acaba siendo rehén de los intereses particulares.

Y ésta es una situación inaceptable. Deja a México fuera de la pertenencia al BRIC -Brasil, Rusia, India, China- y al margen de los países en desarrollo con gran tamaño y enorme potencial. Condena a los mexicanos a vivir en un país pobre, rezagado, inseguro. Nos vuelve incapaces de promover la inversión, la competencia, la igualdad de oportunidades y el mérito como forma de ir ascendiendo el escalafón social. Lleva a salidas falsas y a propuestas contraproducentes como la idea -apoyada por Enrique Peña Nieto- de fomentar la sobrerrepresentación del partido mayoritario, para, ahora sí, aprobar "las reformas que el País necesita".

Pero como argumenta Carlos Elizondo, el poder unificado tampoco es la panacea. En el pasado el PRI lo tuvo; manejó la economía de forma centralizada, sin contrapesos y desde Los Pinos. Basta con recordar las crisis sucesivas y las devaluaciones destructivas para entender las implicaciones de esa forma fatídica de administrar la política pública. Como dijera famosamente Gabriel Zaid: "Así fue y así nos fue".

Insistimos tercamente en ser un país excepcional y único en tantas cosas. Excepcional en cuanto a la permanencia de tantos privilegios en tan pocas manos. Único en cuanto a la anuencia social ante ello. De allí que la verdadera solución no se halla tan sólo en la instrumentación de reformas institucionales desde arriba. Tiene que ver también con la creación de un contexto de exigencia desde abajo. Con el surgimiento de ciudadanos que asumen derechos exigibles y no simples concesiones o dádivas del Gobierno. Con partidos políticos que -de cara al 2012- contesten la siguiente pregunta: ¿quieren continuar con un país basado en privilegios, o transformarlo para que dejemos de estar como estamos?


Denise Dresser
 
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Nuevamente Denise Dresser vuelve a poner el dedo en la llaga sobre qué es lo que el país requiere. Esas son las reformas, los cambios que nos hacen falta. Se les ha llamado reformas estructurales, pues cambiarían la estructura de la vida política, social y económica del país. Hay quienes dicen que esas reformas son un mito, que no se necesitan e incluso piden más protección para los empresarios, subsidios, clientelismo, mercantilismo. Pero en la AMEPI estamos convencidos de lo contrario, de que si se requieren esas reformas estructurales para que el país avance.
 
AMEPI, AC.

domingo, 7 de agosto de 2011

Trascender las coyunturas

Todavía no hemos dejado muy atrás el 2009 y ya se vislumbran, nuevamente, nubarrones en el horizonte económico mundial. Y es que ante la perspectiva de una desaceleración de la economía estadounidense, otra vez se comienza a hablar en México del famoso blindaje económico.

Aparentemente el uso de dicha expresión se remonta a una década atrás, cuando el entonces Presidente Ernesto Zedillo implementó un programa de prevención al que de manera informal se le bautizó como "blindaje financiero", y que consistió en amarrar líneas de crédito en dólares con instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, ante un eventual problema de inestabilidad cambiaria en el contexto del inminente cambio de Administración, ello con la finalidad de evitar lo que ya se había vuelto una costumbre en México: una crisis de fin de sexenio.

Que si existe o no el famoso blindaje creo que está fuera de toda discusión. En el actual contexto en que México participa como una economía abierta y sumamente dependiente de Estados Unidos, ¿cómo podríamos eliminar el riesgo si 85 por ciento de nuestras exportaciones se dirigen precisamente hacia ese país?

Tener déficits controlados, líneas de crédito abiertas y suficientes reservas es sin duda positivo, puesto que ayudan a enfrentar de mejor manera coyunturas como ésta, pero lo que debería estar en el tablero de discusión nacional es definir cuáles son las políticas que deberíamos concretar para mejorar nuestra resistencia ante tales turbulencias provenientes del exterior y, sobre todo, lograr un crecimiento robusto y sostenido.

Si lo que queremos es crecer y promover la inversión, tal vez ya es tiempo de concedernos una ley laboral más moderna que otorgue una mayor flexibilidad, posibilitando que la gente sin trabajo o que actualmente trabaja en la informalidad consiga un trabajo formal, al tiempo que los pequeños y medianos empresarios reduzcan su riesgo de ser demandados por supuestos despidos injustificados, cuando no sean tales.

Igualmente, si lo que necesitamos son trabajadores mejor calificados, capaces de competir en un contexto global, cabe preguntarnos si el acceso a una educación universitaria vía un pase automático es mejor que otorgar dicho acceso basado exclusivamente en los méritos académicos de los solicitantes, independientemente de su procedencia.

¿Cómo vamos a aprovechar nuestro bono demográfico? Dada la alta dependencia de los ingresos públicos de los recursos petroleros, ¿cómo lograr que dichos recursos se destinen a inversión en lugar de financiar gasto corriente? ¿Cómo podemos fomentar de manera más efectiva la competencia en los mercados y reducir las ineficiencias y los excesivos costos que originan los monopolios?

Resolviendo asuntos como éstos, que por cierto son tratados en el libro "Por Eso Estamos Como Estamos" de Carlos Elizondo Mayer-Serra, estaríamos en mejor posibilidad de crecer a tasas más elevadas y así no preocuparnos tanto por choques externos que, dada la desigualdad que aún persiste, nos pega a casi todos los mexicanos, pero de manera muy distinta.

Y es que en México el abanico de impactos ante una crisis va desde el empresario que detiene sus planes de expansión ante la contracción esperada en el consumo, la familia que pospone sus vacaciones, el empleado que decide seguir trasladándose en transporte público en lugar de adquirir un auto, el obrero que desiste de ejercer su crédito del Infonavit, la familia en pobreza que simplemente continúa en ella, ya que vive del autoconsumo de su parcela y de las transferencias que recibe de programas sociales como Oportunidades, y en el peor de los casos, la familia que apenas superaba el umbral de la pobreza y, a consecuencia de la crisis, cae en ella.

Fue así como la pobreza en México se incrementó. De acuerdo con el Coneval, la pobreza aumentó de 44.5 por ciento en el 2008 a 46.2 por ciento de la población en el 2010. No obstante lo anterior, debe subrayarse que se redujo el porcentaje de población en situación de pobreza extrema, así como el porcentaje de la población con carencia de acceso a servicios de salud, de seguridad social, de vivienda y de servicios básicos en la misma.

En resumen, ante el regreso de un panorama internacional adverso, deberíamos trascender de lo coyuntural y preguntarnos por cuánto tiempo más admitiremos a una clase política incapaz de ponerse de acuerdo al menos en los temas fundamentales, aun cuando ello implique la imposibilidad de gobernar una vez alcanzado el poder.

Víctor Chora
Maestro en Políticas Públicas.
victor.chora@gmail.com
 
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La diferencia entre un político común y un estadista es que éste último piensa más allá de las coyunturas, busca políticas públicas para el bien común de mediano y largo plazo. En cambio el político común y corriente sólo piensa en la próxima elección, en que puesto (hueso) quedará en el futuro, y en como ayudar a sus correligionarios (compinches) de su partido político y/o su grupo de allegados. Al político común y corriente no le importa dejar endeudado al gobierno con tal de comprar votos y conciencias de los ciudadanos con dádivas populistas. El estadista entiende que sin importar qué tan precaria sea la coyuntura, no pondrá en riesgo la viabilidad de largo plazo sólo para ganar la siguiente elección.
 
AMEPI, AC