jueves, 2 de febrero de 2012

(negocio) Centavero

"Sin importar lo hermosa que sea la estrategia, ocasionalmente hay que ver los resultados". Winston Churchill
 
Andrés Manuel López Obrador está ofreciendo construir cinco nuevas refinerías de gasolina si llega a ser Presidente. Esta medida, afirma, permitiría bajar los precios de los combustibles.

La propuesta tiene una lógica política, pero no económica o empresarial. México está importando cerca del 50 por ciento de la gasolina que consume y los precios internos han venido subiendo impopularmente para ajustarse a niveles internacionales. Prometer una reducción de las importaciones y de los precios generará votos sin duda, pero si se llegara a aplicar la medida destruiría valor.

El mercado de gasolina es muy competido y en la actualidad hay en Norteamérica un exceso de capacidad de refinación. No solamente Pemex pierde dinero en esta actividad, como lo ha hecho durante mucho tiempo, sino que en la misma situación se encuentran muchas otras empresas.

La refinación es en el mejor de los casos un negocio centavero, en el que una empresa estatal como Pemex difícilmente destacará. La producción de petróleo crudo, en cambio, tiene altísimos márgenes. En 2007 el costo promedio de producción de crudo en México fue de 4.36 dólares por barril. Aun cuando estos costos han subido, por el agotamiento de Cantarell, siguen siendo muy bajos para un producto mexicano que el pasado 31 de enero se cotizaba en 106.30 dólares por barril.

Construir cinco refinerías tendría un costo de entre 40 mil y 50 mil millones de dólares. Ésta es una cifra estratosférica incluso para Pemex. Lo peor es que la rentabilidad de la inversión sería mínima o nula. Cualquier dinero que Pemex tenga disponible debe utilizarse para invertir en crudo y no en gasolina. Esto lo sabe cualquier empresario o especialista en petróleo. Pero los políticos viven en otro mundo y no lo entienden.

La refinación de gasolina debe dejarse a empresas privadas que cuentan ya con experiencia y amplias redes de distribución y que pueden sacarle el mejor provecho a un negocio centavero. Si a pesar de esto quisiéramos invertir en refinación, el exceso de capacidad que se registra en la actualidad en el sur de Estados Unidos haría que la decisión lógica fuera comprar una o varias refinerías en esa zona y operarlas. Pero lo realmente inteligente para Pemex y para los accionistas de la empresa, que somos los mexicanos, es seguir importando gasolina barata.

Pensar que invertir enormes cantidades de dinero en un negocio no rentable permitirá bajar los precios de la gasolina en México es no entender cómo funciona la economía. El Gobierno gastó más de 160 mil millones de pesos solamente en el 2011 para subsidiar el consumo de la gasolina y otros combustibles. Esto no sólo promueve el uso inmoderado del automóvil y genera contaminación, sino que además ocupa recursos que podrían utilizarse de mejor manera para la inversión productiva o para combatir la pobreza. Invertir recursos en una actividad no rentable, como la refinación de gasolina, y bajar al mismo tiempo los precios de los combustibles descapitalizaría a Pemex.

Uno de los grandes males de nuestro País ha sido siempre la intervención de los políticos en las decisiones de las empresas gubernamentales que deberían tomarse estrictamente por razones de negocios. La política que está proponiendo López Obrador de construir refinerías y reducir artificialmente los precios de los combustibles quizá le consiga votos, pero en caso de aplicarse sería un golpe brutal contra Pemex y contra nuestro País.
 
800 mil millones
Dice López Obrador en su programa económico que reduciría el desperdicio en el gasto público. Maravilloso. El problema es que piensa que se puede hacer un recorte de 800 mil millones de pesos sin despedir a trabajadores de base y sólo disminuyendo los sueldos de los altos funcionarios y los gastos suntuarios, como celulares. Su objetivo es correcto, pero las cifras no cuadran.

Sergio Sarmiento 
www.sergiosarmiento.com

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México necesita las reformas estructurales que nos lleven a los niveles de competitividad del siglo XXI. Propuestas como usar el petróleo o el ferrocarril como palancas de desarrollo muestran un desconocimiento total de la situación económica mundial y de lo que actualmente genera más riqueza. El petróleo y el ferrocarril son tecnologías del siglo XIX o principios del XX. El petróleo además es un recurso no renovable, no podemos basar nuestro crecimiento en eso. Y menos gastar el dinero en refinerías cuando nos saldría más barato comprar una ya hecha en el extranjero. O mejor aún, dejar que sea el capital privado el que se arriesgue, no con dinero del Erario.

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