domingo, 14 de octubre de 2012

Sindicópolis

Hay creaciones que nacieron para no envejecer. "Metrópolis", la película alemana dirigida por Fritz Lang, nos muestra una sociedad dividida por conflictos laborales, un mundo colapsado por intereses personales, una ciudad congestionada en sus arterias viales, nos pinta el choque de clases sociales, los trabajadores por un lado, los dueños de las máquinas, los "pensantes", por el otro.

Podría suponerse que México y el conflicto por la reforma laboral fueron la inspiración de Thea von Harbour, esposa de Lang y escritora de la novela que dio pie a la cinta que se estrenó en 1927. Considerada parte del Programa Memoria del Mundo de la UNESCO (es de las pocas películas con esta distinción, las otras son "Los Olvidados", de Buñuel, y "El Mago de Oz", de Fleming), esta historia distópica es por supuesto futurista y profética.

A 85 años del estreno de "Metrópolis", vivimos la era de los mayores descubrimientos en la historia del hombre, los avances científicos nos dejan sin palabra, los premios Nobel se entregan por méritos que penetran en los secretos de una célula y desarrollan nuevas teorías que derrumban mitos. Pero seguimos siendo profundamente tribales. A pesar de las grandes esperanzas que abren estos descubrimientos, todo apunta a que las guerras por venir serán por agua y trabajo. Nuestra naturaleza paleolítica nos reclama.

No estoy en contra de los sindicatos que legítimamente representan y defienden los intereses de los trabajadores, estoy en contra de la hipocresía de líderes sindicales que se han enriquecido explotando a sus representados, que ostentan una posición de privilegio escudándose en la llamada "autonomía sindical", que se han convertido en un lastre para la creación de empleos y para el desarrollo económico del País, que nos tienen capturados en una nación dentro de otra nación, Sindicópolis, un territorio turbio que perjudica a muchos y enriquece a pocos.

No son sólo los cárteles del narcotráfico los enemigos de México, también los cárteles del trabajo y los políticos que ven en las grandes reformas que necesita el País su oportunidad para negociar y chantajear. Hay tres grandes temas que benefician a los trabajadores: transparencia, rendición de cuentas y democracia sindical, pero claro, esto mismo perjudica a los líderes intocables, debilita su dictadura oligopólica.

En "Metrópolis", Freder, hijo del magnate Fredersen, dominador de la gran ciudad y dueño de las máquinas, pregunta con indignación a su padre: "¿Dónde están los hombres cuyas manos levantaron esta ciudad?, ¿a qué mundo pertenecen, al submundo?". Previamente Freder ha descendido a ese mundo paralelo que vive debajo de la ciudad que brilla y ha quedado horrorizado al ver la explotación del hombre por el hombre, su papel será mediar entre los trabajadores (las manos) y su padre (la razón), sin embargo, su sensibilidad (él representa al corazón) lo llevará junto con María, otro de los personajes clave en la cinta, a enfrentar un complot orquestado por su propio padre para quebrantar la unidad de los obreros.

Me parece que quienes hoy en día están enfrentados en la negociación de la reforma laboral están negociando a partir de posiciones y no a partir de beneficios. La diferencia es sustancial. Por visión hereditaria, y "Metrópolis" es una muestra de ello, el marxismo y otras teorías filosóficas han visto la lucha de clases como algo inevitable, de ahí el juego de posiciones, lo que beneficia a unos perjudica a otros. Debe pasarse a una negociación donde, más allá de las posiciones históricas, se pacten beneficios para trabajadores y empleadores.

Enardecidos y manipulados, los obreros de "Metrópolis" destruyen las máquinas, su rebelión les provoca un goce temporal, la ciudad entra en crisis, se inunda, la sobrevivencia de sus hijos nunca ha estado más amenazada, uno de los trabajadores reclama a sus pares y los acusa de autodestrucción. La metáfora es sutil, la máquina necesita al hombre y éste a la máquina.

En el final, instados por Freder, el líder trabajador se da la mano con Fredersen, y aparece la leyenda "Entre las manos y la razón, debe mediar el corazón". Ojalá los científicos pronto descubran el gen del egoísmo y la ambición, o al menos su vacuna, seguro ganarán el Nobel.

Eduardo Caccia
ecaccia@mindcode.com

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