sábado, 12 de enero de 2013

Democratizar la productividad

Esta semana se llevó a cabo el Foro México 2013 "Políticas Públicas para un Desarrollo Incluyente", organizado por cuatro instituciones internacionales, que permitió una discusión y reflexión interesantes sobre los desafíos que el País tiene frente a sí justamente, y diría oportunamente, cuando inicia un nuevo Gobierno federal.

Muy útil fue el que los especialistas más importantes sobre México del Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas (CEPAL) y la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) presentaran junto con los nuevos integrantes del Gabinete del Gobierno federal sus diagnósticos y posiciones sobre cómo mejorar la actuación del Gobierno y de México en su conjunto.

La discusión durante dos días, organizada en varios paneles, en donde por lo menos un Secretario federal participaba, buscó el mismo objetivo: sintetizar la verdadera aspiración de México, cuáles son las capacidades que necesita construir y las reformas que le urge conseguir para impulsar un crecimiento sostenido, incluyente e igualitario.

El objetivo en voz de José Ángel Gurría, uno de los dos mexicanos que presiden respectivamente alguna de las cuatro organizaciones convocantes, en este caso la OCDE, fue cómo hacemos que México cumpla su objetivo de mejorar los niveles de bienestar sus habitantes.

Los ejes temáticos abordaron de manera formal las problemáticas y los desafíos que México tiene en las materias de desarrollo económico, social, productivo, ambiental, educativo, laboral y del Estado de Derecho.

No es el propósito aquí resumir lo que ocurrió en cada uno de los paneles, baste mencionar que algunas de las resoluciones no fueron concluyentes, pues las posiciones de varios organismos respecto, por ejemplo, a los programas de asistencia eran opuestas: mientras unos procuraban su expansión, otros demandaban revisar el asistencialismo para que realmente superen más mexicanos la pobreza y no se queden bajo el paraguas del programa toda su vida y la de sus hijos.

En los diferentes temas analizados sí se concluyeron desafíos importantes. Fue clara la urgencia de quitarle a México las ataduras que lo han tenido sujeto a un crecimiento económico muy bajo y un nulo aumento de productividad en los últimas dos décadas.

Aun cuando hoy nuestro país goza de una estabilidad a nivel macroeconómico envidiable entre muchos países más desarrollados, y podemos colocar deuda a 30 años a muy bajos intereses, no hemos podido traducirlo en mejores capacidades y beneficios para la sociedad.

El cambio del modelo económico cerrado al abierto le dio crecimiento a México, pero no mejoró, en la suma, la productividad de los factores de la producción.

Por ejemplo, como bien lo documentó la OCDE, hoy México agrega sólo el 6 por ciento del valor a lo que maquilan en nuestro territorio los casi 2 millones de mexicanos que trabajan en la industria maquiladora de exportación.

Así, la fabulosa cifra de que México tiene intercambios comerciales por mil millones de dólares cada día, principalmente con su vecino del norte, el 94 por ciento no es algo que hayamos hecho los mexicanos, sino que lo produjo alguien más. Nosotros solamente los ensamblamos y los devolvemos empaquetados a los mercados creadores.

Por supuesto que México tiene la capacidad de dar mejores niveles de bienestar, pero para ello, como lo señaló en la conclusión del Foro el Secretario de Hacienda, Luis Videgaray, será necesaria la democratización de la productividad.

Éste es un concepto concreto que significa que todos los mexicanos seamos más productivos. La sociedad, con mejores niveles y calidad pertinente en su educación, y las empresas, siendo competitivas en todos los tamaños, con mayor acceso al crédito para más mexicanos, así como mejor y mayor acceso de seguridad social.

De lo que se trata, argumentaba Videgaray, es de que México tiene que ser capaz de tener una economía democratizadora de la productividad. Sin duda, es un concepto preciso de la dirección que el nuevo Gobierno le quiere dar al País.

Lo que me preocupa es la manera en que se avizora cómo lo quieren lograr: empezando por impulsar una reforma hacendaria que aumente los recursos a disposición del Gobierno para sus tareas, obviamente quitándoselos a la sociedad. Esto a pesar de que nadie ha cuestionado si el Gobierno es la mejor y más eficiente entidad para gastarlos.

El que la cosas sean como son no nos autoriza a no seguir tratando de buscar cambiarlas para el bien, decía Bertrand Russell. Ese esfuerzo se vio claramente esta semana en el Foro México 2013.

Sin embargo, no sólo basta con seguir intentando y tener las mejores ideas, se trata sobre todo de que se logren los resultados que beneficien a la sociedad en su conjunto.

Se necesita mayor capacidad en México y sus nuevas autoridades para dar resultados antes de pedirle a la sociedad mayores sacrificios.

Vidal Garza Cantú
vidalgarza@yahoo.com

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