miércoles, 14 de septiembre de 2011

Monopolios

"Qué suerte para los gobernantes que los hombres no piensan". Adolf Hitler

México está siendo considerado como posible sede de una nueva planta de producción de la empresa japonesa Nissan. Esto lo señaló el 12 de septiembre en México Colin Dodge, presidente del comité de Nissan Américas, quien dijo que varios países, entre ellos China, India y Vietnam, además de México, están siendo contemplados.

El mercado local no es lo que llama la atención de Nissan. A pesar de que la firma tiene la mayor participación en él, con 24 por ciento, al celebrar 50 años de su inicio de operaciones en el País, México representa solamente un 5 por ciento de las ventas internacionales de la empresa.

Los consumidores mexicanos están comprando sólo 1.2 millones de unidades al año de todas las automotrices. En cambio en China se están vendiendo 50 millones de vehículos al año. La diferencia es enorme y compensa cualquier problema que pueda tener el mercado chino.

Nissan cuenta ya con una infraestructura importante en México. Posee dos plantas, una en Civac, en las afueras de Cuernavaca, y la otra en Aguascalientes. De hecho, produce 600 mil vehículos al año en el País, tanto para el mercado interno como para el de exportación.

Una de las ventajas de México, según Dodge, es la disponibilidad de mano de obra con buen nivel de capacitación. Sin embargo, en el País se batalla para conseguir ciertas materias primas, especialmente plásticos: "China es más competitiva en la proveeduría de plásticos y en México resulta complicado obtener este material".

La materia prima para la producción de plásticos es el petróleo. Uno pensaría que China, un país que debe importar grandes cantidades de crudo, sería menos competitivo que México en la proveeduría de estos materiales. Pero la realidad es exactamente la contraria.

Quizá la razón es que China no tiene un monopolio petrolero como el nuestro. La competencia hace que haya una mejor oferta de plásticos, tanto en diversidad y precios como en oportunidad de entrega. En México el monopolio de Pemex genera cuellos de botella desde el inicio de la cadena de producción de los plásticos.

Los daños que causan nuestros monopolios son enormes y se extienden como plaga por los vasos conductores de la economía nacional. Es notable que el monopolio de Pemex pueda afectar una inversión tan importante como la que Nissan está considerando para nuestro País. La energía mala y cara de la Comisión Federal de Electricidad coloca también a muchas industrias mexicanas en desigualdad de condiciones frente a sus competidoras de otros lugares del mundo.

Los dogmas políticos han hecho creer a muchos que las prohibiciones a la inversión privada y a la libre competencia en petróleo y electricidad nos hacen, por algún arte de magia, más ricos y soberanos como país. La realidad es diametralmente opuesta. México tiene muchas ventajas para competir contra otras naciones en la economía globalizada, pero los monopolios son un lastre enorme que destruye inversiones, empleos y prosperidad.

Lo peor de todo es que la gente común y corriente no se da cuenta porque no entiende los complejos hilos que hacen funcionar a la economía. Muchos jóvenes mexicanos viven verdaderos dramas por la falta de empleos en el País. No se dan cuenta de que la razón por la cual no se hacen las inversiones que generarían empleos mejor pagados es por la persistencia de monopolios en petróleo y electricidad que ellos defienden porque ése es el dogma que se les ha enseñado desde niños.

México necesita una revolución que abra los monopolios a la competencia y a la inversión privada. Para lograrla, sin embargo, necesitamos también una revolución educativa que permita a los jóvenes entender por qué abrir la economía redundará al final en mayor prosperidad.


¿Reforma política?
¿De qué sirve la reforma política que se está discutiendo en la Cámara de Diputados si la reelección legislativa, su elemento más importante, ha sido ya eliminada en comisiones? Los líderes de los partidos no quieren perder el control que la prohibición a la reelección les da sobre el sistema político.
 
Sergio Sarmiento
 
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Hay cálculos que indican que si México abriera a la iniciativa privada el sector energético (petróleo y electricidad) el país crecería entre 2 y 3 puntos porcentuales adicionales en el PIB. Si le suman otro punto o dos por una reforma laboral, y otro tanto por una fiscal integral, estaríamos creciendo a tasas del 7-8% anual, como India o China. De ese nivel es al responsabilidad del Congreso mexicano que no ha hecho ni una sola reforma en casi 15 años. De ese tamaño es la ignorancia en estos temas, el adoctrinamiento con la educación oficial que nos inculcaron a alabar a la Revolución, la expropiación y todo ese estatismo que nos mantiene en el atraso.
 
AMEPI, AC

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