jueves, 15 de septiembre de 2011

Ninis por ley

"Lo que este país necesita es más políticos desempleados". Winston Churchill

La noticia de que México es el tercer lugar entre los países de la OCDE por su número de ninis -jóvenes de entre 15 y 29 años de edad que ni trabajan ni estudian- generó titulares hace apenas unos días. Mucha menos atención se le prestó al hecho, señalado por José Antonio Ardavín, director del centro de la OCDE en México, de que un 80 por ciento de los ninis son mujeres de entre 20 y 29 años de edad, cifra muy superior a la de otros países. Muchas de esas mujeres no trabajan porque el mercado laboral no les da la suficiente flexibilidad.

Casi nadie ha advertido la relación entre el número de ninis y la pésima legislación laboral de nuestro País. De hecho, aquellos mismos que protestan por el número de ninis, respaldan políticas que garantizan que esta cifra se mantenga alta.

Tenemos una ley diseñada para enriquecer a los líderes sindicales, hecha para que permanezcan toda la vida al frente de organizaciones monopólicas que manejan a su antojo y sin transparencia financiera. La ley, en cambio, obstaculiza la contratación de personas que no tienen empleo. Al hacer inflexibles, caros y costosos los despidos, los legisladores han creado barreras para la contratación de trabajadores.

La experiencia en el mundo nos dice que entre más difícil o caro sea despedir a un trabajador
-por incompetencia, por estrategia de la empresa o por condiciones de mercado- más difícil será la realización de nuevas contrataciones. La ley laboral mexicana favorece a quienes ya tienen empleo, pero castiga a quienes carecen de él, que son usualmente los más pobres.

Cientos de miles de mexicanos que actualmente se encuentran sin empleo lo podrían obtener si el Congreso hubiese aprobado la reforma laboral que se encuentra en la congeladora desde el pasado 12 de abril. No es la mejor reforma posible, quizá, pero sí representa un avance significativo sobre la legislación que tenemos.

Lo curioso es que la iniciativa fue congelada por el PRI, que fue el partido que la elaboró. Al parecer los priistas no quisieron pagar el "costo político" de impulsar una reforma laboral poco antes de las elecciones del 2012. Lo perverso de nuestro sistema político, y de la información económica que los medios manejan, es que se hace pensar a los ciudadanos que una legislación que permitiría una mayor creación de empleos es mala para el País y tendría un costo para los políticos que la propongan y la respalden.

La verdad es que México necesita una reforma laboral que promueva una mayor flexibilidad en el empleo, que permita contrataciones por hora, que haga más fácil despedir a los trabajadores y que facilite también la contratación. La misma ley debe eliminar la discriminación por sexo, por embarazo o por edad. Es inaceptable que nos digan los líderes sindicales que tenemos una ley progresista cuando se permite que las empresas anuncien políticas de no contratar a trabajadores por ser mujeres o por tener más de 40 años de edad.

Uno de los grandes problemas de nuestro País es que quienes se quejan de la existencia de problemas sociales, como el desempleo, son los primeros en evitar que éstos se resuelvan. Ardavín, el director en México de la OCDE, señalaba esta semana que una reforma que flexibilizara el mercado laboral permitiría la creación de numerosos empleos que beneficiarían preponderantemente a mujeres y jóvenes que actualmente no pueden obtenerlos por la rigidez del mercado laboral. Pero si la información de que México tiene la tercera mayor población de ninis en la OCDE generó titulares, esta observación de Ardavín no tuvo virtualmente eco.

Trabajadores
Los mexicanos somos el pueblo más trabajador entre los miembros de la OCDE. Laboramos 595 minutos al día, casi 10 horas. Los alemanes son los que menos trabajan, sólo 420 minutos al día. Pero cuidado. La cifra mexicana está sesgada por las mujeres, que trabajan 4 horas y 21 minutos más que los hombres, en el hogar, pero sin paga. Por otra parte, los alemanes trabajan menos, pero son los que más valor crean.

Sergio Sarmiento
 
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La Reforma Laboral, una que flexibilice el mercado laboral, es una de las reformas estructurales pendientes. ¿De qué sirve tener tantos derechos laborales si el principal, que es el empleo mismo, no se tiene? De hecho la Reforma Laboral propuesta por el PRI, y detenida por el mismo PRI (por instrucciones de Peña Nieto) en la cámara de diputados, es una reforma incompleta, parcial. Le falta sobre todo quitar el derecho a la liquidación por un seguro de desempleo. Con eso habría más creación de empleos para absorber las variaciones normales de la demanda. Con la ley actual, para que una empresa decida contratar una persona es porque la vacante tiene altas probabilidades de ser permanente. Mientras no lo sea se cubre con tiempos extras. Con una ley laboral más flexible disminuiría el tiempo extra y aumentarían las contrataciones. Quizá temporales, pero al final de cuentas empleo que genera riqueza, y sobre todo experiencia entre los más jóvenes. Habría menos ninis.
 
AMEPI, AC

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